Capitulo 11

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Una vez de regreso en su habitación, Eleanor se dispuso a cambiarse el vestido, que se encontraba húmedo debido a la noche junto al faro. La inquietud que la embargaba no le permitía conciliar el sueño, sumida en reflexiones sobre los acontecimientos recientes. Movida por la necesidad de darle voz a sus pensamientos, decidió recurrir a su cuaderno de poemas.

Cuando abrió el cuaderno, su mirada se detuvo en la nota que Thomas había escrito previamente, la cual hacía mención de su encuentro con Lord Waverley. Aquella nota, ahora entre sus manos, avivó sus recuerdos sobre las suposiciones que habían estado rondando su mente, la posibilidad de un acuerdo al que su familia parecía estar llegando sin tomar en cuenta su perspectiva.

Decidió plasmar sus sentimientos y pensamientos en forma de poema. La tinta de su pluma fluía en el papel con una delicadeza que solo el arte de la escritura podía ofrecer.

En la quietud de la noche estrellada,
Mis pensamientos danzan en la penumbra.
Un acuerdo sin consulta, un destino preestablecido,
Mi corazón se debate en una lucha profunda.

Las suposiciones pesan como cadenas de acero,
Un futuro forjado sin mi voz.
¿Qué deseo importa en este trato de poder?
Mi alma anhela elecciones, mi ser se siente en voz.

Eleanor, absorta en la escritura de su poema en la tranquilidad de su habitación, se vio abruptamente interrumpida por la llegada apresurada de una de sus damas de compañía, Lady Abigail. La dama entró con un aire de urgencia que sorprendió a Eleanor, quien la recibió con una expresión de sorpresa y cierta inquietud.

"Abigail, ¿qué haces aquí a estas horas de la noche?", inquirió Eleanor, observando la mirada preocupada de su amiga. La presencia de Lady Abigail en su habitación a esa hora poco habitual la hizo cuestionar si algo de gran importancia había ocurrido.

"Mi querida Eleanor, tu madre te espera rápidamente en el salón principal". Eleanor encontró extraño que su madre la llamara a esas horas de la noche y se preguntó qué podría estar pasando mientras dejaba su poema a medias y se dirigía al salón principal, con el corazón lleno de incertidumbre.

Al adentrarse en el salón, Eleanor se encontró con su madre en un estado de profundo pesar. Incapaz de comprender la razón de tal aflicción, Eleanor se acercó con cautela, presintiendo lo peor. Su madre, entre lágrimas, finalmente compartió la noticia que dejó a Eleanor completamente estupefacta: "Eleanor, he encontrado a tu padre, yacecido en su lecho, sin vida". Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Eleanor mientras la realidad de esas palabras la golpeaba con crueldad. Sin pensarlo, salió corriendo en busca de respuestas, pero los guardias la detuvieron con firmeza para evitar que empeorara la situación.

Eleanor, confundida y abrumada, no podía comprender cómo su padre, quien apenas unas horas atrás había estado sano y feliz, había llegado a este súbito final. Con un gesto inquieto, dirigió una pregunta a su madre en busca de respuestas, "Madre, ¿sabes qué pudo haber causado su muerte?" Sin embargo, su madre, no supo dar una respuesta clara.

La incertidumbre y la tristeza se apoderaron de Eleanor. A medida que avanzaban las horas, los miembros del servicio y los médicos intentaban entender lo que había sucedido. Sin embargo, ninguna explicación satisfactoria emergía.

Thomas, preocupado por Eleanor, corrió hacia su habitación en cuanto se enteró de la noticia. Sin embargo, al llegar a la puerta, se encontró con una escena inesperada. Lady Adelaide, la madre de Eleanor, lo recibió con una expresión furiosa y decidida, bloqueando su camino.

"¡Thomas, no es el momento ni el lugar para tu presencia aquí!", exclamó Lady Adelaide, con una mirada que dejaba claro que no permitiría que nadie interfiriera con la situación en ese momento de crisis.

Thomas, desconcertado y preocupado por Eleanor, trató de insistir, "Mi señora, solo quiero asegurarme de que Eleanor esté bien."

Lady Adelaide, sin embargo, no cedió ante su súplica y le instó a retirarse con firmeza. Mientras tanto, Eleanor seguía en la habitación, sin ser consciente de la llegada de Thomas ni de la feroz discusión que tenía lugar en el pasillo.

Se retiró de la habitación de Eleanor con paso rápido y furioso. Atravesó los pasillos de la mansión, cruzando entre el caos que envolvía a todos en aquella madrugada. El revuelo era abrumador, con personas corriendo de un lado para otro, tratando de lidiar con la noticia de la repentina muerte de Lord Edmund.

La importancia de este hombre en Cadgwith era evidente, y la magnitud de su pérdida se reflejaba en el agitado ambiente que reinaba en la mansión.

Finalmente, Thomas llegó a su habitación y cerró la puerta con fuerza detrás de sí. Samuel, quien se encontraba allí, se sorprendió al ver el estado de ánimo de Thomas. Estaba preparándose para salir en ayuda de la familia Losintong, pero detuvo sus pasos al notar la furia en los ojos de Thomas.

Thomas apretó los puños con rabia y exhaló profundamente. "La situación es un caos, Samuel". se dejó caer en una silla, tratando de controlar su ira

Samuel puso una mano tranquilizadora en el hombro de Thomas, intentando calmar su furia. "La situación es complicada para todos".

Thomas suspiró. "Lo entiendo, Samuel, pero no puedo evitar sentirme impaciente. Solo quiero estar allí para Eleanor y hacerle saber que estoy a su lado".

Mientras tanto, Eleanor se encontraba en su habitación, su madre entraba y salía de la habitación, sumida en sus propios pensamientos y emociones.
Anhelaba una conexión, una conversación honesta que le ayudara a entender lo que estaba sucediendo, sin embargo, cada vez que Eleanor intentaba hablar con su madre, esta parecía esquivar sus preguntas y desviar la conversación hacia otros temas. La falta de respuesta y la evasión de Lady Adelaide solo aumentaban la angustia de Eleanor, dejándola con una sensación de soledad y desamparo.

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