Cuando casi te besé

72 7 3
                                    

Y me quedé inmóvil, de pie, frente a tus gestos
y exhalaste vapor entibiando mi oreo.
Con tus párpados entornados y tus labios dispuestos
esperaste a los míos entre un áfono jadeo.

Lento, resollando, con rumor de roca,
empecé a abreviar nuestro espacio inexacto.
Presentí el sabor helado de tu boca.
Separaste tus labios preparando mi impacto.

Me irradiaste calor cuando, a nada de distancia,
fui cobarde —nunca sé si soy cobarde o valiente—.
Rozando mi perfil con el tuyo, tu fragancia,
terminé apoyando mi sien en tu frente.

Gélidas entumecieron mi voz y mi oído
las gotas de llovizna de tu abrigo estrecho.
Me orillaste el pelo con tus dedos ateridos.
Con lava por sangre te adheriste a mi pecho.

Que sentiste miedo terminaste confesando.
Ni te imaginaste el que torneaba mi alma.
Y me separé de tu busto que flameaba galopando.
Y giré hacia la calle. Y me alejé en calma.

Entre el lustre del asfalto crucé la vía,
miré los charcos, pero vi solo mi pensamiento.
Todo estaba gris, mojado, como el día,
menos yo, que traté de enfriar el sentimiento.

Ya no te miré. No quise. O sí. Nadie nos vio.
Me atacó una urgencia de tiempo y espacio.
«Esperá un poco» quise decirte. Sí. No.
«Esperá un poco» me dije. «Más despacio».

No entendí el mensaje de tu cuerpo, ¿querías el beso?
No entendí mi ansiedad, ¿de verdad lo quise yo?
No sé si hubiese podido el deseo, confieso,
descubrir esa isla ignota en el roce que se abortó.

No sé si hubiese podido infiltrarse el amor
de tu lengua a mi alma como un rocío de perfume.
No sé lo que sentí. Dualidad. Recelo y valor.
Ansiedad. Pánico a que ese sueño se esfume.

Mientras, late el liso interior de mi vientre
cada vez que pienso en vos, cada vez que me sé
volando, como Ícaro, sin que mi boca te encuentre
hasta ahogar lo que no nació cuando casi te besé.

PoesíaWhere stories live. Discover now