Capitulo 09

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Thomas regresó a su cuarto en la mansión, con la mente llena de preguntas sin respuesta. La noche había sido una montaña rusa de emociones, y la imagen de Eleanor, ebria y juguetona, seguía persiguiéndolo. Mientras entraba en la habitación, se encontró con Samuel durmiendo profundamente en su cama, roncando suavemente.

El ambiente en la habitación de Thomas era sereno, iluminado solo por la tenue luz de la luna que se filtraba por las cortinas. Se detuvo un momento, observando a Samuel en su tranquilo sueño.

Thomas suspiró mientras se sentaba al borde de su propia cama. La confusión seguía zumbando en su mente. ¿Dónde había estado Eleanor para terminar en ese estado? ¿Qué la había llevado a confesar sus sentimientos en medio de su embriaguez? ¿Cómo enfrentarían la situación en la mañana? Eran preguntas sin respuesta que lo atormentaban.

Decidió que necesitaba descansar, al menos por un rato. Sus obligaciones como sirviente en la mansión requerían que estuviera en plena forma física y mental, y no podría cumplir con sus deberes si seguía dando vueltas en su mente sobre lo que había ocurrido esa noche.

Se acostó en su cama, cerró los ojos y trató de borrar todas las preocupaciones de su mente. Quería olvidar por un momento la complejidad de sus emociones y la incertidumbre que rodeaba su relación con Eleanor.

La mansión despertó con la misma solemnidad que siempre lo hacía, aunque para Thomas, esa mañana tenía un sabor amargo. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando la habitación de Thomas y Samuel, donde ambos habían descansado durante la noche. Samuel se removió en su sueño, y Thomas se preguntó si acaso su amigo estaba libre de las complejas emociones que lo atormentaban.

Thomas se levantó con cuidado, tratando de no perturbar el sueño de Samuel, quien seguía durmiendo plácidamente. Mientras se vestía y se preparaba para enfrentar un nuevo día de obligaciones como sirviente en la mansión, su mente seguía obsesionada con la imagen de Eleanor y las palabras que ella había pronunciado en su estado de embriaguez.

Después de cumplir con algunas de sus tareas matutinas, Thomas decidió buscar a Eleanor. No podía dejar de pensar en lo que había sucedido la noche anterior y sentía que necesitaba respuestas. Encontró a Eleanor en el jardín trasero de la mansión, mirando pensativamente las flores mientras el viento mecía su cabello.

"¡Eleanor!", llamó Thomas, su voz temblorosa de emoción y preocupación.

Eleanor se giró hacia él con una mirada de sorpresa en su rostro. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el mundo pareció detenerse a su alrededor.

Eleanor se ruborizó, ya que se avergonzaba de lo que había pasado la noche anterior. Sabía que su padre andaba cerca, lo que limitaba su capacidad de hablar libremente con Thomas. Por lo tanto, respondió fríamente, "Buenos días, Thomas". La mirada atónita en el rostro de Thomas no pasó desapercibida para ella.

Thomas, confundido por la reacción de Eleanor, luchó por encontrar las palabras adecuadas. "Buenos días, Eleanor," respondió finalmente con incertidumbre en su voz. No podía evitar sentirse herido por su cambio de actitud.

Eleanor se giró y continuó con sus quehaceres en el jardín, como si pretendiera ignorar la tristeza que afligía los ojos de Thomas. Sin embargo, en un último gesto, cuando Thomas estaba a punto de retirarse con el corazón oprimido, Eleanor lo llamó con una voz suave, apenas perceptible.

Thomas se volvió hacia ella, y sus miradas se encontraron una vez más. Con un gesto discreto y sutil, Eleanor le entregó su cuaderno de poemas, insinuándole que lo examinara en privado. Luego, en un tono igualmente delicado, agregó: "¿Podrías depositarlo en mi habitación, por favor, si fueras tan amable?"

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