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Conrad

el aire frío de la madrugada me abrazaba, junto al olor del mar. Estaba ahí, así como cada vez que quería pensar en algo.

pensar en algo o mejor dicho: en alguien.

no sé si fue un impulso o deseo el que me guió a besarla. Pero me gustó, y odiaba admitirlo.

suspiré tratando de quitar la imagen de ella mirando mis labios, para después juntarlos en un beso.

—¿Conrad? —escuché una voz llamándome, volteé y ví a belly con una sonrisa.

tragué saliva mientras trataba de sonreír, pero sé que eso termino en mueca por su cara de confusión.

—¿qué haces aquí? —volvió a hablar buscando mi mirada, y está estaba fijada en el mar.

—solo vine a pensar —respondí con un tono seco.

—oh —fue lo único que murmuró.

el sonido del mar nos envolvió a ambos, ella tenía su mirada en mí mientras que yo simplemente estaba pensado en Elizabeth.

Elizabeth, Elizabeth, Elizabeth. ¿cómo puedes estar tanto tiempo en mi cabeza?

la mirada de belly era suave, recorría cada milímetro de mi cara hasta llegar a mis labios, de allí apartó su vista para así poder fijarla en el mar al igual que yo.

—¿qué tal la pasaste ayer? —formulé una pregunta después de mucho, al parecer ella se vió sorprendida antes de contestar.

—más o menos —fruncí mi ceño mirándola— es que ví a Taylor y Steven besándose en un cuarto.

—debió ser duro —ella asintió suspirando— ¿cuándo se va?

—hoy, pero no sé si ir a despedirme. No hablamos desde anoche —movió un poco la arena con su dedo.

—deberías. Son mejores amigas desde que tienes memoria, y sabes que una no puede vivir sin la otra —traté de aconsejarle con un leve tono burlón a lo último.

ella asintió nuevamente riendo.

estaba sintiendo algo cuando la ví sonreír, algo llamado deja vu.

—¿feliz? —pregunté una vez deje mi cigarro a un lado.

—y mucho, créeme. Odio ese olor.

—¿cómo sigue tu golpe? —tomé su mandíbula para poder ver el moretón de la noche pasada.

—me duele menos. Fuiste un completo idiota ayer, pero la noche estuvo...

—¿apestosa? ¿horrible? ¿¡traumante!? —la interrumpí, ella rió.

me encanta cuando sonríe de esa manera.

—iba a decir increíble —habló como pudo porque la risa intervenía en sus palabras.

—ah si, por tu ¿Nacho? —me tensé mientras soltaba su mandíbula.

FALSE GOD | CONRAD FISHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora