Capítulo 11: Alfa

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Mew

Era como si estuviera en un trance.

A su alrededor, Mew escuchaba las jugarretas y carcajadas de sus estudiantes mientras notaba que habían ingresado al salón de clases. Todos salvo uno: Gulf. Era la segunda vez en la semana que su pupitre se encontraba vacío y las alarmas no dejaban de sonar en su cabeza. ¿Estaría bien? ¿Su enfermedad lo estaría atacando de nuevo? ¿Necesitaría algo que él pudiera proveer? Todas eran preguntas que lo mantenían inquieto.

Por eso, al tercer día decidió ir a la escuela y cancelar la clase del día. Era viernes y estaba seguro de que a sus estudiantes no les importaría en lo más mínimo tener un fin de semana más largo del normal. En cambio lo amarían. La directora Zen se mostró un tanto escéptica, pero bastó una pobre actuación de enfermo para lograr convencerla de que necesitaba la licencia.

Tendría el día libre y lo usaría para visitar a Gulf. En ese momento salió pitado de la escuela en dirección a la casa del chico, aún cuando no estaba seguro de que lo encontraría allí. Debía intentarlo todo para poder contactarlo y saber que estaba bien. Era como si estuviera en un trance del que solo saldría si veía al omega y se aseguraba de su estado de salud. Como una necesidad de que él estuviera bien.

Justo cuando se disponía a cruzar la carretera de la plaza vio pasar a la menuda chica amiga del omega. Si quería cerciorarse de que Gulf se encontrara en su hogar nadie era mejor que ella para darle esa información.

—¡Mai!—dijo Mew de inmediato llamando la atención de más de un transeúnte.

La beta giró su cuerpo. Su expresión denotaba sorpresa pero al mismo tiempo tranquilidad.

—Mon Mew—respondió la chica haciendo una reverencia.

El alfa sonrió contrariado. Aunque le gustaba que lo trataran con honoríficos, hacía mucho tiempo que frecuentaba y conocía a la chica quien, además de ser la dueña de la casa donde vivía, era la mejor amiga de Gulf. No se sentía muy bien escucharla tratarlo tan lejano.

—Solo Mew.

Mai soltó un jadeo corto pero asintió con lentitud.

—¿Sabes dónde está Gulf?—preguntó Mew sin perder más tiempo.

—¿No se lo dijo?—Mai se miraba visiblemente confundida.

La confusión de Mai le dio información que el alfa no sabía que necesitaba. Gulf no había dicho nada sobre su beso ni su posterior discusión, así que debía mantener aquello en secreto. Él no sería quien le diría la situación que acontecía entre ambos, y mucho menos que el chico no lo había contactado.

En cambio, su cerebro empezaba a maquinar con rapidez sobre aquello. Lo que la beta indicaba era que había sucedido algo con el omega.

—¿Tuvo otra recaída?

Su voz tembló un poco pero esperaba que la beta no se diera cuenta. En el rostro de Mai brillaron diferentes emociones: confusión, preocupación y reconocimiento, todo al mismo tiempo. Pasados unos segundos la beta soltó un suspiro colocando sus manos sobre el pecho.

—Está entrando en celo.

Celo.

La sola mención de la palabra hizo que las piernas de Mew temblaran un poco. No estaba pasando mal, o al menos no de la manera en la que pensaba. El tipo de sufrimiento que Gulf padecía era diferente, una tortura más complicada de aplacar que con medicinas. Y aunque estaba seguro de que podría ayudar, no sabía si dadas las recientes circunstancias sería una decisión prudente acercarse a la casa del omega.

La Nocturna | MewGulfWhere stories live. Discover now