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Los hermanos Itadori llegaron a la mansión de los Gojo, era un poco más tarde de lo que solían llegar pero a esa hora los había citado Satoru, no estaban seguros del porqué.

Yuuji y Sukuna habían vuelto a discutir, ahora fue porque el alfa vio la pulsera que Gojo le regaló y no puedo evitar hacer un comentario despectivo hacia su propio hermano algo que evidentemente enfado al omega. Choso realmente no sabía que hacer con ellos dos, cuando por fin parecía que ya habían arreglado sus diferencias vuelven a lo mismo, y la raíz de todo eso tenía nombre y apellido: Gojo Satoru.

Caminaron por los pasillos hasta que llegaron a su sala de reuniones, al entrar vieron una imagen que podría malinterpretarse fácilmente; un Satoru sin camisa estaba sentado sobre el regazo de Suguru quien estaba tumbado en el suelo, el pelinegro tenía el cabello suelto y sujetaba las muñecas del albino. Ambos miraron a los recién llegados quienes tenían una expresión de confusión.

—¿Qué están haciendo?— cuestionó Choso arqueando una ceja.

—¡No es lo que parece!— se apresuró a decir Geto —¡Quítate ya, Satoru!— miró con fastidio a su amigo quien sonrió de manera maliciosa.

—¿Eh? ¿Por qué debería? Estoy bastante cómodo aquí— inclinó su rostro hacia el de Suguru manteniendo su sonrisa, este rodó los ojos.

—Te recuerdo que Yuuji también está aquí— señaló al omega con la cabeza, Gojo volteo la mirada hacia allá.

—Oh, lo sé, ¿Cómo podría no darme cuenta de ese chico tan lindo?— le mandó un beso, por fin se alejó de su amigo y se puso de pie —La explicación corta es que quería delinearle la línea de agua pero no se dejó y pues terminamos así— dijo y levantó el lápiz que iba a usar, se le había caído durante su forcejeo.

—Tenerte a ti con un objeto punzante cerca de mi ojo es una terrible idea— comentó Suguru, se puso de pie y se sacudió el polvo.

Choso pensaba que esos dos eran muy raros, en eso se fijó bien en Geto, era la primera vez que lo veía con el cabello suelto y se veía muy bien. Por algún motivo que no comprendía su corazón comenzó a latir más rápido, miró hacia otro lado tratando de restarle importancia.

Luego Satoru les dio la espalda mientras iba a agarrar su camisa, en su espalda se podían notar marcas tenues las cuales habían sido hechas por Yuuji en su cumpleaños, no recordaba haber enterrado sus uñas tan profundo, pero ver su marca en la piel del albino le parecía tan atractivo y, de cierta forma, complaciente. Se dio una cachetada suave al darse de lo que estaba pensado, Sukuna se dio cuenta de eso y solo lo miró con rareza. 

—¿Hoy tenemos mucho trabajo?— preguntó finalmente Choso cruzándose de brazos.

—Pues….— antes de que Suguru pudiera responder a su pregunta la puerta fue abierta llamando la atención de todos.

—Buenos días— Ryunosuke entró con paso tranquilo —Oh, les quedó bastante decente este lugar….— miró por unos segundos a los gemelos quienes fruncieron el ceño, luego caminó hasta el sofá más grande y se sentó.

—¿Y la de tocar la puerta no te la sabes?— Satoru lo miró con molestia, ya se había puesto la camisa pero aún no se la abotonaba por lo que su torso estaba visible —¿Qué es lo que quieres?— cuestionó de manera arisca.

—¿No puedo venir a ver cómo están mis subordinados?— sonrió levemente.

—Sí, claro, porque eres el jefe del año, ¿No?— se paró frente al mayor con los brazos cruzados, lo miraba desde arriba con desprecio —Habla de una vez, viejo— ambos se miraban fijamente a los ojos.

—Tengo un trabajo para los gemelos— habló con calma, se cruzó de piernas y recargó su brazo en el descansabrazos del sofá, Yuuji y Choso se tensaron al escuchar eso mientras que Sukuna simplemente se le quedó viendo con seriedad. El Itadori mayor rápidamente miró al albino con severidad, este rodó los ojos.

Dulce Aroma (GoYuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora