Capítulo 5: Adaptación (Parte 2)

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Mew

Sin darse cuenta había pasado otro mes. Ahora viviendo en la casa de Mai tenía algunas comodidades y, lo más importante, contaba con un lugar aseado. Su urticaria había disminuido y sus horas de sueño habían mejorado, pero Mew seguía sintiendo que le faltaba algo.

Y aquella sensación empeoraba cuando debía enseñarle a betas y omegas.

Todos los ojos se posaban sobre sí mientras organizaba el montón de papeles que habían sido entregados más temprano. Sentir esa mirada escrutadora le hacía encogerse un poco, pero no por la vergüenza sino por el miedo. No sabía a qué atenerse con sus estudiantes.

La semana pasada habían arruinado su pantalón Brunello Cucinelli con la clásica broma de la goma de mascar en el asiento del profesor. Y seguramente Mew no tendría problema de no haber sido porque días antes le había caído pintura roja en su camiseta de algodón de cuello mao marca Armani que tanto atesoraba.

Debió haber supuesto que la gente de Watthana no era tan educada como en Bangkok y estas cosas sucederían más a menudo. A este paso acabarán con mi ropa, pensaba el chico. Pero era más que eso.

En toda su vida jamás se había sentido tan ultrajado como en las primeras dos semanas de la villa, viendo como sus estudiantes -que además no prestaban atención a su clase, le faltaban el respeto riéndose de bromas bastante pesadas. Se sentía como un payaso. Y quizás lo era para aquellos chicos.

—¿Khruu Mew?—Una voz femenina llamó. De inmediato el alfa alzó la cabeza para encontrar a la marea de estudiantes mirándolo expectante.

Si bien había malicia propia en aquellas bromas que Mew catalogaba como inofensivas pero estúpidas, en general los estudiantes de su curso lo observaba con curiosidad. Era como si para ellos el alfa también fuera un ente de otro planeta, y que a través de las jugarretas lo quisieran comprender.

Pero había unos en particular que, sin importar lo mucho que se esforzara, no conseguía evadirlos. Una mirada llena de enojo: La del chico del Pad Thai. Gulf, el omega que lo fulminaba con sus ojos, no ocultaba su exasperación e incluso hacía comentarios sarcásticos en más de una ocasión contra él.

Aquello no le hacía gracia al alfa, menos viniendo de alguien que no era su par en subgénero. Pero lo que en verdad le molestaba era aquella complacencia que parecía gozar en la escuela.

Tras conversar con la directora Zen, ella había determinado que Gulf tendría una excepción a la regla de inhibidores. Nunca le explicaron a Mew del por qué ese muchacho no acataría su regla, pero le molestaba que no siguiera la única condición que había impuesto.

Mew planeaba confrontarlo pronto por su orgullo de profesor, pero ese momento se iba postergando con el pasar de los días mientras la confianza del alfa mermaba.

Un suave carraspeo lo sacó de sus pensamientos al tiempo en que pequeñas risitas se colaban en sus oídos.

—¿Si, señorita...Narkhirunkanok?

—Si usted es de la realeza, ¿por qué no lo llamamos Su Alteza Real?—preguntó aquella chica.

¿En serio me preguntan esto? Pensó. Pero puso su mejor sonrisa para proceder a explicar la situación.

—Err, bueno, es que nuestro parentesco nos da otro título diferente. Su Alteza Real está dispuesto para los herederos directos y algunos miembros de su descendencia.

La chica encaró una ceja: —¿Entonces no eres de la realeza?

—Si. —La voz de Mew sonaba algo cansada, así que carraspeó suavemente para evitar que sus estudiantes se dieran cuenta. —Pero no llegaremos a ser Reyes o Reinas. Solo mantendremos el linaje real.

La Nocturna | MewGulfWhere stories live. Discover now