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—¿Un mes? —intervino Madelene, serena, observándolos, minutos después, cuando la cena llegaba. Samantha asintió buscando esconder su nerviosismo, a lado de Kylian, este apretó su mano encima de la mesa.

—Sí, creemos que es lo mejor. No tenemos por qué esperar.

Londo meneó su copa, mirando a Karan, este le devolvió el gesto, serio. Poco había intervenido, era un hombre callado pero observador, notó enseguida el padre de Sam.

—Es apresurado —zanjó.

—Es lo que quiero —determinó ella, otra vez. Su padre asintió.

—¿Qué tienen pensado? —indagó buscando dejar de lado la tensión que de nuevo crecía.

—Algo íntimo, pequeño —respondió Kylian, con la mano de su hija entre las suyas.

—Tienen el tiempo encima —intervino Karan, paciente. Samantha le sonrió de forma amigable, este le sonrió también, pues la chispa que leía en sus ojos era de todo menos docilidad.

—Kylian ya lo tiene previsto, ¿no es así? —dijo ella, buscando los ojos grises del que sería su esposo dentro de poco, con claro desafío, el mismo que él aceptó.

Las cosas estaban saliendo bien, no podía quejarse, enfrentarse a su padre no estaba en sus planes, pero no tuvo más opción, era lo que debía hacer si quería que lo creyeran real, si quería que Londo lo viera como el digno compañero de ella y lo había conseguido.

La mano cálida de Kylian envolviendo la suya, no era cómoda, no sabiendo que de alguna manera aquello era una especie de mentira, de pantomima para que su padre permitiera el acceso a la empresa, para que Hades consiguiera a su esposa florero, para que esos millones aparecieran y su familia no se hundiera.

Sí, no era agradable, pero era lo que debía hacer.

Cuando recibió su mensaje por la mañana, pensó en no asistir, pero ser infantil no funcionaba con Kylian, eso ya lo sabía, lo cierto es que la curiosidad por saber qué quería ganó, como parecía ser siempre con lo referente a él. Entonces su mirada turbia, su disculpa consiguieron con absurda facilidad que la nube se disipara, pero el precedente estaba ahí, la verdad también, entre los dos y aunque la dejara de lado no desaparecía por ello.

—Sí, pelirroja, todo será como pensamos. La playa, algo relajado y tranquilo en el jardín de Bluebay —habló refiriéndose a aquel imponente lugar donde montaron a caballo, donde tuvieron sexo por primera vez. Sus mejillas se tiñeron de rojo y asintió con la boca seca. Lo deseaba, maldita sea, lo deseaba y él a ella, lo podía incluso sentir.

—¿Bluebay? —preguntó Londo.

—Es una casa hermosísima, la conocí cuando visitaba a Julia —intervino Maddy, sonriendo, observando a su hija. Su marido asintió.

—Es un sitio ideal, quizá podríamos organizar ahí una cena con las familias para festejar este compromiso —propuso Karan—. Lasha querrá conocer a su futura cuñada antes de la boda —completó satisfecho, aunque perspicaz.

Kylian aceptó, serio, acariciando con el pulgar la mano de Samantha, que sabía estaba en el límite de aquella situación, que lo tenía aturdido por la manera en la que estaba llevando todo y era claro que no podía pedirle más.

No habían hablado de los pormenores de la boda, pero justo en ese momento supo que ese plan lo aceptaría sin sentirse orillada a algo que odiaba. Podía conceder en muchas cosas, ser accesible e incluso ocurrente, solo si se trataba de ella, convino estudiando su perfil.

Solo para mí.  Serie Streoss I •BOSTON•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora