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Elizabeth

Al igual que navidad, año nuevo apareció a los días. Provocando la misma emoción en todos: felicidad y susto por lo que podría pasar en él.

—¿prenderán fuegos artificiales —pregunté.

estabamos en el super mercado buscando algunas cosas que hacían falta para la cena, pero ellos se desviaron al pasillo de los fuegos artificiales una vez llegamos.

—¿no es muy obvio? —respondió el rubio metiendo unos cuantos en el carrito.

Conrad apareció detrás de mí con varias botellas de cervezas en mano, dejandolas en el carrito. Suspiré.

—no nos dejarán comprarlas, todos somos menores de edad —alcé una ceja. 

—¿todos? —Conrad sacó su billetera, y de allí sacó una id falsa.

Suspiré.

—te descubrirán —hablé un poco obvia.

Él rodó los ojos tomando el carrito para direccionarlo a lo que veíamos a comprar principalmente. Lo seguí trotando levemente para volverle a quitar el carrito.

Cuando compramos las cosas necesarias, nos acercamos para pagarlas.

—¿id? —preguntó el chico cuando estuvo pasando las botellas de cerveza.

Conrad sacó su cartera, enseñándole el id falso, pero el cajero negó.

—desde lejos se nota que es falso. Si ninguno de ustedes es mayor de edad, no lo podrán llevar —repitió con cansancio.

Los hermanos fisher se miraron entre ellos buscando algunas excusas, yo solo suspiré e intervine.

—lo necesitamos por hoy, sabe que es año nuevo y este será la última vez a la que ellos —señalé a los chicos quien se miraban confundidos— verán a su madre. Así que quieren celebrarlo como se debe.

El cajero suspiró y pasó las cervezas por el scanner, pero luego me miró diciendo:

—si la policía los atrapa, ya no es mi problema.

Asentí tratando de reprimir mi sonrisa.

—tranquilo, no pasará —le aseguré.

Conrad al pagar todo, me indicó para salir, pero había un problema: Jeremiah se había ido de la fila murmurando  algo inentendible.

—si yo fuera Jeremiah, ¿dónde estaría? —Conrad suspiró mirando a los lados del super mercado.

—en el área de los juguetes —dijimos ambos al unísono.

caminamos hasta allí y efectivamente, estaba viendo los carritos de juguetes. El rubio al vernos, caminó hacia nosotros lo más de tranquilo.

—¿ya pagaron? —preguntó cuando estuvo a nuestro lado.

—sí, es hora de irnos —empujé el carrito, para que luego sintiera pasos siguiéndome.

cuando llegamos al auto, metimos todo a la cajuela dejando el carrito al encargado. Conrad estaba de piloto, Jeremiah al lado y yo en la parte trasera.

FALSE GOD | CONRAD FISHERWhere stories live. Discover now