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SEGUNDA PARTE

EL VASALLAJE

¿Por qué tendrían mi sinsajo en una galleta? El único lugar en el que he visto algo así es el Capitolio, pero está más que claro que esto no se trata de un asunto de moda. Vuelvo a subir el arco, pues no puedo bajar la guardia.

—¿Qué significa eso? —pregunto con rudeza, preparada para soltar la flecha.

—Significa que estamos de tu lado —me responde una voz temblorosa atrás de mí.

Son dos, tal vez más. No le quito la vista a mi objetivo, porque sé que aunque la otra persona esté armada, no se arriesgará a dejarme escuchar el clic de su arma, pues mataría a su compañera en seguida.

—Sal a donde pueda verte —ordeno en voz alta.

—No puede, tiene... —intenta hablar la mujer de la galleta.

—¡Te dije que salieras! —grito, interrumpiéndola. Escucho cómo la otra persona se acerca, quejándose con cada movimiento. Es una chica, a lo mejor de mi edad, que cojea al caminar. También está vestida como un Agente de la Paz, pero el uniforme le queda demasiado grande para ser propio. En lugar de un arma, tiene una rama que trata de usar como bastón sin mucho éxito.

Sean quienes sean, sus facciones y características me dicen que no son Agentes de la Paz, pero tampoco son del Capitolio.

Aflojo mi agarre de la cuerda del arco, pero no lo dejo ir del todo, por si acaso.

—¿Cómo se llaman?

—Yo soy Twill —responde la mayor. Tendrá unos treinta y tantos—. Ella es Bonnie. Venimos del Distrito 8.

¿Sabrán del levantamiento? Tienen que saberlo, de seguro.

—Los uniformes, ¿de dónde los sacaron?

—De la fábrica, los robamos. Este era para...alguien más, por eso no me queda —responde Bonnie.

—El arma se la quitamos a un Agente de la Paz muerto —añade Twill.

—Cuéntame sobre la galleta con el sinsajo, ¿por qué la tienes? —pregunto.

Bonnie se sorprende al escucharme.

—¿En verdad no lo sabes, Katniss?

Por supuesto que me reconocen. ¿Quién más podría estar apuntándoles con un arco a las afueras del Distrito 12?

—Es la insignia que llevaba en la arena.

—No sabe —comenta Bonnie a Twill sin podérselo creer—. Tal vez no sepa nada en absoluto.

—Sé sobre los levantamientos en el 8 —comento. No me gusta perder el control de la conversación.

—Fue por eso que tuvimos que huir.

—Bueno, lo lograron. ¿Qué van a hacer ahora? —pregunto.

—Queremos llegar al Distrito 13 —me dice Twill.

—¿13? —Lo que dicen no tiene sentido—. El Distrito 13 no existe más.

—Sí, hace setenta y cinco años que desapareció.

Una historia diferente | En llamasWhere stories live. Discover now