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VEGAS:

Fui hasta mi estudio y me encerré de un portazo. No quería saber nada que tuviera que ver con el o con los problemas de la manada. Al fin le había dicho lo que tenía guardado en mi pecho, al fin se había enterado de mi propia boca de la verdad que me pesaba cada día de mi amarga vida. Pete sabía todo lo que guardé por años en mi corazón.

Tomé la botella de wisky entre mis dedos y la vertí en un vaso, haciendo ruido por todo el lugar.

Quería ahogarme en mis penas, perder el conocimiento con la bebida.

Maldita sea.

No solo le dije las verdades, sino que también lo herí. Pude sentir su dolor en mi pecho que me dejó sin aire.

-fMe quedé dormido-.

Me desperté con algo suave rosando mis labios. Un perfume cosquilleó mi nariz, el olor que desprendía, era muy conocido para mí. Sí, no había necesidad de abrir los ojos para saber quién estaba encima de mí, tratando de que abriera los ojos.

-Vegas, ya vine. Despierta -dijo Francesca, una de las mujeres que siempre esperaban por mí-. Me puse un traje demasiado matador. Sé que te gustará.

-Otro día.

Gimió. Escuché el ruido de la ropa sacar, para luego sentarse encima de mí.

-Quiero hacerlo. La última vez que lo hicimos fue hace tiempo. Te necesito en este momento -siseó en mi oído y lo mordió suavemente. No tenía ganas de tener sexo, mis ganas desaparecieron por completo al sentir el dolor en mi pecho.

-Francesca...

-Silencio. Solo disfruta en este momento-susurró suavemente. Sentí sus labios en mi cuello, chupando mi piel, mordiéndola suavemente. Sus manos se movieron por todo el alrededor de mi pecho, intentando sacar mi camisa-. Me gusta tu cuerpo, Vegas. Y ni que hablar cuando tenemos sexo, eres una de mis parejas favoritas.

-Sexo...

-Así es. -Sujetó mi rostro, haciendo que abriera los ojos. Lo primer que miré fueron sus pechos voluptuosos que se mostraba en ese traje de encaje negro que cargaba puesto. No podía negarlo, ella podía hacer que un hombre se excite en cuestión de segundos.

Me levanté con ella en mis piernas y la recosté en el mueble. Enredó sus piernas en mi cadera, mientras comenzaba hacer la tarea de pasar mis manos por sus firmes pechos, masajeándolos.

-Siempre te he tenido solo sexo. Y lo seguiré teniendo -susurré para mí mismo. Ella soltó una risita. La ayudé a sacar la blusa translúcida, dejándola desnuda de la parte superior. No esperé más y bajé mi boca para comenzar a lamer cada parte de sus pechos. Lentamente, dirigiéndome deleitándome en con el centro, su sabor y endulzándome con sus gemidos.

La escuché nombrarme en un jadeo.
Eso incentivó a mi parte lasciva a
crecer, queriendo más cercanía de su cuerpo.

Puse uno de sus pechos en mi boca, jugando con la punta. Mi lengua hizo maravillas en sus deliciosos pechos, mientras que con una de mis manos masajeaba el otro. Nuestros cuerpos se movieron, queriendo más contacto íntimo.

Quería tomarla rápidamente,
empujar rápidamente dentro de su cuerpo para satisfacer mis deseos masculinos, quería que gritara mi nombre en lo alto, llegar al clímax dentro de ella.

Quería hacerlo....

Quería volver a ser el mismo de siempre.....

¿Vegas? -preguntó ella. Alcé la mirada y encontrándome con sus ojos abiertos en par-. ¡Vegas! ¡Oh cielos! ¿Qué tienes? ¿Por qué estás llorando?

¿Llorando?

Llevé mis dedos hacia mis ojos, y comprobé lo que había dicho.

Estaba llorando en silencio.

Ya ahí fue que me di cuenta de algo. Ladeé el rostro y miré la puerta que estaba entreabierta.

-No sé qué está pasando, pero creo que lo vamos a dejar aquí -dijo Francesca, poniéndose nuevamente la ropa. ¿Pasó algo? Es primera vez que te veo de esa manera.
-No es nada -Me senté, derrumbado en el mueble. Estaba seguro que el había entrado, podía sentir sus sentimientos en mi pecho. Las lágrimas no paraban de caer por mis ojos, era la primera vez que lloraba demasiado; siempre en mi vida, había guardado la naturaleza frágil que me caracterizaba de niño.

-No creo que no pase nada. Estás mal.

-Solo vete y llama a Porsche, dile que venga acá -ordené con VOZ autoritaria. Ella quedó en silencio-. ¿No oíste?

-Está bien, querido futuro alfa de la manada alcanos acatando a mi mandato. La vi como salió del estudio, dejándome a solas con mi dolor. No quería hacerlo; en realidad solo quería estar a su lado.

Pero esa parte de mí, siempre buscará alejarlo.

No sabía si era mi lobo o yo.

-¿Qué está pasando aquí, Vegas? ¿Por qué esa mujer me llamó para que viniera aquí? -preguntó Porsche, entrando rápidamente. Dio una mirada por todo el lugar y soltó un gemido de molestia-. Debes ya dejar esos vicios.

—Acércate, precioso mío -dije con una sonrisa suave en mis labios. Porsche frunció el ceño y luego suspiró.

-¿Qué es esta vez? ¿Qué hiciste? inquirió a medida que caminaba hacia mí. Mira, si tú....
Sí, eso siempre decía. Al final, siempre se quedaba cuando lo necesitaba.

Lo apreté suavemente, y dejé salir todo lo que tenía en el pecho. El solo acariciaba mi cabello cálidamente, tratando de apaciguar el dolor que sentía.

Ese era mi verdadero yo.

Un chico demasiado idiota e infantil.

ERES MI ALPHA (vegaspete)Where stories live. Discover now