Capítulo 4: Adaptación (Parte 1)

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Gulf

Era un inicio de mes normal en su rutina. Debía levantarse temprano, ir al apartamento de Mai y sentarse durante 30 minutos mientras ella hacía lo suyo. Después de eso se reunía con su amigo Mile para hacer la entrega semanal de provisiones, una que no podía olvidar nunca porque se trataba de algo que era de vida o muerte.

De hecho, era una bendición que aquello no fuera más complicado para el omega, pues de no ser por su aguerrido amigo alfa no tendría la oportunidad de conseguir la píldora que se había convertido en su salvación. Semana a semana, Mile viajaba a la capital para obtener la provisión de Gulf, quien solo le entregaba el dinero que había recolectado durante su venta semanal para comprarlas.

Pensando en eso, Gulf se sintió agradecido de tener dos amigos que se preocupaban por su salud. Pero, al mismo tiempo, no dejaba de pensar que se sentía como una carga para ellos. Pronto me sanaré, pensó el chico, recordando un poco las palabras del médico del hospital local.

Un pinchazo en su cuello hizo que saliera abruptamente de sus pensamientos.

—¡Auch!

—Hueles a playa—musitó la chica mientras pasaba una gasa impregnada con alcohol en su cuello.

Gulf frunció su boca: —Es mi nuevo perfume.

—Sí claro.

—Mai, no empieces—dijo Gulf casi rogando.

—Tienes que ser más consciente de eso, Gulf—Mai cortó su voz. Juzgando por su tono, Gulf podía apostar que había rodado sus ojos. —O creerán que de verdad tus feromonas huelen a comida de mar.

—¿No es eso mejor?—Gulf se encogió de hombros. —Así evito que quieran acercarse a mí.

Mai suspiró.

—No creo que eso esté funcionando. Los chicos de la nocturna te adoran.

—Ya, pero es que ellos no quieren coquetearme—Gulf rió sin humor.

Tras varios minutos en silencio, la beta finalizó colocando la gasa en el cuello y tapando el bulto con un esparadrapo. Luego giró su cuerpo para ver a su acompañante frente a frente para musitar lo que por tanto tiempo le había repetido a su amigo:

—Gulfie, ¿no crees que ya es suficiente de hacerte el duro en el amor?

El omega suspiró hondo.

—Mai, por favor no...

—¿No sueñas con encontrar a ese alfa con quien tener un futuro?—El rostro de la beta era de preocupación y, en el fondo, Gulf le dolía saber que lo hacía. Entre tantos inconvenientes que tenía Mai, él no quería ser otro motivo más de zozobra en su vida. Y lo estaba siendo.

Pero algo más cruzaba por su mente. La mención de la palabra alfa hizo que un recuerdo desagradable vagara por su cabeza: El de su profesor. Ese chico, que aborrecía desde sus no-tan-exitosas vacaciones en Bangkok, había terminado siendo su instructor en la nocturna, el único lugar en que de verdad sentía que podía ser más que un simple omega huérfano.

Que podía soñar con un futuro.

Casi resoplaba ante el recuerdo del alfa y su perfecta vestimenta, con una caminata que parecía que podría levitar en cualquier instante e incluso la manera en que rascaba su piel era tan delicada que al chico casi se le escapa un resoplido. Si él fuera lo suficientemente cercano a sus compañeros les podría contar cuando lo echó de su propiedad a inicio de año, y estaba seguro de que se sorprenderían por eso.

La Nocturna | MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora