Capitulo 12

33 28 1
                                    

A lo largo de esa semana llena de angustia, Eleanor aguardaba con ansias noticias de los médicos que arrojaran luz sobre la repentina muerte de su padre, Lord Edmund. Cada día, se sumía más en la incertidumbre, sin hallar consuelo en respuestas claras.

Las visitas de Thomas se habían convertido en un bálsamo para su corazón herido. A pesar de los efímeros momentos que compartían, aquellos encuentros eran un refugio en medio de la confusión que la rodeaba. Thomas la apoyaba con su presencia, afecto y palabras de aliento, y Eleanor se aferraba a esas demostraciones de amor en medio de la tormenta.

Sin embargo, la sombra de su madre, Lady Adelaide, persistía constantemente. Ella continuaba organizando reuniones con Lord Waverley y citas a traición que Eleanor rechazaba de manera categórica. Parecía como si su madre hubiera olvidado por completo el revuelo y la muerte de Lord Edmund, concentrándose obsesivamente en sus propios intereses y planes.

Durante una reunión en la elegante sala de estar, mientras el té se servía en tazas de porcelana china, Eleanor no pudo evitar dar voz a la pregunta que la atormentaba: "¿Aún no se sabe nada sobre la muerte de papá?"

La respuesta de su madre, pronunciada con una frialdad que parecía helar la habitación, dejó a Eleanor atónita y llena de indignación. Lady Adelaide respondió: "¿Qué más da que haya fallecido? Tu padre ya no está con nosotros." Luego, retomó su lectura como si nada hubiera ocurrido.

Las palabras de su madre resonaron en los oídos de Eleanor como un eco cruel de insensibilidad. Furiosa y con lágrimas en los ojos, Eleanor finalmente no pudo reprimir su dolor y su ira, replicando con voz temblorosa y cargada de emoción: "¡Cómo puedes tener tan poco corazón! ¡Era tu marido!"

La habitación se llenó de un tenso silencio, y Eleanor sintió que su corazón latía con fuerza. Aquella confrontación había sacado a la luz las profundas fracturas en su relación madre-hija.

Lady Adelaide, con una furia apenas contenida, le advirtió a Eleanor en un tono severo: "Eleanor, esta será la última vez que me hables de esta manera o enfrentarás las consecuencias de tu falta de educación." Luego, su mirada se volvió intensa mientras añadía con determinación: "Ah, y no olvides la importancia de la reunión de hoy con Lord Waverley."

Eleanor, desconcertada por las acciones de su madre y sin poder contener su propia frustración, finalmente dejó salir sus pensamientos: "Madre, ¿qué es lo que estás tramando? Todas estas reuniones, estas citas impuestas... ¿acaso crees que soy una niña que puede ser manipulada a tu antojo?"

La mirada de Lady Adelaide se endureció aún más, pero antes de responder, tomó un sorbo de té y luego miró fijamente a Eleanor. "Eleanor, pronto comprenderás que la vida en nuestra sociedad requiere ciertos sacrificios. No te preocupes, tus sentimientos cambiarán con el tiempo, y entenderás la importancia de seguir el camino que he trazado para ti."

Eleanor, aún llena de ira y dolor, buscó las palabras que pudieran expresar su frustración de manera más clara "No puedes seguir ignorando el sufrimiento que siento por la pérdida de papá, madre. No puedo vivir una vida vacía de amor y compasión como tú parece que estás dispuesta a hacer."

Eleanor, con lágrimas en los ojos y el corazón lleno de angustia, se levantó de la elegante sala de estar sin mirar atrás. Sus pasos resonaron por el largo pasillo mientras se dirigía directamente a su habitación. Cada paso era un eco de su determinación de escapar de la vida que su madre parecía estar trazando para ella.

Al llegar a su habitación, Eleanor cerró la puerta con un golpe, dejando atrás el mundo de apariencias y se dejó caer en su cama, se sentía atrapada en una red de deberes y responsabilidades que no habían sido elegidos por ella.

Suspirando profundamente,  miró por la ventana hacia el cielo, anhelando la libertad y la independencia que tanto deseaba. En ese momento, solo podía pensar en una cosa: encontrar una manera de escapar de esa vida que sentía que no le pertenecía.

Thomas, ocupado en sus tareas diarias, ordena a los documentos en el estudio de la mansión cuando un detalle pasó casi desapercibido ante sus ojos entrenados. Una carta que había caído detrás de un estante de libros atrajo su atención. La carta, escrita en una caligrafía pulcra pero temblorosa, llevaba el sello distintivo de un médico forense y estaba relacionada con la autopsia de Lord Edmund.

De manera casual y aparentemente accidental, Thomas recogió la carta y comenzó a leerla. A medida que sus ojos escudriñaban los detalles, un escalofrío recorrió su cuerpo. Los síntomas descritos en la carta eran extraordinariamente graves y misteriosamente rápidos, lo cual despertó sus sospechas. Aquello parecía un enigma médico que contradecía las circunstancias en torno a la repentina muerte de Lord Edmund.

En su interior, Thomas se sintió abrumado por una inquietante teoría que comenzaba a tomar forma. ¿Podría ser que Lady Adelaide, la madre de Eleanor, hubiera estado involucrada de alguna manera en la muerte de su esposo? Aquella idea se deslizó silenciosamente en su mente como una sombra.

Susurros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora