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Me tiró con brusquedad al interior del salón y el estruendo que produjo la puerta al cerrarse me hizo brincar en mi lugar

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Me tiró con brusquedad al interior del salón y el estruendo que produjo la puerta al cerrarse me hizo brincar en mi lugar. Acá estamos peleando de nuevo.

-¡Es que eres estúpida! ¡Nunca aprendes!

Sae no se acerca a mí. Me mira enfurecido desde la puerta, lo cual hace que dé miedo.

-¡No me grites! ¡Odio que me griten!

-¡Entonces no me grites tampoco!

-¡Tú empezaste, imbécil! -mi cabeza pulsa.

-¿Quién no lo haría? ¡Te pidió una cita, una cita! ¿Comprendes? -sus ojos se agrandan cada vez más.

-¡Ya lo sé! ¡Y no le dije nada de aceptar!

-¡Su novia iba pasando!

-¡No lo escuchó! ¡Además, le dije que no juegue!

-Hay que ser ciego para no deducir de qué hablaban, si te tenía de las manos y jugaba con tu cabello. -su voz es fría.

-¡Y le quité las manos de mí! ¿O sí te hiciste ciego en ese momento?

-Ugh, niña. -sus manos parecen explotar en gestos cuando se acerca a mí. -Ya habías entrado en tus sentidos, ¿qué pasó? -pregunta cruzándose de brazos, parece un padre protector.

-¿Qué te voy a decir si ni yo sé? -ruedo los ojos.

-Piensa. ¿Quieres seguir con el juego?

Juego. Ahí vamos. Siempre he sido eso. Y nunca puedo dejar de pensar en eso. Me siento en el escritorio y bajo la mirada.

-No quiero. Y le dije. Sae, no escuchaste nada.

-¿Qué más había, ah?

-Tu ironía no me ayuda.

-Parece que nada de lo que hago te ayuda.

Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos decepcionados. Luce realmente decepcionado. ¿De mí? Mi pecho emite un dolor. ¿Sae también?

-N-no. Sae... -por alguna razón estoy con un nudo en la garganta.

Sus ojos se ven oscuros debido a la poca luz solar que pasa desde las nubes grises a las ventanas.
No, no es por alguna razón. He jugado demasiado con mis propios sentimientos. No me he cuidado y nadie lo ha hecho por mí. Me dejé llevar por lo que se sentía bien y ahora pago las consecuencias.

-¿Lo besaste?

-¿Qué...? Yo... N-

-¡Que si lo besaste! -sus brazos hacen presión y se marcan sus venas.

-¡Que no!

-¡Entonces qué! -es claro que eso último no iba para mí. Desvía su mirada a la ventana y deja caer sus brazos en frustración. -Mierda.

No seas tan rudo - 𝘐𝘵𝘰𝘴𝘩𝘪 𝘚𝘢𝘦Where stories live. Discover now