Capítulo 8: Chef PARTE 1

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Mew

Esa noche no pudo dormir. Las palabras del omega seguían retumbando en sus oídos como si fueran el caer de las gotas mientras llovía. Mew se removía en su cama pensando en cada cosa que Gulf le había dicho, y en la manera en que sus expresiones cambiaban con la información que daba.

Por fin había atado los cabos que llevaba sueltos: La vida entera del omega en serio se había tratado de sobrevivir. No de la forma en que él creía, aunque también estaba relacionado con las pocas oportunidades que había tenido desde su nacimiento, sino por la enfermedad que lo había limitado a aspirar a más.

Con la poca señal que tenía había buscado en internet información sobre el Boumedlarg, pero tal cual como lo había dicho Gulf no existía mucho al respecto. Incluso con sus técnicas de investigador intentó revisar en revistas especializadas, pero se llevó una enorme decepción al darse cuenta que sólo era mencionado como una "rareza que afectaba la capacidad de concepción del omega" en las que había encontrado.

—Qué mierda—Bufó frustrado ante aquello y tiró su celular en la cama, muy alejado de donde yacía recostado.

La mañana siguiente vino con prisa, pero la mente del alfa seguía difusa. No sabía si era su espíritu investigador o genuina preocupación, pero trataba de revisar en cada rincón de su privilegiado cerebro qué opciones tenía para aproximarse y conocer más sobre la rara enfermedad de Gulf.

Pensar en el chico hizo que Mew recordara lo pacífico que se había visto mientras Mai curaba su glándula omega. El alfa entendía que sus edades eran muy cercanas pero, aún cuando lo llamaba Phi, la manera en que Gulf hablaba y se comportaba era de alguien mayor. Él se notaba maduro y empezaba a entender que había tenido que serlo a la fuerza.

De hecho, Mew empezó a recapitular sus interacciones y se dio cuenta que entre ellos no había distancia ni brecha a pesar de todo lo que les separaba. Antes, el alfa había tomado como un irrespeto de su parte el que no fuera cordial con él, que no lo tratara con honoríficos reales o sociales. Pero ya no podía decir que le disgustaba esa cercanía.

Así podré estar más cerca de él y ayudarlo, pensó.

En ese momento su corazón dio un vuelco al darse cuenta de que se había dejado llevar por sus instintos. Poco sirvió que se tratara de convencer a sí mismo de que era por el bien de la sociedad, y de que sería una buena forma de ayudar a los omegas que sufrían de aquello. Él no era precisamente el alfa más generoso y menos con aquel subgénero.

Él solo tenía a una persona en mente.

Pero cuando quiso regañarse a sí mismo el otro lado de la llamada respondió:

—¿Mon Mew?

—Hola, director York.

—Mon Mew—La voz del director sonaba rasposa y lejana. Tras aclarar su garganta volvió a hablar: —¿Está todo bien?

—Si, estoy excelente.

—Entenderá que me desconcierta su llamada—dijo sin esperar más tiempo. Mew asintió aún cuando sabía que nadie lo observaba. —¿Pasó algo con su padre?

—No, mi padre está excelente—dijo Mew aún cuando la única información que tenía era el informe que su madre le enviaba por texto. —Y-yo...Lo llamé para algo personal.

Tras un breve silencio, el hombre mayor volvió a aclarar la garganta y dijo: —Mon Mew, sabe que ya no podemos cambiar su servicio social. Y si va a desistir yo no puedo...

—¡No se trata de eso!—exclamó Mew.

Luego pasó su mano libre por su cabello.

—Y-yo necesito que me ayude a encontrar información sobre una enfermedad específica.

La Nocturna | MewGulfWhere stories live. Discover now