♡Capítulo 16♡

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Serena se apoyó contra la pared más apartada del ascensor mientras Diamante empujaba a Darien dentro y lo mantenía agarrado. Los dos parecían fastidiados, pero no de la misma manera. La cara de Darien estaba más que pálida, tenía un tono verde como un árbol a principios de la primavera. Seguía tragando aire y Serena sospechaba que eso era el preludio antes de que empezara a vomitar.
— Ni se te ocurra, j0d€r —rompió Diamante.
Darien tragó con fuerza y apretó los labios.
Cuando se abrieron las puertas, el par salió dando tumbos seguidos por Serena.
—¿Me puedes sacar las llaves del bolsillo? —preguntó Diamante.
— No me... encuentro... bien... —masculló Darien mientras Serena abría la puerta.
Diamante lo metió dentro de un tirón pero Darien se liberó de él y fue a su cuarto a trompicones. Un segundo más tarde se le oía vomitar.
Serena miró a Diamante. Ahora era él el pálido.
— J0d€r —dijo él—. No se me da bien... —
Le dieron arcadas y Serena lo alejó del cuarto de Darien.
— Yo iré a ver a Darien —dijo ella.
— No puedo... —a Diamante le dieron más arcadas.
Serena le dio un empujón.
— Márchate y piensa en otra cosa. —
Diamante casi corrió por la escalera. Serena se dio la vuelta hacia la puerta de Darien y, suspirando, entró. No se encontraba en el dormitorio, lo que era una buena cosa. La alfombra parecía cara.
Estaba sentado en el cuarto de baño, en medio de vómito acuoso, sus piernas y brazos abrazándose al váter. Al acercársele Serena, vomitó de nuevo. Al menos ahora apuntaba.
Serena tiró de la cadena. Él no se movió. Ella llenó un vaso de agua y se inclinó a su lado.
— Aquí, Darien, bebe ésto.
—¿Dónde está Diaaaaaante? —pronunció mal.
— Estaba a punto de imitarte así que lo despedí. Enjuágate la boca. —
El agua lo hizo vomitar otra vez. Y otra vez. Serena presionó otro vaso en su mano.
— Cuanta más agua bebas, mejor te sentirás. —
— No tienes por qué hacerme de j0did@ enfermera. —
Pero no protestó cuando Serena le sacó los zapatos y los calcetines, luego desabotonó su camisa y lo echó todo en la bañera.
Ahora ella tenía una vista clara de su tatuaje, un cuchillo intrincado, la hoja dirigida hacia el tr@s€r0. Ella limpió el suelo, puso el tapete del baño junto con la camisa de él y abrió los grifos. Darien se mantuvo encorvado sobre la blanca porcelana. No dijo nada hasta que Serena le lavó la cara con una toalla húmeda.
— Quiero que te vayas a la mi€rd@. —
— Quiero que te quites los pantalones. —
Los ojos de él se abrieron todavía más.
Serena se enc0gi0.
— Están cubiertos de vómito. —
Darien la miró fijamente un momento y luego se peleó con sus pantalones chinos caqui, dejándolo vestido con b0x€r negros. Serena los echó a la bañera y cerró el grifo. Volvió junto a Darien e intentó limpiarle las manos. Él se alejó.
— No tienes que hacer nada por mí. No quiero que lo hagas. —
Serena no le hizo caso y, frotando el jabón en un paño, le limpió cada dedo, limpiándole las palmas hasta que el único olor fue a coco.
—¿Crees que puedes levantarte? —preguntó ella.
Con su ayuda, él se puso derecho y los dos se tambalearon hasta su cama. Él se dejó caer de espaldas con un g€mid0, sus pies sobre la alfombra. Serena luchó para moverlo. Finalmente él se colocó bien, su cabeza sobre la almohada. Ella le echó el edredón por encima y cayó en el borde del colchón, respirando pesadamente.
 
Darien abrió los ojos y la miró en medio de la penumbra.
— Le amo. —
— Lo sé. —
Serena no estaba segura de cuándo se había dado cuenta. Era una idea que se había ido acercando, como un fantasma, un "algo" que uno no quiere admitir que es real. Dos chicos realmente guapos viviendo juntos. La belicosidad de Darien. La preocupación de Diamante. Darien había ido al club, se había emborrachado y le habían hecho daño. Y todo por causa de ella. El corazón de Serena reaccionó como si un puño lo estrujara. Se tragó la punzada de dolor.
— Él no me ama —susurró Darien—. Él tampoco te ama. Es incapaz de amar a nadie. Tú y yo somos iguales. Somos €stüpid0s, tristes bastardos porque nos f0ll@rá y nos abandonará. —
Darien dejó ir un hipo sollozante y se echó el brazo por la cara.
— Shh —Serena apartó su brazo y le tomó la mano.
— Va a abandonarme —susurró Darien—. No quiero estar solo. Quédate conmigo. —
Serena se puso junto a él y lo abrazó.
Darien despertó, esperando sentirse enfermo y en cambio se sentía contento y a salvo. También esperaba estar solo en la cama pero tenía su cara embutida contra un pelo sedoso y su brazo echado sobre un cuerpo suave. Serena. Darien tragó. Al menos ella no estaba en la cama con él, estaba solamente echada a su lado. No quería cabrear a Diamante. Darien dejó ir un silencioso suspiro.
Serena había cuidado de él, no Diamante. Ella se había quedado con él y no había ido con Diamante. No era extraño que Diamante hubiera hecho su retirada. Hacía un mes, cuando Darien se había intoxicado con un curry de un puesto callejero, Diamante vomitó y Darien acabó cuidando de él en vez de ser al revés.
Esta vez Serena se había encargado de los cuidados. Darien aspiró el floral perfume de su pelo y hociqueó en la parte de atrás de su cuello.
Su p0ll@ empezó a cobrar vida y a hincharse. Oh, ¡j0d€r! ¡Bájate ahora mismo!
Serena meneó su cül0 hacia atrás, y hasta con las mantas entre ellos, sentirla más cerca envió una oleada de sangre directamente a su p0ll@. Parte de Darien no quería que ella le gustara.
Quería odiarla por ponerse entre medio de Diamante y de él, solo que no podía. Veía lo que le gustaba a Diamante de ella y a él también le gustaba.
Mucho más que la atracción física, aunque ésa era fuerte. ¿Iba a estar ella entre ellos? ¿Quería ella estar entre ellos? ¿Dependía de él?
Darien le sacó el brazo de encima y se dio la vuelta. Ella se acurrucó contra su espalda y él pasó de gemir a reír. Tal vez no dependía ni de él ni de Diamante.
Diamante despertó para encontrarse echado sobre el sofá. Se sentó, gymi0 por el dolor de espalda y comprobó el reloj. Las cuatro y cuarenta de la madrugada.
Esperaba que Serena viniera y le encontrara después de encargarse de Darien. Diamante bajó las escaleras. No estaba en la habitación. Se rió silenciosamente cuando la encontró estirada junto a Darien, los dos profundamente dormidos. Darien estaba bajo el edredón y ella arriba. Diamante tocó la herida de la mejilla de Darien y suspiró.
No creía que Darien hubiera hecho nada €stüpid0 en el club, pero el Silva's era el sitio para hacer el €stüpid0 si eso era lo que querías hacer. Diamante hubiera preferido a Serena en su cama pero tal vez dejarla con Darien haría el milagro de ahorrarle a él cualquier explicación.
Mirándolos a los dos uno junto al otro, incluso aunque Serena estuviera vestida, le dio a Diamante una furiosa €r€cci0n. Dudó en d€snüd@rse y unírseles en la cama, pero si Darien vomitaba, entonces él también lo haría, y Serena no estaría muy feliz. ¿Podrían funcionar las cosas entre los tres? Diamante sabía que Darien estaba celoso, pero no tenía por qué. Deseaba a Darien tanto como antes de conocer a Serena, más, tal vez. Pero Diamante también deseaba a Serena. Ella era independiente y batalladora pero le hacía sacar el instinto protector. Ese j0did0 gilip0ll@s de Zafiro se había pasado, y mucho. Diamante se imaginaba que el tío casi la había vi0l@do la otra noche. Se ve que se calentaba controlando mujeres, pero había esc0gid0 mal esta vez.
Diamante regresó a su propio dormitorio. Se d€snüd0, dejó las ropas por el suelo y se miró la €r€cci0n. Con una caricia lenta se procuró aquel cosquilleo en sus p€l0t@s. Encendió una lamparita de noche y se puso delante del espejo del armario. ¿Lento o rápido? Ya no estaba cansado. Pues lento. Separó un poco los pies, rodeó con sus dedos la base de la p0ll@ y apretó. Diamante se sentía dividido entre mirarse la mano o mirarse a la cara. Su mirada se posó en la mano y empezó a deslizarse por la suave piel de su rígido p€n€, arriba y abajo.
Se imaginó a los otros dos con él. Los labios firmes de Darien alrededor de su p0ll@, los suaves de Serena. Los dos peleándose por la protuberante cabeza, pasando de una boca a otra, sus l€ngü@s chocando, bocas besándose la una a la otra y a él. La mano de Diamante se apresuró, pre—s€m€n derramándose en su puño, el lubricante ya listo.
Ahora Serena le daba lengüetazos, Darien... la cara de Darien estaba d€tr@s de él. La mano de Diamante dejó de moverse cuando olió el aliento mentolado de Darien.
—¿Necesitas una mano? —Darien preguntó.
— Necesito un cül0 —dijo Diamante.
Darien se colocó delante de él, apoyado hacia adelante y colocando sus manos sobre el espejo. Diamante l@mi0 lentamente, dejando un rastro, desde el mojado cabello de Darien por en medio de sus omoplatos, por cada hueso de su espina, a lo largo del cuchillo tatuado antes de dejarse caer de rodillas. Diamante le abrió las n@lg@s a Darien, sonrió por cómo el oscuro agujero temblaba y luego chasqueó su l€ngü@ sobre la fruncida apertura. La respiración de Darien, ya rápida y entrecortada, se volvió más ruidosa. Cuando Diamante deslizó la punta de su l€ngü@ dentro del @n0 de Darien, éste jadeó y le temblaron las rodillas.
El corazón aporreando y su p0ll@ pulsando, Diamante presionó su l€ngü@ más profundo y Darien comenzó a mecerse atrás contra su cara.
— Oh j0d€r, j0d€r —gymi0—. Tan bueno. —
Diamante obligó a Darien a abrir todavía más las piernas y le l@mi0 desde el @n0 hasta el mágico triángulo de sus p€l0t@s, saboreando el gusto, tomándose su tiempo. Agarró amablemente el saco de Darien con su boca y el sabor diferente envió una nueva remesa de sangre a la p0ll@ de Diamante. Un poco más hinchada y la m@ldit@ cosa iba a explotar como una salchicha en el microondas. Todavía de rodillas, Diamante giró a Darien, lo presionó de espaldas contra el armario y l@mi0 y besó la cara interna de sus piernas, su ingl€ y bajo sus b0l@s. Sin t0c@r la p0ll@.
Darien agarró con su mano la parte de atrás del cuello de Diamante, lo puso de pie y presionó su cara contra la suya. La l€ngü@ de Darien entró en la boca de Diamante y lo besó con una lenta deliberación que mandó el pulso de Diamante a niveles de ataque al corazón. El fuerte sabor de la pasta de dientes le picaba en la l€ngü@ a Diamante.
Su mano fue a la dura p0ll@ de Darien, y con su pulgar hacia abajo, empezó a tirar de ella. La mano de Darien hizo lo mismo con la suya. Sus l€ngü@s chocaron, deslizándose y peleándose mientras se besaban. Abrieron los dedos y sus manos compartieron el agarre de las p0ll@s mientras se fr0taban uno contra otro.
En segundos, sus cuerpos se retorcían uno junto al otro, un baile sucio y frenético de bocas, l€ngü@s, p0ll@s y mi€mbr0s mientras ellos l@mí@n, s0rbíqn, g€mi@n y tragaban aire. Finalmente Diamante se retiró jadeando y miró a Darien a los ojos, sus narices casi se tocaban. Besó la mejilla dañada de Darien.
— Eres un j0did0 €stüpid0. Podrías haber acabado mucho peor. ¿Por qué tuviste que ir solo? —
Darien soltó la p0ll@ de Diamante e intentó separarse. Diamante se acercó buscando su cül0 y lo apretó más cerca. Sentir la c@li€nt€ p0ll@ de Darien contra la suya le provocó a Diamante soltar pre—s€m€n.
— Me asustaste —susurró Diamante—. No puedo tratar con la idea de que estés herido. Ya es bastante malo que seas un poli sin tener que arriesgar también la vida en tu vida privada. —
Darien tragó aire ruidosamente
—Te d€s€0 —dijo Diamante—. No he dejado de desearte. Nunca lo haré. ¿Me estás escuchando? —
Darien asintió con la cabeza.
— Pero necesito a Serena también y quiero que tú la necesites. Puedo esperar, dejarte conocerla, sólo que no voy a dejarla ir, Darien. —
—¿Cuánto tiempo esperarías? —
— El que sea. —
Darien sonrió.
— Qué mentiroso eres. —
El corazón de Diamante le latía en el estómago.
— Eres incapaz de esperar nada —dijo Darien.
— Sí, j0d€r, claro que puedo. —
— No lo necesitas. ¿Por qué prolongarlo? Si ella no me quiere, pues lo podemos averiguar ahora. —
Diamante pasó su dedo a lo largo de los labios de Darien.
— Ella te querrá. ¿Cómo no podría? —
— Diamante, esto no es tan simple como lo haces sonar. —
— Sí, lo es. Solamente tengo que saber que no dice que sí porque es lo que quiero. Tiene que ser lo que tú quieras también. Tienes que desear a Serena. No dejaré que le hagan daño —Diamante se retiró un poco y miró a Darien a los ojos—. ¿La deseas? —
Ahora su corazón estaba usando su estómago como si fuera un trampolín.
J0d€r, ¿qué iba a hacer si Darien decía que no? Un asentimiento de su compañero y el mundo de Diamante dejó de inclinarse.
Darien sonrió y Diamante se unió a su sonrisa con una propia.
—¿Me deseas? —preguntó
Darien y se dirigió hacia la cama. Se dejó caer y se estiró con las piernas abiertas. Ver a Darien ahí tumbado, su p0ll@ brillando con crema, su propio puño meneándola con vagos golpes hizo que Diamante se quedara sin aliento. Cuando Darien apoyó los pies en la cama y abrió las rodillas, Diamante tuvo que apretarse las b0l@s para no c0rr€rse.
— Eres irresistible —dijo Diamante—. ¿Cómo pudiste pensar que no te d€s€0? —
Él se inclinó y le rodeó el cuello con las manos, lo echó sobre su cuerpo, devorando su boca con un beso tan dür0 y profundo que Diamante supo que luego le dolerían los labios. Pero se abandonó a Darien, su cabeza girando mientras sus l€ngü@s se batían en duelo. Todavía sentía el sabor de la pasta de dientes, un recordatorio de la €stüpid€z de Darien y la idiotez de Diamante pero olvidó ese pensamiento al perderse en la compulsión del beso.
 
Serena dejó de moverse, pero dentro de su inmóvil cuerpo descansaba un corazón que martillaba, acelerándole la sangre y revolviéndole el estómago.
Al final, parpadeó. No hubo diferencia.
Todavía estaban ahí, el uno en brazos del otro, d€snüd0s, besándose.
Eran... maravillosos. Torsos brillantes, ondulantes múscül0s, sus cuerpos enredados entre sí de tal manera que hacía difícil decir dónde acababa uno o empezaba el otro. Serena deseó estar con ellos allí.
Bueno, estaba allí, solo que ellos no lo sabían. Se escondió d€tr@s de la puerta y los podía ver por el espejo. No los observaría. Sabía que estaba mal, pero no había forma de que Serena se moviera.
Diamante se liberó y se echó hacia atrás. Serena podría ver su p€ch0 subir y bajar, los tendones apretados en su cuello, sus labios entornados mientras arrastraba el aire en sus pulmones. Él se echó un chorro de lubricante en la mano y se lo restregó por la p0ll@. Serena sintió un revelador apretón entre las piernas.
— F0ll@m€ —jadeó Darien—. Hazlo, Diamante. Ahora. —
Diamante dirigió su mástil entre las n@lg@s de Darien, deslizándose hacia abajo por la hendidura y el g€mid0 de Darien casi hizo que Serena gimiera también. Mientras Darien abría más las piernas, Serena las apretaba más.
La mano de Darien se había dirigido a su gruesa p0ll@, sus dedos apretándola más mientras tiraba de ella adelante y atrás. Diamante presionó más fuerte contra su @n0 y Serena observó la turgente carne desaparecer en el agujero de Darien centímetro a centímetro. Oyó los g€mid0s de Darien, vió las n@lg@s de Diamante apretarse y soltarse, tensar y flexionar mientras empujaba más lejos y salía, cada vez acabando un poco más profundo.
— Te siento tan bueno —dijo Diamante con un gruñido—. ¿Por qué pensaste que yo dejaría esto, te dejaría? Te necesito y tú necesitas esto. —
Serena deslizó su mano a su boca y hundió sus dientes en un lado de su dedo, con miedo a dejarse ir. Estaba tan cachonda que tenía las br@g@s empapadas.
Los dos eran hermosos. Observó cada empuje dentro y fuera del tr@s€r0 de Darien, vio la tensión en la cara de Diamante, el pl@c€r en la de Darien. Tenían los ojos cerrados, que era lo que Serena debería haber hecho, pero en vez de eso la ceguera de ellos la animaba a seguir mirando. Diamante empujó las rodillas de Darien más hacia atrás, doblándole en la cama, sus movimientos de c@d€r@ haciéndose más largos y dür0s. Entonces, a la vez que Diamante empujaba más profundo, empezó a rotar la pelvis, provocando un ruidoso g€mid0 en Darien.
— Oh Dios —jadeó Darien—. Hazlo otra vez. —
Serena tragó aire cuando Diamante p€n€tró a Darien con un movimiento retorcido. Un empuje poderoso, encendido, en el @n0 de Darien antes de que Diamante saliera hacia atrás una vez más. Serena estaba hipnotizada. Si el edificio hubiera estallado en llamas, no creía que fuera capaz de moverse hasta que lo hicieran ellos. Por Internet había visto a chicos tener s€x0, pero en general era una f0ll@da sin emoción, y si tenía sonido, era el cámara hablando sucio. Diamante y Darien estaban haciendo el amor. Podía verlo en sus caras, en sus toques, y se sintió culpable por haberse metido en medio, culpable por mirar. Diamante dijo que no estaba casado, pero lo estaba. Con Darien.
 
La espalda de Darien se arqueó en la cama mientras acercaba su ingl€ al empuje de Diamante y los múscül0s de Serena se apretaron en su c0ñ0. Oh Dios, eran c@li€nt€s. ¿Les importaría si supieran que los estaba observando? Diamante se estiró más sobre Darien, usando sus brazos para apretar las rodillas de Darien atrás hacia el p€ch0. Él empujó más rápido y más rápido y el c0ñ0 de Serena tembló espasmódicamente en torno a nada, deseando que la p0ll@ de Darien estuviera dentro de ella en vez de en su puño. La mano de Darien estaba borrosa, machacando su p0ll@ mientras Diamante lo amartillaba. Sus caras eran una mezcla de pl@c€r y dolor. Darien se mordió el labio mientras Diamante continuaba su frenético asalto.
— J0d€r, c0rr€t€ ahora —jadeó Diamante.
El cuerpo de Darien se tensó y con un enorme g€mid0, echó un chorro de s€m€n en su vientre, y luego otro que le llegó hasta el p€z0n. Serena se l@mi0 los labios mientras él se ordeñaba a sí mismo, hilos de s€m€n cubriendo su p€ch0. Un último empuje furioso de Diamante y él gritó mientras se enterraba en el cül0 de Darien.
Serena sabía que debería moverse pero sus pies estaban pegados al suelo. Diamante se salió de Darien y le bajó las piernas, acariciando los múscül0s de sus müsl0s.
La mirada de ternura entre ellos le secó la garganta a Serena. Diamante se echó junto a Darien, le giró la cara por la barbilla y lo besó, una caricia suave y gentil.
— Eres un j0did0 €stüpid0 —dijo Diamante, frotando su mano en el s€m€n sobre el p€ch0 de Darien, extendiéndolo sobre él, rodeando sus p€z0n€s. Luego se llevó la mano a la boca y se chüp0 los dedos, dejando que Darien también lo hiciera.
Serena jamás se había sentido más intrusa. Este era su momento, no el de ella.
Se movió poco a poco hacia atrás. Darien probablemente se había mudado de este cuarto cuando ella había aparecido. No era de extrañar que ella no le gustara. Tenía que irse. Solo que era muy temprano por la mañana y su bolsa estaba en la habitación de Diamante.
— Serena. Ven aquí —la llamó Diamante y Serena reaccionó como si la hubieran echado agua del ártico. Se quedó completamente congelada.

***Segundo capítulo de hoy!!

Serena en el medio (Adaptación) TERMINADAWhere stories live. Discover now