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—¿Cuál me quedaría mejor?—le consultó Emma a Katherine

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—¿Cuál me quedaría mejor?—le consultó Emma a Katherine. Le mostró una remera negra y luego una blanca. Después de beber dos bolsas de sangre su estado de ánimo mejoró un poco y estaba con deseos de fastidiar a todo el mundo.

Katherine frunció los labios, desde su silla la observaba un poco asustada. Le incomodaba la presencia de Emma en el apartamento. Internamente estaba odiando a Klaus por llevarla a ese lugar donde la tenía cautiva. Emma le parece la persona más irritante que pueda existir, pero a la vez su miedo es mucho más grande.

—Te hice una pregunta, Katherine.

—La blanca para que así puedas resaltar mejor—murmuró, con miedo a decir algo incorrecto. Sabía muy bien como era el carácter de la menor de los Mikaelson y no la quería hacer enojar por una estupidez.

Emma esbozó una pequeña sonrisa.

—Sabia elección—asintió y colocó ambas camisetas sobre la cama—¿Y qué opinas de mi cabello?—preguntó señalando su melena castaña. Katherine se percató de que solo quería fastidiarla para ver hasta dónde podía llegar con su paciencia y si en algún momento estallaba—¿Debería quedarme con este color espantoso o volver a mi tono natural? Que es negro.

Katherine blanqueó los ojos mientras se cruzaba de brazos, ya comenzaba a hartarse pero no podía hacer nada al respecto.

—Haz lo que quieras. Es tu cabello, no el mio—murmuró tratando de mantenerse bajo control. Emma sonrió de lado.

—Que simpática que eres—bromeó. Emma dió media vuelta y se quitó la remera azul mientras se miraba al espejo, dejando a la vista el sostén negro que llevaba puesto debajo. Katherine rápidamente apartó la mirada de ella.

—¿Qué estás haciendo?—Balbuceó mientras miraba hacia otro lado.

—Me estoy cambiando—respondió como si fuera evidente y agarró la remera blanca—¡Klaus tengo hambre!

—¿Delante de mí?—inquirió de forma desagradable sin siquiera mirarla.

—Sí, ¿Algún inconveniente?—le respondió Emma mientras se colocaba la camiseta y giró nuevamente—Te comportas como si nunca hubieras visto unas tetas—murmuró y se cruzó de brazos—¡Klaus!—exclamó. Klaus salió del baño, cerrando la puerta fuertemente.

—Una palabra más y vas a terminar como Elijah.

—¿Siendo infeliz?

—No, con una daga en el pecho.

—Que gracioso—ironizó. Klaus puso los ojos en blanco y miró a Katherine.

—Tenías razón. La bruja está cargada y busca matarme—comentó y se acercó a un armario para buscar ropa.

—Eso es terrible—murmuró Katherine.

—Tenemos que matarla, Madox—le advirtió Klaus a su brujo, quien estaba en la cocina sirviéndose un poco de whisky. Klaus empezó a abrir cada cajón.

¹judas, damon salvatore (tvd)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora