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Tiro más balones a la meta, también Sae, ambos intentando descargar lo que sea que estemos sintiendo

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Tiro más balones a la meta, también Sae, ambos intentando descargar lo que sea que estemos sintiendo.

Uno de los balones que tira, pega justo en las mallas metálicas provocando un estruendo con eco en la desolada cancha y en mí. Detuve mi pierna antes de golpear el último balón y me tiré al suelo de piernas cruzadas para ver cómo Sae pegaba al último balón y posteriormente recogía el desastre que habíamos hecho.

El sol sobre mi piel no se siente nada bien, ni porque esté empezando a bajar, nada dentro de mí se siente bien. Me duele la muñeca, las mejillas y me duele ver ese golpe en su cara.

¿En qué momento todo se me salió de control? Si tan solo hubiera terminado antes de acomodar los libros, si hubiera aceptado que Sae me ayudara, si no hubiera provocado a Michael, si no lo hubiera siquiera conocido, Sae no estaría lastimado.

La culpa se mezcla con la decepción, la ira, la adrenalina y mi ansiedad, creando más dolor e inseguridad en mi pecho. Voy a enloquecer si sigue sin hablarme.

Toma nuestras maletas, colgándolas en su hombro y comienza a caminar fuera de la cancha, me apresuro a seguirlo. Si no quisiera que lo siguiera no habría tomado la mía... O lo hizo sin darse cuenta.

Sus pasos son rápidos y casi tengo que correr para alcanzarlo. No puedo creer que en una situación como esta puedo pensar en lo jodidamente atractivo que se ve. Las venas de sus brazos marcadas, su camisa abierta, su cabello despeinado y esa expresión de problema en su rostro. Caliente como el infierno.

Me obligo a quitar la vista de él y solo seguirlo, al darme cuenta, estoy cansada y casi sin aliento. Este chico no camina, corre. Y además, estamos en la puerta de su casa. Demonios, ¿cómo le vamos a explicar esto a Yui?

-¿Quieres pasar?

Levanto la cabeza percatándome de que me observa sobre su hombro, de espaldas a mí. Asiento y aparto la mirada. ¿Cómo verlo luego del desastre que acaba de suceder? Además que su voz ha salido molesta, quizás no sea buena idea.

Paso y lo veo dejar las maletas en el suelo, lo sigo en su camino al baño. Abre un gabinete y saca un par de algodones, una gasa y alcohol. ¿Alcohol? Me fijo en su cara a través del espejo y puedo distinguir sangre en la esquina de su pómulo. Contengo un jadeo, no sabía que le había pegado tan fuerte.

Tomo las cosas y lo tomo de la mano para ir a la cocina, pero en lugar de eso me dirige a su cuarto, lo cual tiene lógica, si cualquiera nos ve en ese estado tendremos que responder muchas preguntas.

En silencio se sienta en el borde de la cama y yo pongo las cosas en la mesa de al lado. Me posiciono en medio de sus piernas, una en medio de las mías y otra al costado. Tomo una bolita de algodón mojada con alcohol y levantó su cara. Con sumo cuidado desinfecto la herida, intentando no fijarme en su expresión de dolor. Coloco una pequeña gasa y la fijo en la cinta de esta. Aún tiene su cabeza alzada a mí y yo seguro viéndolo con preocupación hacia abajo.

No seas tan rudo - 𝘐𝘵𝘰𝘴𝘩𝘪 𝘚𝘢𝘦Where stories live. Discover now