♡Capítulo 21♡

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Diamante y Serena llamaron para c0g€r pizza para llevar y estuvieron de regreso en el apartamento a las diez. Cuando entraron en la sala de estar, Darien holgazaneaba sobre el sofá con la mitad de su cremallera bajada, mirando la TV.
—¿Nos echabas de menos? —preguntó Diamante, viendo el pl@c€r en la cara de Darien.
— Sólo se fueorn un par de horas. ¿Huelo pizza? —
— Sip. —
— Voy a ponerme algo más cómodo —dijo Serena—. No quiero estropear este Vestido. —
— Ah no, de eso nada —dijo Darien—. No vas a salir de mi vista. Déjatelo todavía un rato, ¿si? —
Serena dejó caer los hombros.
—¿Y los broches en los p€z0n€s? —
Ella afirmó con la cabeza.
Darien se sacó su camisa azul de algodón por la cabeza y se la tiró.
— Déjatelos puestos y ponte esto. —
Ellos miraron cómo se ponía la camisa y se sacaba el vestido sin revelar una pulgada más de piel de lo necesario. Darien y Diamante se miraron el uno al otro y sonrieron con satisfacción.
— No funcionó —dijo Diamante—. Todavía estás increíblemente s€xy. —
La boca de Serena se crispó.
— Déjate los zapatos puestos —dijo Darien.
Los tres se tumbaron sobre el sofá, Serena en el medio.
—¿Qué miramos? —preguntó ella mientras le daba un mordisco a la pizza.
— Una película sobre hombres lobo —dijo Darien.
—¿Es divertida? —Serena preguntó.
Diamante intentó convertir una risa en una tos.
— Espera y verás. —
En sólo dos minutos Serena tenía su cara enterrada en el p€ch0 de Diamante. Darien levantó sus pies y los llevó a su regazo y jugueteó con los dedos que se asomaban al final del zapato. Diamante no sabía que Darien tenía una fijación con los tacones altos, pero juzgando el aumento en sus pantalones, estaba preparado y listo para disparar.
Diamante acarició el pelo de Serena y aspiró el olor floral de su champú.
Le encantaba lo diferente que olía y sabía de Darien. Ella se movió para mirar la pantalla y Diamante sintió levantarse su p0ll@. Serena era la única de ellos que prestaba algo de atención a la película. Darien había progresado hasta sus tobillos y Diamante pensaba en lo que estaba por venir. Cada pocos minutos se encontraba con la mirada de Darien y se sonreían.
— Por el amor de Dios, ¡c0rr€! —chilló Serena—. Ah Dios, está encima del coche. Bajo el coche. Van a c0g€rla. —
Darien puso su mano bajo los pantalones para ajustarse la p0ll@. Si Serena no estuviera tan pegada a él, Diamante habría hecho lo mismo.
— No puedo mirar —Serena dijo y apartó la cara de la pantalla—. Díganme cuando haya terminado. —
— Ahora —dijeron Diamante y Darien al unísono, justo cuando el hombre lobo hundía sus dientes en el cuello de la mujer y comenzaba a sacudirla. La pantalla chorreaba sangre.
—¡Ah bastardos! —dijo Serena con un g€mid0. —¿Pensé que te gustaban las películas de miedo? —Diamante preguntó.
— Y me gustan. —
—¿No estás disfrutando ésta? —Darien preguntó.
— Es encantadora. Casi prefiero una taza de cacao. Algo que me relaje antes de irme a dormir. —
— No vas a ir a dormir, así que no pasa nada —dijo Diamante.
Le hizo una señal a Darien para que le trajera más de beber. Ellos la necesitaban relajada. Diamante tenía que estar relajado. Su corazón rebotaba en su p€ch0 como una bala en una cueva. Qué modo de celebrar su primer año con Darien. Diamante nunca pensó que encontrarían a alguien como Serena. Se necesitaba a alguien muy especial para aceptar lo que ellos ofrecían. La vida siempre sería difícil.
Diamante rezó a Dios para que dentro de un año pudieran estar celebrando doce meses con ella. Sólo que tal vez no con una peli de hombres lobo en la tele.
Diamante deseaba poder decirle a ella cómo se sentía, deseaba poder decírselo a Darien, pero no podía arriesgarse. Admitir cuánto los amaba era un paso demasiado grande.
Las reacciones de Serena a la película hicieron a Diamante querer reírse.
Ella había hurgado con tanta fuerza bajo su brazo, que estaba casi d€tr@s de él, pero aún así quería verla. Chillaba y jadeaba por la menor cosa, incluyendo el gruñido inesperado de Darien en un momento tranquilo en el que Diamante tuvo que admitir que también le hizo brincar.
Cuando Diamante había sugerido parar la película y acostarse, ella se había negado rotundamente.
— Si no veo el final, estaré asustada de que vengan y me c0j@n —dijo ella.
— Serena, esto es una película. —Diamante se rió e intentó tirar de ella para ponerla de pie, pero ella rechazó moverse.
Darien se veía como si pudiera estar jugueteando con sus pies hasta el alba así que esperar ayuda de su parte era inútil. Se le ocurrió a Diamante que tal vez Darien estaba nervioso. ¿Había f0ll@do a alguna mujer por el cül0 anteriormente? No era el momento de preguntarlo.
Los tres se sentaron y miraron hasta que salieron los créditos y el hombre lobo se convirtió en un hombre y murió. Serena soltó un suspiro profundo y sorbió.
— No puedes estar llorando —dijo Diamante—. Hace un minuto lo querías muerto. —
— Es triste. Él no podía evitarlo. —
— Hora de acostarse —dijo Diamante y se desenredó para levantarse.
Serena se enroscó, en cierto modo viéndose más pequeña y el aliento quedó atascado en la garganta de Diamante. Él iba a acercarse hacia ella para decirle que todo iba a ir bien pero Darien la c0gi0 entre sus brazos.
— Ven aquí, pequeña cosita blanda —dijo Darien. Besó su frente, sus mejillas, por toda su cara, luego sostuvo su cabeza entre las manos—. Esto, ¿te parece bien? —Darien preguntó—. No tienes que hacer nada que no quieras. Sin presión, Serena. Podemos divertirnos sin esto.
—¿Ustedes dos ya han hecho esto antes? —preguntó.
— Dos o tres veces antes de conocer a Darien —dijo Diamante.
— Nunca. — Darien dio un suspiro profundo.
—¿Has cambiado de idea? —Diamante preguntó.
Ella sacudió su cabeza.
— En todo en lo que he sido capaz de pensar desde que aquel dilatador entró en mi cül0 es en cómo sería tener cada una de vuestras p0ll@s dentro, los dos en mi cuerpo. Os podríais sentir el uno al otro, ¿verdad? —
Diamante afirmó con la cabeza. Le ofreció su mano. Serena la tomó y agarró con la otra a Darien.
— Cama —dijo ella.
El corazón de Serena iba más rápido de lo que nunca lo había sentido golpear antes. Ella tiró de Diamante y Darien abajo, hacia el dormitorio, luego se sentó en el borde de la cama y los miró d€snüd@rse. Darien bajó su pantalón y su b0x€r de una vez y su p0ll@ se alargó tiesa y orgullosa hacia su ombligo. Debajo, sus p€l0t@s colgaban pesadas y bajas, la línea divisoria sobre el saco oscurecía a la luz de las lámparas. Los dedos de Diamante hurgaron en los botones de su camisa y Darien dio un paso a su lado para ayudarlo. Serena los vio mirarse a los ojos y luego besarse, un abrazo tierno que le hizo más difícil tragar.
Estaban de pie delante de ella d€snüd0s y Darien tiró de ella hasta levantarla. Le desabrochó la camisa mientras Diamante se agachó para quitarle los zapatos. Sus hombres iban muy despacio, la anticipación de Serena se hacía insoportable.
Sus dedos le acariciaron la piel, enviando temblores a sus terminaciones nerviosas, cada toque repetido en un tirón entre sus piernas. Su c0ñ0 se m0jó, su parte trasera le dolía, sus p€z0n€s tan sensibles que no estaba segura que pudiera soportarlo si ellos los tocaban. No llevaba sostén y ahora estaba de pie con la fina tira del t@nga, las tiras rojas de algodón y las estrellas de plata.
— Tus p€ch0s —Diamante tragó aire— son tan hermosos. —
Ella suspiró de alivio cuando las abrazaderas fueron quitadas, gymi0 de dicha cuando bocas húmedas calmaron la piel dolorida alrededor de sus p€z0n€s.
L€ngü@s mojadas l@mi€nd0 enviaron destellos llameantes atravesando su cuerpo. Las rodillas de Serena temblaron. Los ornamentos habían hecho sus p€ch0s más sensibles y valía la pena llevarlos puestos, pero sólo durante períodos cortos, aunque a Serena le había gustado cómo se veía con ellos. Diamante apartó el edredón y ella se puso atrás ante la cama.
Sus l€ngü@s c@li€nt€s continuaron l@mi€nd0 sus p€z0n€s. Serena rodeó sus cabezas con los brazos mientras ellos la chüp@ban, arqueando su espalda animándolos a tomar más. Diamante y Darien unieron sus manos y acariciaron su cuerpo, los dedos siguiendo el rastro bajo sus p€ch0s, bajando por el centro de su p€ch0 hasta su vientre donde su piel revoloteó bajo su toque. Ella los sintió reír a los dos cuando encontraron el lugar que la hacía brincar y siguieron volviendo hasta que la hubieron explorado por todas partes, menos en el lugar donde Serena los necesitaba. Sus manos apartaron el tanga, unos dedos se deslizaron dentro de la tira de tela y lo bajaron por sus piernas y pies hasta que desapareció.
Comenzaron por sus pies, los dedos del pie en sus bocas y el cosquilleo familiar le hizo dar un vuelco en el estómago y en las piernas, avisándole que estaba por empezar su escalada. De los dedos del pie a la planta a los tobillos a las pantorrillas. Pulgada a pulgada. ¿Competían por ver quien podía ir más lento? Serena pensó en preguntar, pero la idea se hundió en las olas de pl@c€r que barrieron sobre ella. Rodillas, delante y d€tr@s, las piernas se doblaron, müsl0s bajo sus manos y bocas, labios y pellizcos y lameduras, y Serena comenzó a temblar.
— Ah Dios, ¿qué me están haciendo? —jadeó.
Ella comenzó a golpear con sus brazos y Darien la echó contra la cama, permitiéndole agarrarlo mientras la besaba. Su l€ngü@ firme presionó su boca mientras los dedos de Diamante resbalaron en su deslizante c0ñ0, hurgando en su n@ta, usándola para hacerla mojarse más. Entonces, no con sus dedos sino con su l€ngü@, dio un barrido largo y s€nsü@l a lo largo de sus pli€gu€s antes de comenzar a invadirla, explorando cada hueco y canto. Darien empujaba su l€ngü@ en su boca mientras Diamante retiraba su l€ngü@ de su c0ñ0, un dúo de simetría perfecta.
Cuando Diamante introdujo el plüg @n@l a la vez que hurgaba en su c0ñ0, Serena gim0teó. Con cada una de sus terminaciones nerviosas ultra sensibles, el más ligero de los toques la volvía loca. Subía más rápido, más alto, peleándose por llegar a la cima para poder tirarse desde ella. Diamante aspiró su clim@x en su boca y Serena saltó de la montaña. Cayó, una caída al nirvana acompañada por gritos de alegría.
Darien acarició su mejilla, calmándola mientras ella volvía a sus sentidos.
—Eres maravillosa —susurró—. Estoy tan desesperado por ti que estoy a punto de explotar.
Diamante avanzó lentamente por encima de la cama, sus labios y barbilla brillando con sus jugos y una amplia sonrisa burlona sobre su cara.
—Sabes j0did@mente deliciosa.
Serena l@mi0 su n@ta de sus labios, restregando la l€ngü@ por su boca y Diamante la tomó. Darien se agachó entre sus piernas, l@mi€nd0 su c0ñ0, atormentando su clit0ris, presionando el plüg con sus dedos, sacándolo un poquito y luego empujándolo hacia adentro. Las ondas de d€s€0 comenzaron otro baile lento dentro de ella.
Diamante separó su boca y mientras Serena, con la vista velada, movió su cabeza para encontrarlo de nuevo, él apretó su mandíbula.
— Un pequeño c0ñit0 tan c@li€nt€ —susurró.
Se retiró, acercándose a Darien y los dos colocaron una almohada bajo ella debajo de su tr@s€r0. Las manos de Serena se agarraron a las sábanas cuando ellos juguetearon con ella. Al cabo de un rato ya no sabía la l€ngü@ de quién estaba dónde, o de quién eran los dedos que atormentaban su clit0ris, o los dedos de quién sacaron el plüg de su cül0. Alguien agarró su mano, la colocó entre sus piernas y la urgió a meter un dedo dentro de su c0ñ0, uniéndolo a otro. La continuada presión en su @n0 hizo tensarse a Serena.
— Está bien, gatita —la calmó Diamante—. Empuja hacia abajo. —
Entonces ya no era un dedo si no labios besando su tr@s€r0, una l€ngü@ incitándola. Serena sabía que esto era malo, ¡pero se sentía tan bueno! La sensación deliciosa de l@medur@s c@li€nt€s y húmedas hizo temblar su agujero. Echaba de menos el plüg, lo quería. Apenas lo pensó, sintió un dedo entrar en ella. Sus múscül0s se tensaron fuertemente, intentando rechazar al invasor y luchó por empujar tal y como Diamante le había dicho. El dedo se introdujo dentro más profundamente, el desconocido ardor €xcit@nd0la, estimulándola.
Serena se obligó a abrir los ojos. Diamante estaba en su parte posterior, Darien l@mí@ su c0ñ0. Diamante la miró a los ojos y esa mirada fue tan salvaje que el labio de Serena tembló. Ella apretó en su interior con una necesidad tan fuerte, que dolió.
 
— Quiero que te c0rrqs otra vez —Diamante susurró y apoyó la cabeza sobre su estómago.
Su dedo entró más profundo en su cül0 mientras él jadeaba sobre su vientre.
Serena se c0rri0 en medio de una explosión de estrellas, sus ojos completamente abiertos en vez de cerrados, con contracciones no sólo en su c0ñ0, si no por todas partes en su cuerpo, exprimiendo cada onza de pl@c€r de cada uno de sus poros.
Dejó de respirar y su corazón también se paró. El g€mid0 de Diamante vibró por su cuerpo y Serena agarró su pelo, llevando su mano hacia Darien y él se acercó para besar sus dedos.
—¿Estás bien, Serena? —susurró Darien.
Él la miró a los ojos y ella sabía que si hubiera dicho no, no pasaría nada. Pero Serena no quería decir no. Deseaba esto más de lo que nunca había deseado ninguna otra cosa. Una fantasía hecha realidad.
La almohada cayó al suelo, Darien se puso a un lado de ella y Diamante en el otro, olisqueando su cuello. Serena alzó su brazo para c0g€r la p0ll@ de Darien pero él se echó atrás.
— Sin t0c@r. Estoy cerca de una detonación nuclear aquí. —
Diamante levantó su pierna con su müsl0 y ella sintió resbalar entre su cül0 su gruesa p0ll@ mientras se acercaba a sus otros pli€gu€s. La mano de Darien colocó su vientre en posición para que la p0ll@ de Diamante estuviera contra su c0ñ0. Diamante dobló sus c@d€r@s y de un largo resbalón y con una cálida exhalación que le cosquilleó en la oreja, él clavó toda su longitud dentro de ella. Serena inclinó sus c@d€r@s hacia él y Diamante la agarró de la cintura.
—¡So! Darien no es el único en el filo del acantilado y me acabo de dar cuenta de que para que esto vaya bien estamos mal colocados. —
Los tres comenzaron a reírse. Diamante levantó a Serena y rodó sobre su tr@s€r0.
— Tú tienes que estar arriba —dijo él.
Serena miró abajo hacia su tiesa p0ll@, brillante con su crema, el pr€püci0 echado atrás revelando la delicada cabeza con forma de ciruela y el ojo parpadeante. Una gota de pre—s€m€n se deslizó.
— Serena, si me miras así, voy a perderlo antes de que me meta dentro de ti —dijo Diamante.
Darien c0gi0 la base de la p0ll@ Diamante y la sostuvo toda derecha mientras Serena se hundió abajo. Lo hizo despacio, sintiendo que Diamante temblaba mientras ella se abría para él, su p0ll@ ens@nch@ndola, obligándola a aceptar primero su anchura y luego su largo, mientras ella siguió empujándose hacia abajo. Los dedos de Darien le dieron una caricia rápida y desaparecieron y Diamante estaba tan dentro de ella como era posible, sus p€l0t@s apretadas contra su tr@s€r0.  sus múscül0s y él la miró airadamente.
— Ni se te ocurra. Todavía no —dijo.
Él la echó hacia abajo, así que ella descansó sobre su p€ch0, con sus manos acariciándola desde su cintura hasta agarrar sus ardientes n@lg@s.
—¡Hola preciosa! —susurró.
Serena sintió el frío lubricante contra su tr@s€r0 y se estremeció.
Intentó mirar hacia atrás, pero Diamante c0gi0 su cabeza.
— Relájate —dijo él y la sujetó.
Los dedos de Darien arremolinaron el resbaloso lubricante sobre su ano. Un dedo se coló dentro de ella y Serena corcoveó por la sensación.
Diamante gymi0 y se estremeció.
—¿Estás segura, Serena? —Darien preguntó.
— Segura —ella susurró.
La rígida punta de la p0ll@ de Darien tocó la abertura de su cuerpo.
Ella sintió cómo los múscül0s de los müsl0s de él se tensaron cuando él apretó hacia adentro.
— Ah Dios —Darien dio un g€mid0 que retumbó.
Serena tragó aire cuando él forzó su entrada de múscül0s poco dispuestos.
— Empuja hacia afuera, gatita —dijo Diamante.
— Esto quema —jadeó Serena.
Darien dejó de moverse.
— Está bien —Diamante acarició su pelo—. Eso es normal. Continúa empujando hacia fuera. —
Serena sintió cada milímetro de movimiento mientras la ancha cabeza de la p0ll@ de Darien presionaba dentro de ella, estirándola.
Parte de ella quería decirle "hazlo de una vez", pero Darien se tomó su tiempo, no la apremió. Su tr@s€r0 ardía con fuego mientras él apretaba con cuidado, moviéndose sólo un poco más lejos cada vez, pero más profundo con cada empuje. Entonces la presión y el dolor se unieron cuando la gruesa punta bülb0sa de su p0ll@ entró düramente a través de su barrera de múscül0s.
El dolor rápidamente fue atenuado por un agradable calor y el conocimiento de que lo mejor estaba por venir. Ella tomó una larga inspiración y luego la dejó ir. La p0ll@ de Darien traspasó el anillo de sus múscül0s y entró en el estrecho pasaje de su cül0. Los tres gimieron.
La sensación de plenitud dejó a Serena, tan llena con p0ll@s por sus dos c@n@les que no se podía ni mover.
— Oh j0d€r, estás tan estrecha —Darien exclamó—. Quédate quieta. Tienes que acostumbrarte a esto. —
Serena subió arriba y abajo sobre el p€ch0 de Diamante mientras él jadeaba. Sus p€z0n€s como rocas eran dos dür0s puntos, rozando contra él mientras ella respiraba entrecortadamente.
—¿Os podéis sentir el uno al otro? —susurró.
— Sí —Diamante sonrió.
Sus ojos entrecerrados parecían dr0g@dos de s€x0.
— Esto se siente tan bien —Darien gymi0—. Pero j0did@mente apretado.
—¿Cuándo vais a moveros? —preguntó Serena.
Ella sintió su risa disparar a través de sus p0ll@s y ella apretó sus múscül0s internos.
— Jesús, Serena —dijo gruñendo Diamante y colocando sus manos alrededor de sus c@d€r@s.
Ella lo vio mirar a Darien y afirmar con la cabeza. Darien fue el primero en moverse, retirándose así que sólo la punta de su p0ll@ quedaba dentro de ella, pero cuando empujó dentro de nuevo él sacó a Diamante de su cuerpo. Comenzaron un baile rítmico, Diamante metiéndose en su c0ñ0 mientras Darien salía de su @n0.
Serena no podía hacer nada más que apretar cuando ellos estaban dentro de ella e incluso eso era difícil. Dentro y fuera, dentro y fuera y los tres gruñían y g€mi@n, respirando entrecortadamente cuando podían.
Brillaban sudorosos mientras la carne mojada golpeaba contra carne mojada.
Serena se c0rri0 una vez, un mini 0rg@sm0 que le condujo a otro un poco más fuerte, y supo que su cuerpo estaba a punto de deshacerse completamente.
Sus bruscas respiraciones y el fuerte olor almizcleño del s€x0 aparecieron en la mente de Serena. No tener nada de control en el momento de la liberación, era algo diferente. El cuerpo de Serena estaba lo bastante tenso como para romperse. Tiras de relámpago se agarraron a su espina e irrumpieron en su cerebro. Ella perdió el tacto en sus piernas, tenía demasiado sintiendo entre sus piernas. Los chicos perdieron el ritmo y Serena dejó de respirar. Cada uno de ellos esclavo de su 0rg@sm0, saltaron hacia la línea de llegada. Diamante echó los brazos de ella hacia atrás por encima de su cabeza. Darien unió sus dedos con los de ellos y por un momento el mundo dejó de girar...
— Serena, respira —dijo Diamante.
Ella vio dos caras preocupadas, abrió su boca y nada pasó.
Diamante le dio un bofetón y ella tomó aire. Él la abrazó.
— Lo siento, lo siento —él lloró—. Ah Dios, no quise golpearte pero es que no respirabas. —
— Está bien. Estoy bien —ella jadeaba.
El par se derrumbó a los dos lados de ella.
— Pensé... —empezó Diamante —. Jesús. —
Serena recuperó el aliento y rodó de modo que se puso boca arriba. Colocó su cabeza entre sus brazos cruzados y los miró.
— Nunca en mi vida me había corrido así —dijo—. Fue... —
Ellos abrieron los ojos y la miraron.
— Fue la sensación más intensa que he tenido. Durante un minuto no supe dónde estaba. Solamente me corría y me corría y me corría. —
Ambos sonrieron un poquito.
—¿Sabéis cuando sentís que lo único que queréis hacer es seguir corriéndoos? Bien, pues se parecía a eso. No me paré —ella se sentó—. J0d€r, tenemos que hacerlo otra vez. —

***En un ratin subo un capítulo más!!!

Serena en el medio (Adaptación) TERMINADAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt