Experimento de medianoche

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Brenda

Asco de noche. Rachel desapareció, Laila ya se fue, Lulú no sé dónde está, no veo a Alexandra por ningún lado y llevo más de una hora viendo cómo Gema busca desesperada a Burro o como sea que le diga al coronel.

Siento que no hace más que perder el tiempo. Christopher Morgan es como un tóxico calefactor radiactivo de Chernóbil: no deja en paz a Rachel, y tampoco termina con esta; y de mi amiga no puedo decir mucho, ya que no sabe qué hacer con la intensa relación que tienen.

El alcohol me tiene mareada y las noches sin dormir no es algo que me ayude. Es mi aniversario de noviazgo con el difunto teniente Smith y la nostalgia no me ha dado tregua.No vivo en el pasado, pero todavía me resulta difícil recordarlo.

Suprimo el nudo que se me forma en la garganta y me acerco a la barra, pido más licor y me bebo cuatro tragos. La escalera que lleva al último piso está frente a mí. Llevo dos años sin salir con nadie y siento que ya me empieza a pesar. ¿Por qué? No lo sé, debe de ser porque hace tiempo que no me siento deseada, estoy nostálgica y, de alguna manera, una cosa le añade más peso a la otra.

—Nos vamos ya. —Patrick aparece con Alexandra.

—A un hotel —comenta Alexa ebria— Los tragos me ponen escandalosa a la hora de…

—Dormir, ya que ronca mucho —la corta él—¿Quieres que te acerquemos a tu casa?

—Me voy a quedar otro rato —les comento—Vayan tranquilos.

Se despiden y se retiran. Me bebo una botella sola y pido otra. Me sacan a bailar, pero no tengo ganas, la mayoría de la gente está ebria y por ende caliente también, hasta yo lo estoy, ya que mi cuerpo en los últimos dos meses me ha estado pidiendo sexo, algo normal teniendo en cuenta todo el tiempo que llevo sin coger.

Una pareja se está besando a mi lado y eso solo aviva más las ganas,podría irme a mi casa, pero sé que terminaré frustrada y con recuerdos.Poso los ojos en la escalera que está a un par de metros. En el último piso hay citas a ciegas, Lulú lo estuvo recalcando toda la noche.

El nudo en mi garganta se vuelve más grande, miro, pienso, sopeso,analizo y termino sacudiendo la cabeza: tengo que avanzar, Harry no va a volver, se fue, soy joven y si sigo así, terminaré siendo una reprimida.

Mi vida está tan apagada que a veces siento que vivo la vida de otra persona que no soy yo.

Me acabo el licor que me queda y camino a las escaleras; los escalones rojos se ciernen sobre mí y, en lo más alto, en la entrada, hay un letrero que dice: «Solo polvos, nada de compromisos». Es lo que necesito ahora. Con el mundo dándome vueltas llego al último escalón, cruzo el umbral y me trago la pena, ya que no soy la primera ni la última mujer que busca un revolcón de una noche.

El sitio genera cierto pánico, dado que las luces se asemejan a las de un burdel donde predominan el negro y el rojo.

—Busca una mesa vacía y pon la luz naranja, los hombres te buscarán —me explica la camarera que se acerca—. Si te gusta uno, suben a la tarima donde se enciende el reflector; si el físico es de tu agrado, pueden coger aquí o afuera.

Asiento ebria y trato de asimilar las reglas. La mujer me lleva a una mesa, le pido una botella de tequila y me bebo un par de tragos más antes de encender la dichosa luz. El primer pretendiente no tarda en llegar y me enderezo en el asiento cuando se ubica frente a mí.

Es corpulento y bastante bajo, demasiado para mi gusto si soy sincera, su sombra me lo dice. Pone su botella en la mesa y empieza a arrastrar la lengua a la hora de hablar, oprimo el botón de no me interesa y se levanta molesto.

Extras Pecados Placenteros (Eliminados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora