♡Capítulo 19♡

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— ¿Qué te vas a poner esta noche? —preguntó Darien.
— Tiene que ser algo sensacional —dijo Diamante.
Serena suspiró.
— No tengo nada sensacional. Y de todos modos no voy. No puedo caminar. —
Darien se echó a reír y puso un sándwich delante de ella.
— No es divertido —dijo Serena.
—¿Crees que deberíamos exigir un reembolso? —preguntó Diamante—. Una noche y ella ya está rota. Eso no puede ser c0rr€cto. ¿Necesitas pilas nuevas? —
Serena apenas tenía energía para lanzarle una furiosa mirada. —¿Puedo llevarte de compras? —preguntó Darien—. Es el turno de Diamante para ir al supermercado. —
Diamante gymi0 cuando Darien le entregó la lista.
— Asegúrate de conseguir todo. No uses tu imaginación, si no lo tienen —miró a Serena—. Diamante piensa que cualquier salsa puede ser usada para marinar, que todos los cortes de carne son iguales y que el champagne es un alimento básico. —
—¿No lo es? —preguntó Serena, fallando al esquivar la corteza que Darien le arrojó.
Estaba fascinada por la forma en que se había integrado a la armonía interna. Darien estaba tan feliz que casi saltaba. Diamante se mantenía lanzándoles miradas largas y afectuosas cuando pensaba que no lo estaban viendo. A Serena le encantaban los pequeños toques que le daban, caricias en su brazo, palmadas en la espalda, pellizcos en el tr@s€r0. Iba a tener moretones. Como si no tuviera pruebas suficientes de lo mucho que la deseaban.
Darien la llevó a Covent Garden. La tomó de la mano todo el camino, de vez en cuando le frotaba la palma con el pulgar, lanzándole pequeñas sonrisas y de vez en cuando se detenía para apresarla contra una pared y besarla. Serena se sentía en las nubes, m@ldit0 cliché, así era como se sentía. Todo había estado mal y ahora todo estaba bien.
— Aquí —dijo Darien y la empujó a una de las tiendas de esa calle.
Esto era una novedad para Serena, un chico interesado en las compras, pero si ella hiciera su recorrido normal, entrando en cada lugar que pudiera encontrar para luego regresar al primero aún vacilante, tal vez él sería menos entusiasta.
— Éste, éste y éste —dijo Darien, sacando tres vestidos.
Todos rojos. Hmmm.
— Sostén mi cartera —dijo Serena.
Darien la miró como si le estuviera pidiendo que sostuviera una cobra escupidora. —¿Quieres que salga y te los muestre?, entonces tienes que cuidar mi bolso. —
Se quitó la chaqueta de cuero y escondió la cartera debajo. Se veía tan preocupado, Serena se echó a reír.
El primer vestido era corto y ajustado. Alto en el frente, bajo en la espalda.
— Ése es el elegido —dijo Darien.
El siguiente era más largo, con volantes y tirantes brillantes.
— No, ése es el elegido —dijo.
Serena torció los ojos.
El último vestido le llegaba hasta la rodilla, rec0gid0 en la parte delantera y la espalda con un ancho cinturón de cuero a la c@d€r@.
— No lo digas —Serena le advirtió.
El rostro de Darien cayó.
— Pero me gusta. —
—¿Es el mejor? —
— Todos ellos. —
Serena no estaba segura. Quería lucir mortalmente grandiosa.
Tenía la necesidad de probar su punto.
Para el momento ya habían estado en cinco tiendas, Darien seguía lleno de energía y Serena se había marchitado como un jacinto recién cortado. Estaba dispuesta a llevarse el siguiente vestido que le quedara pero Darien le hizo probar otros cuatro. Estuvieron conformes con el último. Un vestido corto, rojo, ac@n@lado con una chaqueta tipo bolero de terciopelo negro.
— Quiero comerte —le susurró Darien al oído.
— Creo que tienes un fetiche por las mujeres en vestidos rojos. —
— Tengo un fetiche por ti. ¿Necesitas zapatos? —
— No, tengo unos de color negro que servirán. —
Serena llevó el vestido al mostrador y tomó a Darien del brazo.
—¿Puedo comprarlo para ti? —
Ella negó con la cabeza.
— Está bien, Darien. Me lo puedo permitir. —
— Me gustaría pagarlo. —
— Cómprame un pastel y un café en su lugar. —
Darien la acomodó en la esquina inferior de una pastelería y se fue a comprar bebidas. Era encantador, Serena pensó. Ojos dulces y soñadores con una sonrisa que iluminaba su rostro. Darien era el sensible y reflexivo. Fácil de herir y compl@c€r. Era abierto e ingenuo, mientras que el impetuoso de Diamante se reservaba parte de sí mismo. No es que no pudiera ser herido, pero Serena sospechaba que él haría cualquier cosa para no demostrarlo. Él era el Gran Lobo Malo y Darien era el vampiro. Serena se deslizó en un ensueño.
 
Darien volvió con una bandeja. Dos cafés y seis tortas.
—¡J0d€r, Darien!
Él le dio una tímida sonrisa.
— No estaba seguro de lo que te gustaría. —
Serena se l@mi0 los labios.
—¿Puedo elegir primero? —
— Siempre. —
Le dio una rápida mirada y luego tomó la crema llena de merengue. Tenía la boca hecha agua antes de tomar el primer bocado. Darien extendió la mano, le limpió una gota de crema de sus labios y se l@mi0 el dedo.
— Oh Dios, no debería haber hecho eso —susurró.
Serena deslizó la mano sobre su rodilla bajo la cubierta de su chaqueta, el dür0 bulto en la ingl€ era inconfundible.
—¡Uy! —dijo ella.
— Eso no ayuda. Manos fuera. —
Serena se echó a reír y movió los dedos.
— Así que háblame de Darien Thorne —dijo ella—. ¿Cuánto tiempo has estado en la policía? —
— Desde que me gradué. Mi padre estaba en la fuerza al igual que mis dos hermanos. —
—¿Siempre quisiste ser policía? —preguntó Serena.
Darien sonrió.
— Sí, siempre. Bueno, yo quería ser detective, no patrullero. Papá tenía interés en que hiciera algo diferente, pero me volví adicto a las series policíacas de la TV y las novelas policiales de bolsillo. Cualquier otra cosa parecía mundana. —
— Así que te gusta. —
— Puede ser frustrante. El trabajo a veces es tan aburrido que saca la mi€rd@ de mí, y el papeleo, bueno, mientras menos hables al respecto, mejor, pero tengo una necesidad de hacer el bien. Sé que no es mucho a gran escala, pero a mi manera, puedo hacer una pequeña diferencia. Me gusta la gente. Creo que básicamente la gente es buena y necesita protección de la escoria que no lo es. Tengo un gran equipo trabajando conmigo y para ser honesto, aparte de j0d€rte, no puedo pensar en que otra cosa podría hacer. —
Serena se echó a reír.
—¡Wow! Estoy impresionada. —
—¿Qué hay de ti? Traductora de griego, ¿cómo te metiste en eso? —
—¿Cómo lo sabes? —Serena frunció el ceño y luego suspiró—. ¡Ah!, Diamante te pidió que averiguaras sobre mí. Así que descubriste que mi segundo nombre es Mildred. —
—¿En qué demonios estaban pensando tus padres? —
— En el nombre de la abuela. —
— Ah. —
—¿Averiguaste que solía ser una bailarina de Tubo? —mintió.
Los ojos de Darien se abrieron un poco más.
— Podríamos comprar un Tubo esta tarde. Hay un lugar que conozco cerca de aquí. —
Serena sonrió y eligió otro pastel. Ella no iba a desperdiciarlos.
Simplemente no comería los próximos tres días.
— He estado pensando en ponerme un piercing —dijo Darien en un susurro.
Ahora fueron los ojos de Serena los que se abrieron y echó un vistazo a su regazo.
—¿En cuál? —
Se atragantó con su tarta de almendra.
—¡No allí, Jesús, no estoy loco! Estaba considerando un p€z0n. ¿Qué te parece? —
El c0ñ0 de Serena hormigueo.
— Creo que sería s€xy. Tu p€ch0 es grande, pero un anillo se vería bien. —
Darien sonrió.
—¿Por qué quieres hacerlo? —preguntó.
— Tengo uno de los trabajos más restrictivos que podría tener. Sigo las reglas, me aseguro que los demás sigan las reglas. No quiero ser aburrido, quiero algo que me recuerde que soy un poco rebelde en mi interior. —
Serena extendió su mano y le apretó los dedos.
— Darien, eres tan dulce que podría comerte. —
Vio su nuez subir y bajar.
—¿Por qué no te haces otro tatuaje? —preguntó—. Me encanta la daga. —
— Es doloroso. —
— Dios, Darien, creo que perforar un p€z0n va a doler. —
— Lo sé, estoy bromeando. No me importa el dolor. De hecho, estoy totalmente... —se quedó mirándola fijamente—. Diamante me dijo que no te asustara. —
La emoción inundó las venas de Serena y su boca se secó.
—¿Te gustaría sostener mi mano mientras me lo colocan? —preguntó Darien.
—¿Quieres ir ahora? —
Darien dejó caer el tenedor.
—¿Ahora? —
—¿Está cerca? —
Él asintió con la cabeza.
— Vamos —Serena rec0gi0 su compra.
Era muy cerca y Serena se preguntó si era por eso que la había traído a Covent Garden. La sala de piercing estaba en la parte trasera de una tienda de venta de toda clase de parafernalia s€xü@l. Los pasos de Serena disminuyeron mientras la recorría y su pulso se aceleró. Tal vez podría comprar algo. No había manera de que ella se pusiera un piercing, pero le gustaba la idea de pinzas decorando sus p€z0n€s. Se estremeció.
— Ayúdame a esc0g€r el piercing —dijo Darien.
— Nada demasiado grande —dijo Serena—. ¿Qué tal ese? —
Señaló una barra de plata.
— Muy bien. —
Tan fácil de compl@c€r, Serena pensó y sonrió.
Darien se sentó en una silla pero ella no podía ver cuando el tipo lo hiciera. Serena fijó su mirada en el rostro de Darien y sostuvo su mano tan fuerte, que hizo una mueca.
— Serena, me haces más daño que el piercing. —
— Lo siento. —
Cuando los hombros de Darien se relajaron, Serena corrió el riesgo de mirar. El tipo estaba limpiando la sangre.
— Ooh, se ve bien, Darien. —
Darien sonrió.
— Sí, así es. Tal vez me haga otro. —
La mirada de Serena se deslizó más bajo.
— No, Serena, eso no. No, a menos que ambos... —
Serena se enc0gi0.
— De ninguna manera. —
Darien recibió un f0ll€to sobre el cuidado del piercing y se vistió.
—¿Cómo se siente? —preguntó Serena, cuando volvieron a la tienda.
Darien le agarró la mano, la puso sobre su entrepierna e inclinó la cabeza.
— Si no estuviéramos en un lugar público, te arrancaría la ropa y te j0d€ría. —
— Bésame en su lugar —dijo Serena.
Podía sentir el piercing a través de su camisa, sentía la p0ll@ de Darien presionando contra su vientre. Introdujo la l€ngü@ en su boca, un beso dür0, profundo, mientras la sostenía con fuerza en los brazos.
Serena se separó cuando sintió el golpe en el hombro y sabía que no era Darien.
Una mujer de su edad con el cabello largo rosa presionaba una tarjeta en la mano y le guiñó el ojo. Serena lo miró.
— Show Offs — se la dio a Darien, el rió y la puso en su bolsillo.
—¿Qué es? —preguntó Serena.
— Te lo diré más tarde. ¿Hay algo que quieras mientras estamos aquí? —
Serena se deslizó hasta las pinzas para p€z0n€s. Era difícil decidir qué le gustaba más. No tenía idea que había tantos tipos. Los que vibraba, los que se enlazaban al clit0ris, aquellos que eran para atormentar, exprimir, chüp@r, morder y que tocaban una melodía. ¿Qué?
Darien había tirado un montón de cosas sobre el mostrador. Serena miró de reojo y no pudo apartar la mirada. No sabía a ciencia cierta cuáles de esas cosas eran para ella, pero pensó que podría adivinar.
—¿Decidiste? —preguntó Darien.
Serena señaló un par de pinzas de estrellas de plata que podrían ajustarse. Darien las añadió a la pila. Esta vez ella lo dejó pagar. No habló hasta que salieron.
— Serena, ¿estás bien? —preguntó.
— €xcit@da —ella asintió.
Darien gymi0 y la tomó en sus brazos.
— No quiero llevarte de vuelta. Te quiero para mí un poco más, pero no hay un lugar donde podamos ir. ¿Qué tan malo puede ser?
— Tal vez hay. Una tienda por departamentos. Los vestuarios están siempre llenos, pero no es demasiado difícil escurrirnos juntos sin que nadie lo vea.—
— Rápido y calmado —dijo Serena.
Darien pareció preocuparse.
— Demasiado tarde —dijo ella, desabrochó sus pantalones y sacó la p0ll@ de sus b0x€rs. Un beso en la punta hizo que Darien arqueara la espalda y apretara los labios. Serena se quitó su vestido por la cabeza y lo colgó en una percha. Darien le bajó las br@g@s rojas y se inclinó para besar su clit0ris. Volvió a Serena de cara al espejo. Ambos tenían los ojos muy abiertos y respiraban rápidamente. Darien apoyó sus manos en el espejo y le besó la parte de atrás de su cuello. Serena volteó ante el beso, girando en sus brazos.
Los dedos de Darien se deslizaban sobre sus lisos pli€gu€s.
— Estás tan mojada —susurró.
Un dedo dentro de ella y Serena ahogó un grito. Dos y su cabeza cayó hacia adelante. Había encontrado el sitio c0rr€cto, el lugar perfecto. En un instante pudo sentir su c0ñ0 contraerse alrededor de sus dedos. Darien rió suavemente en su oído y luego posicionó su p0ll@ para deslizarse dentro de ella. Un dür0 empujón y Serena oyó cómo sus p€l0t@s golpeaban contra su carne. Su p0ll@, dura y c@li€nt€ en su interior, encerrados juntos.
— Dulce Jesús —dijo Darien en voz baja.
— J0d€m€, Darien. —
Cada empujón enviaba llamas bailando a través de sus venas.
Su respiración se aceleró mientras Darien jadeaba en su oído. Verse uno al otro a través del espejo era casi tan €xcit@nte como j0d€r. Darien aún vestido, ella con las br@g@s en torno a su tobillo. Los dedos de Darien empujaron el sostén y sus manos ahuecaron sus p€ch0s, jugando con sus p€z0n€s, torciéndolos con fuerza como ella esperaba que hicieran las pinzas para p€z0n€s. Y ella se corrió, aguantando la respiración para contener el grito, de alguna manera se intensificaron las contracciones que parecían venir por todo el cuerpo, impulsando su ingl€, exprimiendo la p0ll@ de Darien. Y él se corrió, bombeó dentro de ella, corrientes de esperma que calentaron su c0ñ0 y chorrearon por sus müsl0s.
—¿Puedo ayudarle en algo? —preguntó una voz fuera.
Serena se enderezó y rodeó con sus brazos el cuello de Darien.
— No, todo está perfecto, gracias —dijo.

***Hasta el siguiente capítulo!!!

Serena en el medio (Adaptación) TERMINADAWhere stories live. Discover now