♡Capítulo 18♡

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Cuando Darien la levantó del agua, el alba se rompía al este. Un tinte rojo se cernía debajo de las nubes y Serena se estremeció con el aire frío. Darien depositó un beso en sus labios y sonrió. Cuando ella se puso de pie sobre la cubierta,
Diamante la envolvió en una toalla.
— Ahora tu turno —dijo Darien.
El corazón de Serena palpitó. Darien debió haber visto la preocupación en su cara porque besó la punta de su nariz y la abrazó.
Diamante le pasó los dedos por el cabello mojado.
— Nadie va a hacerte daño, gatita. Entendemos lo que significa "no". Sólo queremos darte tanto pl@c€r como tú nos lo has dado —dijo Diamante.
— Más —dijo Serena y se estremeció cuando comprendió que lo había dicho en voz alta.
— Ah, esto es un desafío si alguna vez oí uno —Diamante rió entre dientes.
Serena miró sus ojos y fue presa del pánico.
— Al escondite. Cuenta hasta cinco millones —dijo y salió corriendo.
Necesitaba un par de minutos para recuperar la compostura. ¿Quedarse o c0rr€r? Mientras se lanzaba escaleras abajo se le ocurrió que revolucionarles de ese modo iba a empeorar las cosas, pero ya era demasiado tarde y, francamente, no quería c0rr€r. Abrió la puerta del armario en el dormitorio principal, se encendió una lucecita y se metió dentro. Serena encontró a la altura de sus ojos con lo que pensó que era una maraña de cinturones de cuero. ¡Ah, cinturones no!
Algún tipo de equipo. Lo que colgaba al lado de ella era el látigo que Diamante mencionó. Entonces, no era una broma. El corazón de Serena dio un pequeño salto. ¿Qué más había aquí?
Cuando se abrió la puerta se sentó rodeada de juguetes s€xü@les, sosteniendo una mordaza de b0l@ y un anillo para el p€n€.
— Ups —dijo ella.
— Pillada —se rió Diamante.
—¿Os gusta jugar, muchachos? —
Serena no se perdió el temblor de Darien ni la flexión ascendente de su p0ll@.
Diamante c0gi0 la mordaza y el anillo de ella.
— De vez en cuando. No estamos en ello todo el tiempo pero puede ser divertido.
— En realidad, Diamante, los anillos para la p0ll@ no son una mala idea. Podemos atormentarla durante minutos en vez de segundos.—
— Asegúrate que me das el c0rr€cto esta vez —le dijo Diamante a Darien, dándole una palmada en la espalda.
—¿Qué pasó? —preguntó Serena.
Darien se apartó del medio cuando Diamante estiró la mano para golpearle.
— Tuvo que sentarse en un baño frío durante treinta minutos para conseguir quitarse esa cosa.
Serena se rió disimuladamente y Diamante la fulminó con la mirada.
—¿Puedo mirar cómo se los ponen? —ella salió del armario.
Darien c0gi0 el que sostenía Diamante y Diamante metió la mano en el armario para c0g€r otro. Ambos estaban hechos de cuero negro. Serena se acercó mientras se tocaba con las manos sus propios s€n0s.
— Oh Dios, Serena, si haces que me ponga un poco más rígido no seré capaz de ponerme esto —dijo Darien.
— Lo siento.—
Darien metió la piel de su saco por el anillo, luego metió sus p€l0t@s una por una.
Dobló su p0ll@, empujando la punta bajo la c0rr€a de cuero y después tiró del anillo hacia arriba, ajustándolo hasta que fue cómodo.
— Oh, se ve bien—dijo Serena—. Muy s€xy —pasó él dedo alrededor de las p€l0t@s de Darien y luego encima de la cabeza de su v€rg@. Ésta se levantó y creció.
Ella se rió tontamente.
— Mi abuela siempre decía que yo tenía dedos verdes.
—Dedos mágicos —susurró Darien.
Serena se giró para mirar a Diamante y él hizo exactamente lo mismo que Darien. Pero mucho más rápido. Serena les sonrió astutamente.
— Si tuviera un par de pequeñas cadenas, podría llevaros por ahí de vuestras p0ll@s. —
— No necesitas cadenas. Lo haces de todos modos —dijo Diamante.
— Pero esta vez tú estás a nuestra merced —añadió Darien.
A Serena le gustó la idea de ser temporalmente sumisa. El pensamiento de dejarles hacer todo lo que ellos quisieran, la transformó en una fuente.
Literalmente. Su c0ñ0 se desbordó. Ella gymi0, convencida de que su crema goteaba por sus piernas. Sabía que ellos apenas tendrían que t0c@rla para que se deshiciera. Con sólo respirar sobre ella probablemente lo lograría.
— Ponte de espaldas —dijo Darien.
Serena se subió lentamente a la cama y meneó el cül0 antes de darse la vuelta.
No tenía ni idea de qué se había metido en ella. Ese pensamiento la hizo reír.
Sabía exactamente qué se había metido en ella. Darien se puso a un lado, Diamante en el otro y bajaron las cabezas a sus s€n0s. Darien lamía, usando cada parte de su l€ngü@, punta, inferior y superior. Él se deslizó sobre su piel en barridos cortos y largos, hacia atrás y hacia adelante después rodeando el p€z0n, introduciéndolo en la boca con sus labios húmedos. Sus dedos, ligeramente más ásperos que los de Diamante, la atormentaron también, haciéndole cosquillas en el p€ch0, incitando la carne en su boca. Diamante utilizó los dientes, m0rdi€nd0 suavemente y después calmando golpeando con pequeños besos. Su mano suave la acarició en arremolinados bucles. Abrumada por las diferentes sensaciones, áspera y delicada, dura y suave, Serena se retorcía debajo de ellos.
¿Sabían lo que el otro estaba haciendo?
Ellos cambiaron y Darien fue el que mordió, más dür0 de lo que Diamante lo había hecho, el borde de sus dientes tirando de su sensible p€z0n, arrastrando otra oleada de calor en su empapado c0ñ0, enviando fuego eléctrico danzando a lo largo de sus nervios. Serena jadeó ruidosamente.
—¿Así, bombón? —preguntó Darien.
Serena echó la cabeza hacia atrás y él se rió contra ella.
Diamante sorbía como un bebé, una boca húmeda moviéndose en círcül0s por su p€ch0 antes de que él se pegara a su p€z0n y succionara. Serena cerró los ojos y se dejó llevar. Era como estar en un parque de atracciones, sentada sobre un sacacorchos volador que giraba, anticipando parte de la diversión, las primeras curvas para construir la €xcit@ción, sabiendo que lo mejor aún estaba por venir y ella no podría bajarse aunque quisiera.
Serena deslizó las manos en sus cabellos, tirando del fino de Darien, lisos mechones por sus dedos, se enredó por un momento en la encrespada maraña de Diamante. Sus mi€mbr0s sujetaron sus müsl0s completamente, manteniéndole las piernas abiertas, mientras sus bocas continuaban su implacable asalto.
 
Las manos se deslizaron de sus p€ch0s a sus costillas. Serena movió sus manos también, pasándolas por sus cuellos, retorciendo el frágil cabello de sus nucas antes de que arrastrara los dedos más abajo por sus muscül0sas espaldas.
Cuando sus bocas abandonaron sus s€n0s para seguir a sus manos por sus costillas y besar a su paso por la suave curva de su vientre, Serena se arqueó en sus abrazos, sus g€mid0s cada vez más ruidosos.
Dedos suaves se arrastraban hacia el valle de su ingl€ y las c@d€r@s de Serena se resistieron.
— Cálmate, gatita —susurró Diamante—. Estamos llegando a lo bueno. —
Dedos masculinos se encontraron y se unieron y se movieron sobre sus hinchados pli€gu€s, extendiendo su crema, atormentando su carne, y los múscül0s de Serena apretados y restringidos, trataron de tirar de ellos.
— Oh, Dios —jadeó ella.
Dos dedos trabajaban en su interior al unísono, sumergiéndose en su apretado c0ñ0, moviéndose en círcül0s y frotando su clit0ris, sin posibilidad de tomarse un respiro, sin parar, y Serena se deshizo.
Ella se deshizo bajo sus caricias, endureciendo y retorciendo cada múscül0 y sus manos presionaban sus espaldas, esperando que ellos no se detuvieran.
Diamante la levantó mientras Darien se colocaba en medio de la cama. La cabeza de su p0ll@ estaba de un rojo furioso, una gota de pre—s€m€n brillaba en la punta. Él tocó la ajustada banda de cuero que atrapaba su v€rg@ y testícül0s y después se acarició, extendiendo la perla de pre—s€m€n, deslizando su mano hacia arriba y hacia abajo de su grueso eje.
— F0ll@m€, Serena —dijo Darien con una voz ronca.
Serena se sentó a horcajadas sobre sus c@d€r@s. Darien sostuvo la base de su p0ll@ mientras Diamante agarraba los müsl0s de ella y luego la bajaba a Darien mientras él empujaba hacia arriba en ella. La p€n€tr@ción era tan profunda que Serena pensó que había golpeado su corazón.
— Oh, j0d€r —ella tragó aire ruidosamente.
Por un momento, nadie se movió, el único sonido era la respiración pesada. Darien había cerrado los ojos, ahora los abrió y la mirada que le echó arrastró una fuerte contracción hacia c0ñ0 de Serena. Darien siseó.
Diamante tiró de ella hacia atrás en sus brazos mientras se arrodillaba d€tr@s de ella. Él deslizó sus manos en sus c@d€r@s, su v€rg@ presionaba contra su espalda mientras la ayudaba a moverse hacia arriba y hacia abajo. Serena levantó las manos, envolviéndolas d€tr@s del cuello de Diamante y dejándole montar su cuerpo. Sus tejidos delicados fueron estirados hasta el límite por el ángulo y el contorno de Darien mientras golpeaba en ella. Las manos de Darien sustituyeron a las de Diamante en sus c@d€r@s y las manos de Diamante se apoderaron de sus s€n0s, @m@sando los p€z0n€s, su cabeza sobre el hombro de ella. El sonido de la respiración entrecortada y del golpe de carne húmeda hizo subir a Serena más alto. Cuando Diamante le dio un mordisco fuerte en el cuello, Serena gritó y se metió de lleno en el 0rg@sm0, atrapada en el torbellino de giros y vueltas mientras sus múscül0s se apretaban en su frenesí. Si Diamante no hubiera estado sosteniéndola, se habría derrumbado.
La p0ll@ de Darien palpitaba dentro de su c0ñ0, rociando c@li€nt€ s€m€n tan profundo y fuerte que ella sintió cada chorro. Diamante pegó su p€ch0 contra su tr@s€r0, agarrándola con fuerza.
— Dios mío, Serena —jadeó Darien.
Ella bajó las manos y él entrelazó los dedos con los suyos.
— Siento cómo tu c0ñ0 se tragó mi p0ll@ —dijo Darien.
— Quiero probarla —Diamante la levantó sacándola de Darien y la acostó a su lado.
Mientras Darien presionaba sus labios contra los suyos en un beso suave, Diamante enterraba su cara entre sus müsl0s. Su l€ngü@ hizo un largo y lento barrido desde su clit0ris a su cül0 y Serena gymi0 en la boca de Darien.
—¿Estás bien, amor? —preguntó Darien.
Serena no estaba segura de que alguna vez fuera a estar bien de nuevo. La l€ngü@ de Diamante la estaba volviendo loca. Su c0ñ0 estaba tan sensible que el roce más leve hacía saltar su pulso como si él tuviera un rayo disparando en su boca. Entonces Darien se deslizó hacia abajo para participar y Serena dio un g€mid0 lastimero. Cuando sintió el dedo de Darien bueno, pensó que era el de Darien— en su @n0, el g€mid0 aumentó en volumen y se convirtió en una serie de pequeños esp@sm0s.
Diamante cambió de posición, se dio la vuelta, la colocó sobre su parte superior, empalando su c0ñ0 con su p0ll@ y manteniendo sus piernas abiertas con sus pies. Darien se tumbó a los pies de la cama. Serena les dejó hacer lo que quisieran.
Todo se sentía bueno. El dedo de Darien empujó insistentemente en su cül0 y la presión hizo que Serena arqueara sus c@d€r@s.
— Presiona hacia afuera, gatita —dijo Diamante.
Ella sintió la presión y el ardor, y entonces Darien tuvo todo el dedo en su interior. Serena gymi0 y comenzó a jadear.
—¿Te hago daño? —preguntó Darien.
— No. Está bien —murmuró ella, sin estar segura de ser coherente.
— Puedo sentir tu p0ll@, Diamante —dijo Darien en voz baja—. ¿Puedes sentirme? —
Él giró el dedo y Diamante y Serena gimieron al unísono.
Darien se echó a reír.
— Tomaré eso como un sí. —
Con la palma de su mano en el tr@s€r0 de ella, él se deslizó dentro y fuera del cül0 de Serena y la sensación de su dedo y de la p0ll@ de Diamante f0ll@nd0la, reavivaron las brasas de su clím@x. Serena sacudió las c@d€r@s. Diamante comenzó a impulsarse más rápido y más profundamente. Darien llevó un dedo a la parte delantera del cuerpo de ella para frotar su clit0ris. Serena quería todo más dür0, más rápido, más profundo y sin que ella dijera una palabra, eso fue lo que le pasó.
Cerró los ojos y algo explotó dentro de su cabeza. Sintió como si estuviera siendo tocada por todas partes. Sus cuerpos encima de ella, sus bocas l@mi€nd0, manos acariciando, cabellos rozando. Ellos se movieron hasta que ya no supo quién la tocaba ni dónde, a quién sentía. Las contracciones se apoderaron de ella, arr@str@ndola hacia adelante. Sintió los dedos de Diamante quitándose el anillo y él lanzó chorros en su interior con gruñidos de profunda satisfacción. El clim@x de Serena fue tan fuerte que ella dejó de respirar. Los espasmos m0rdier0n una y otra vez. Estaba perdida, no podía ver, no podía pensar.
Brazos fuertes la abrazaron, unos labios la besaron y ella se dejó ir.
— Se ve guapa cuando duerme —dijo Darien.
Diamante miró a Serena tendida boca abajo sobre la cama, su tr@s€r0 al descubierto, la cicatriz de la astilla era una línea roja sobre la piel blanca. Tenía las manos metidas bajo su cuerpo y su cabeza girada.
— Creo que la hemos agotado —susurró Diamante.
Cerró la puerta del dormitorio. Él y Darien estaban con su equipo de c0rr€r, camisetas y pantalones cortos. Siempre corrían en las mañanas de sábado.
—¿Estás seguro de hacer esto? —preguntó Diamante cuando salían del apartamento.
— Sí. Creo que la maratón de s€x0 venció la resaca. —
— Tendré que recordarlo —Diamante sonrió abiertamente.
La pareja bajó las escaleras por el lado del edificio y salieron al sendero que corría junto al Támesis.
—¿Te hace una apuesta? —preguntó Darien.
Diamante dejó de estirarse, de pie sobre una pierna y tirando de su pie hacia su tr@s€r0.
— Darien, nunca me has vencido. —
— Tal vez te he dejado ganar. —
Diamante sonrió. Darien estaba tramando algo.
—¿Qué tienes en mente? —
— Si llego a Canary Wharf antes que tú, quiero su cül0 primero.
Diamante vio la determinación en los ojos de Darien. Podría haber dicho que no. Físicamente, Serena tendría menos problemas con su p0ll@ que con la de Darien, además, Darien no era el único que quería ser el primero.
De todos modos Darien nunca le había derrotado y a Diamante le gustaba un desafío.
¿Por qué no c0rr€r para ganársela?
— Bien —dijo Diamante y empezaron a c0rr€r—. Aunque tengo que decir que creo que estás siendo un poco infantil —Diamante echó un pie en el tobillo de Darien para hacerle tropezar y escapó.
— Bastardo —gritó Darien y Diamante lo oyó resonando d€tr@s de él.
Diamante sabía que el ritmo que había puesto era ridícül0. Ellos eran c0rr€dores de fondo, no velocistas, pero Darien se quedó en sus talones, impulsándose en todo momento. Diamante se preguntó sobre el comentario de Darien de que había estado dejándole ganar. ¿Era cierto? Eran una extraña pareja, Diamante lo sabía. Sus otros compañeros habían sido sumisos, pero la fuerza de Darien era una de las cosas que le atraían a Diamante. Él no era una persona fácil de convencer. Pero meter a Serena en la ecuación había sido un riesgo. La noche anterior había sido una de las mejores j0did@s noches de su vida pero necesitaba que Darien fuera parte de ello. Si Darien tenía el cül0 de cereza de Serena, ¿haría eso una diferencia? ¿Debía dejar que Darien ganara? Diamante pensó en el dulce tr@s€r0 de Serena y decidió no hacerlo. Si Darien lo quería, tendría que luchar por ello.
Las brillantes torres de Canary Wharf estaban a la vista. Siempre corrían hacia el mismo punto, un tablón de anuncios en el muelle que decía 'no nadar'. Cristo, como si alguien quisiera. Una vez vieron un perro muerto flotando en el agua, su cuerpo hinchado, el collar apretado alrededor del cuello. Darien había llamado para informar de ello. Diamante sonrió. Él siempre estaba de guardia. Por lo general, se quedaban de pie y contemplaban el agua un ratito y luego volvían haciendo footing. El tiempo era perfecto para c0rr€r. Un ligero escalofrío en el aire. Diamante respiró hondo.
Eso fue un momento antes de que se diera cuenta que Darien le había pasado.
Demasiado ocupado pensando en el puñetero tiempo y no en el delicioso tr@s€r0 de Serena. Diamante aumentó el ritmo. Así lo hizo Darien.
Era un buen trabajo, no había muchas personas alrededor. Los dos estaban esprintando ahora y a Diamante le dolía todo. Sus pulmones le punzaban, sus piernas eran de plomo. Adelantó a Darien mientras giraban la última curva. El punto de llegada estaba a la vista. A unos ciento ochenta metros. Diamante puso todo lo que tenía en ello. El sudor cubría su rostro. Su camiseta estaba empapada. Su respiración se oía por todo el lugar, jadeos desiguales mientras su pulso palpitaba en su cabeza. Cuarenta y cinco metros y Darien tomó la delantera. Diamante nunca lo alcanzó. Por sólo unos segundos, pero Darien había ganado.
Ninguno de los dos podía hablar. Se inclinaron sobre la barandilla, esforzándose por introducir aire en sus pulmones. Diamante miró a Darien y le dio una pequeña sonrisa. Incluso sudoroso y agotado, Darien tenía buen aspecto, su cabello negro estaba húmedo y se pegaba a su reluciente rostro. Le disparó a Diamante una sonrisa triunfal, sus ojos brillantes y €xcit@d0s. Diamante asintió con la cabeza. No podía hablar. Darien se dio la vuelta y se apoyó de espaldas a la barandilla. Diamante sintió una oleada de lüjüri@. Quería saltar sobre Darien. Con aquellos pantalones cortos grises por debajo de sus c@d€r@s, sus piernas largas y muscül0sas estiradas y su botella de agua inclinada a su boca, el tío parecía un modelo para un anuncio de bebida deportiva. Diamante gymi0 mientras su p0ll@ tensaba sus pantalones cortos. J0d€r.
—¿Podemos volver andando? —preguntó Diamante.
— Tú puedes andar —Darien se puso en marcha otra vez.
Diamante suspiró, sus ojos en el tr@s€r0 de Darien. Había algunas compensaciones para ser el que lo siguiera.
Cuando regresaron, Diamante se sentía cansado y dolorido pero su cabeza estaba despejada. La vida parecía magnífica. Era bueno que Darien hubiera ganado.
Serena sería suya de un modo que era especial.
Su alivio de que Darien hubiese aceptado a Serena era enorme. Diamante no quería pensar qué habría hecho si el par se hubieran odiado el uno al otro.
Serena era... oh Dios, era fantástica. Divertida, dulce, suave... perfecta. La forma en que había aceptado su estilo de vida le había emocionado. Que ella fuera tan s€xü@lmente aventurera iba más allá de sus esperanzas más salvajes. Diamante quería protegerla, cuidar de ella, abrigarla, no dejarla ir nunca.
Si esto era lo que había estado buscando, y pensaba que lo era, entonces Diamante sabía que sus vidas no serían fáciles. Una casa con tres podría no levantar sospechas, pero, finalmente, los padres querrían saber por qué sus hijos e hija no estaban casados. Los tres nunca podrían ser cariñosos en público fuera de su propia compañía. Diamante y Serena como pareja estaba bien.
Así como lo estaba Serena y Darien. Pero ninguna otra combinación.
Diamante siguió a Darien a la cocina. Darien le dio una botella de agua de la nevera y Diamante se bebió la mitad, después apoyó la botella fría en su frente. Gotas de condensación corrían por su rostro. Darien se quitó la camiseta y el aliento se atascó en la garganta de Diamante. Gruñó. Darien se giró para mirarle y se rió. El sudor se había enmarañado el pelo del p€ch0 de Darien y los ojos de Diamante recorrieron la línea oscura hasta que cayeron por debajo de la cintura de sus pantalones cortos. Un roce contra la p0ll@ de Darien y se hinchó en la mano de Diamante. Sintió la respuesta resonando en su ingl€.
—¿Somos normales? —preguntó Darien.
Diamante se enc0gi0 de hombros.
— A mí me va bien así. —
 
Serena excavó más profundo bajo el edredón. Cálido y confortable, no quería moverse porque cuando lo hacía, se €xcit@ba. La cama olía a Darien y Diamante. A s€x0. Dios, ¿cuántas veces se había corrido anoche?
 
Los chicos eran insaciables, incansables y muy inventivos. Se rió en silencio en la almohada. Resultó que ella también lo era. Serena estaba viviendo una fantasía s€xü@l. Dos tíos que querían hacer que se corriera una y otra vez.
Sintió un cosquilleo familiar entre sus piernas. Incluso sólo pensar en Diamante y Darien la ponía c@li€nt€.
El colchón se hundió y arrastró a Serena más cerca de la conciencia. Las manos de Diamante eran más suaves que las de Darien, pero los dedos de Darien eran más largos y gruesos. Los susurros la empujaron hacia el estado de vigilia, pero entonces el sonido se desvaneció y ella se relajó otra vez, metiendo la mano debajo de la almohada. Sus bocas eran encantadoras. Diamante besaba más dür0 que Darien, como si intentara perderse en ella, pero ambos besaban mejor que cualquier hombre con el que hubiera estado antes.
Serena imaginó manos que le separaban los müsl0s. Un g€mid0 escapó de su boca. Labios húmedos rozaron su c0ñ0 y Serena gimoteó.
Una l€ngü@ c@li€nt€ l@mi0 sus pli€gu€s hinchados y el dolor se volvió pl@c€r.
Se sentía tan real, pero es que ellos la atormentaron tan despiadadamente, que la cabeza de Serena estaba confusa. De modo que ahora era fácil imaginarles complaciéndola. Un soplo ligero de aire sobre su clit0ris y Serena trató de rodar. Un cuerpo firme la detuvo. Un brazo se envolvió alrededor de su p€ch0 y la echó hacia atrás hacia una dura cresta de múscül0. Ah, no era un sueño.
— Buenos días, tigresa —le susurró Diamante al oído y sus dedos extendidos sobre sus s€n0s, rozando sus p€z0n€s erguidos.
— Uh —gruñó Serena, todavía nadando hacia la superficie.
La l€ngü@ de Darien atormentó sus pli€gu€s mojados, sorbiendo ruidosamente el trayecto hasta su clit0ris y masajeándola con pequeños movimientos hasta que Serena inspiró buscando aire. Los dedos de Darien se unieron a su boca y
Serena sintió tensarse la p0ll@ de Diamante entre sus piernas. Un deslizamiento suave y liso y Serena se encontró empalada sobre la v€rg@ de Diamante. Él rodó para que ella se acostase con la espalda contra su p€ch0 y mantuvo sus piernas separadas con los pies.
— Buenos días —murmuró Darien entre sus piernas.
Diamante tenía una mano sobre cada s€n0, exprimiendo los delicados montícül0s suavemente con sus dedos, apretando sus p€z0n€s, pero sin mover su p0ll@, hasta que Serena empezó a menearse contra él. Diamante deslizó las manos por su cuerpo y la bajó lentamente sobre su €r€cci0n mientras Darien enterraba la cara entre las piernas de ellos.
Serena sabía que él chüp@ba a Diamante al mismo tiempo que trabajaba en ella. Diamante lanzaba pequeños jadeos en su oído. Él liberó sus piernas para poder moverla más fácilmente y la frotó arriba y abajo por su p0ll@ c@li€nt€.
El 0rg@sm0 de Serena se estrelló sobre ella como una ola gigante, arrasando todo a su paso. Su mente se inundó con el primitivo pl@c€r mientras montaba cada contracción. Diamante la abrazaba fuerte y derramó su s€m€n en ella con gruñidos ruidosos.
Darien continuó mamando su clit0ris, su cabello suave y hüm€d0 rozándole los müsl0s, sus mejillas suaves presionando contra ella.
Serena le deseaba. Ahora. Cada múscül0 se había tensado hasta el punto del dolor. Casi como si Diamante supiera lo que había estado pensando, la soltó y le dio la vuelta para que estuviera boca abajo sobre la cama. Darien le agarró las c@d€r@s y tiró de ella hacia arriba. Él estuvo dentro de ella en un instante, deslizándose a través de su crema y del s€m€n de Diamante, conduciéndose profundamente dentro de ella. Dios, él era enorme. Serena gimoteó cuando la p0ll@ de Darien salió de ella en un largo y lento deslizamiento antes de volver a entrar.
Diamante estaba a su lado observando, sus dedos acariciando el cabello de ella.
— Más dür0 —jadeó Serena y Darien se esforzó.
Había levantado las c@d€r@s de Serena así que ella estaba sobre sus rodillas y empujaba atrás hacia él mientras él tiraba hacia delante en ella. Serena se sintió remontando otra vez. Rayos fundidos bajaron por su espalda y su c0ñ0 se contrajo alrededor de él, arrastrando el 0rg@sm0 de su v€rg@. Serena sintió cada disparo, cada chorro c@li€nt€ y gritó.
— Dios, Serena, esto se siente tan bien —jadeó Darien.
En el momento en que se retiró, Diamante se dejó caer, sus labios l@mi€nd0 su c0ñ0. Darien giró la cara de Serena hacia la suya y la besó, un beso profundo y apasionado, y ella se derritió. Ellos iban a m@t@rla.

***En un ratin subo el siguiente capítulo!!!

Serena en el medio (Adaptación) TERMINADAWhere stories live. Discover now