Capitulo 02

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Los jardines de Lirian Hall se extendían como un mágico tapiz de naturaleza justo más allá de las puertas de la majestuosa mansión.
Las flores eran las protagonistas indiscutibles de este escenario, con sus pétalos de todas las tonalidades posibles que capturaban la luz del sol en una danza. Rosas rojas como el deseo, camelias blancas como la pureza y azaleas vibrantes como la pasión se alzan con orgullo.

Esculturas antiguas, desgastadas por el tiempo, se escondían entre la exuberante vegetación, añadiendo una pizca de misterio a la escena.
En el corazón de los jardines, una fuente de agua cristalina esculpía la realidad con su melodía constante.

Rincones ocultos y bancos de piedra ofrecían refugio y privacidad, lugares secretos donde los amantes pueden compartir momentos robados. Desde aquí, la vista se extendía hasta la majestuosa fachada de Lirian Hall, cuyas ventanas de vitrales chispeaban como gemas bajo el sol.

Lady Eleanor encontraba consuelo en aquellos tranquilos jardines, pasaba tardes enteras allí, con un libro en las manos o un cuaderno de poemas privados. La belleza natural y la serenidad del lugar le brindaban un refugio donde podía escapar de las tensiones que la rodeaban.

Desde su lugar bajo la sombra de un árbol, Eleanor observaba con discreción a Thomas mientras él realizaba sus quehaceres. La forma en que se movía con gracia y diligencia capturaba su atención, y a menudo se encontraba sonriendo ante pequeñas interacciones que compartía con otros sirvientes. Aunque su situación era complicada y los riesgos eran altos, el simple hecho de ver a Thomas le llenaba de alegría y alivio.

Eleanor también encontraba inspiración en su entorno para escribir poemas. Sus versos exploraban los sentimientos más profundos, cada palabra que fluía de su pluma reflejaba su deseo de libertad y amor, y creaba un vínculo íntimo entre sus pensamientos y el papel.

Sabía que esas palabras nunca deberían ver la luz del día, pero el acto de escribir y expresar sus sentimientos le daba una sensación de liberación.
Thomas también notaba las miradas de Eleanor mientras trabajaba en los jardines, y aunque no podían hablar abiertamente, sus ojos compartían mensajes silenciosos.

Eleanor estaba absorta en sus pensamientos cuando una voz conocida la sacó de su ensimismamiento. Lord Edmund, se acercó a ella con una expresión seria indicando que tenía algo importante que decir.

"Eleanor, necesito que me ayudes con algunas tareas para la reunión de mañana", dijo Lord Edmund en un tono que no admitía discusión.

Eleanor asintió con respeto y atención. "Por supuesto, padre. ¿En qué puedo ayudar?"

Lord Edmund explicó detalladamente las tareas que tenía para ella. Debía revisar documentos relacionados con los negocios familiares y hacer ciertos arreglos para la reunión con el Duque Hastings. Además, debía supervisar la selección y disposición de las flores y la decoración adecuada para el evento.

Eleanor escuchó atentamente cada instrucción, asintiendo en señal de comprensión. Sabía que esta era una oportunidad para demostrar su compromiso con la familia y sus responsabilidades, aunque su corazón aún anhelaba momentos de privacidad con Thomas.

Después de recibir las instrucciones, Eleanor se dispuso a cumplir con sus tareas. Agradeció a su padre y comenzó a caminar hacia la mansión para poner manos a la obra. Aunque su mente seguía ocupada con Thomas, se esforzó por concentrarse en las tareas que tenía por delante y asegurarse de que todo estuviera en orden para la reunión del día siguiente.

A medida que pasaba el día, Eleanor se sumergió en su trabajo, revisando documentos, haciendo arreglos y asegurándose de que cada detalle estuviera cuidadosamente considerado.

Thomas entró en la sala con pasos suaves y la vista fija en algún punto distante. No había notado la presencia de Lady Eleanor hasta que sus ojos se encontraron con los suyos. Ambos se quedaron momentáneamente sorprendidos y tímidos ante el inesperado encuentro.

En un gesto de galantería, Thomas se adelantó. "Mi Lady, pido disculpas por irrumpir en su momento de soledad. No tenía conocimiento de su presencia aquí."

Lady Eleanor respondió con una sonrisa suave, el color rosado teñía ligeramente sus mejillas. "No se preocupe, Thomas. Estaba aquí absorta en mis pensamientos y no esperaba visitas. ¿Cómo se encuentra usted?"

Thomas inclinó ligeramente la cabeza en un gesto cortés. "Estoy bien, mi lady"

Aunque la sorpresa persistía en el aire, la atmósfera se tornaba más relajada. Thomas se acercó con precaución y habló con una confianza que revelaba su genuino deseo de expresarse. "Permítame decirle que he seleccionado algunas flores que, en mi opinión, podrían complementar la elegancia del evento de mañana. Si me permite, sería un honor poder ofrecerlas."

El rostro de Lady Eleanor se iluminó con gratitud. "Eso es extremadamente amable de su parte, Thomas. Sin duda, aportará un toque especial al evento."

Thomas asintió con gratitud, sus ojos se encontraron con los de Eleanor en un momento de intensidad. "Además, permítame expresar que he tenido el privilegio de observarla mientras se entregaba a la escritura en los jardines. No tengo la intención de invadir su privacidad, pero si en algún momento usted considera compartir esos poemas , deseo sinceramente ofrecerme como oyente atento."

Eleanor fue tocada por la sinceridad en sus palabras y la manera respetuosa en que las había presentado. "Le agradezco profundamente por su oferta, Thomas. Es reconfortante saber que alguien está dispuesto a escucharme."

A medida que las semanas transcurrían en Cadgwith, la relación entre Thomas y Lady Eleanor comenzó a evolucionar. Lo que inicialmente había sido un encuentro sorprendido en la sala, se transformó en un vínculo que se fortalecía con cada interacción.

Las conversaciones que solían ser cargadas de formalidad comenzaron a adquirir un tono más relajado. Thomas, con su innata simpatía, introducía ocasionalmente bromas y chistes que hacían que Eleanor soltara risas auténticas.

Las notas secretas también se convirtieron en un medio a través del cual podían comunicarse más allá de las miradas curiosas y las expectativas externas. De manera sutil, dejaban pequeños mensajes en lugares estratégicos de la mansión, como en los libros que sabían que el otro leería o en los rincones tranquilos que solían frecuentar. Estas notas compartían pensamientos, risas y fragmentos de conversaciones que no podían expresar abiertamente.

Se convirtieron en un lenguaje propio, una forma de mantener su conexión y de compartir momentos incluso cuando estaban separados. Era un recordatorio constante de su complicidad y de la amistad especial que habían cultivado en medio de un mundo que a menudo no entendían completamente.

Susurros Where stories live. Discover now