A bailar bailar

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Parece una alegre canción,
¿verdad?
Me resuena en la razón:
¿dónde está la libertad?

No me gusta la palabra sistema,
o régimen, o estructura, o doctrina.
Me gusta la palabra libertad,
como las guitarras de América Latina,
rítmicas, melódicas, soberanas,
como una hoja verde. O blanca.
Como el viento, o como un mbigua
que abre las alas desde la barranca,
busca la fortuna en el agua,
y viaja en la cadencia del Paraná.

Pero no un baile tan coaccionado,
con compases que aturden,
tan marrón, tan sistemático,
sin mayores instrumentos,
con pentagramas cuadriculados,
con planillas, rayas, dobles rayas,
para el que no tengo talento.

Me gusta la palabra equilibrio,
el del agua, la luna y la ciencia,
el del artista que dibuja la Tierra,
y del científico que quiere cantar.
Que el rigor sea el de la duda,
y la duda encuentre la certeza,
como en la palabra libertad.

No me gusta bailar el baile,
esa coreografía estereotipada,
de la masa que me arrastra a bailar.
Que si bailo, baile antojada,
eufórica, auténtica, ufana,
que se me cuele una zamba por las suelas,
una zamba para olvidar,
zamba de mi esperanza, como mi abuela,
y su pañuelo, y su risa, y su fuerza,
y su libre feminidad.

Estás en el baile, a bailar.
Que este baile sea más que palabras
impertérritas, afónicas, asfixiadas,
no que quieran persuadir,
no que pretendan programar,
sí que calen con frases sencillas,
que brillen con vestuario original,
con escena franca,
y de iluminación, la sinceridad.
No como sistema,
sino como una coreografía en libertad.

Libertad, ¿dónde dicen que estás?
Libertad que quiere ser libre,
que siempre ostenta su verdad.
sistema que me hace callar,
que me hace decir lo correcto,
lo normal, para encajar.
Hace muchos años que no encajo.
¿Cuántos me quedan?
Estamos en el baile. ¡A bailar!

No sé encajar. ¿Quién me eligió esto?
Si puedo elegir todavía, elijo más
mayestática, fantástica libertad.
Si tengo que bailar, ¿ya se dieron cuenta?,
este baile lo estoy bailando
y nunca lo supe bailar.
No me pisen.
No me envuelvan.
No me seduzcan.
¿No ven que soy pequeña?
No sé pelear.

¡Bailar, bailar soñando con la libertad!
Dinero que viene y se va,
que siempre es de otro,
todo es relativo, todo normal.
Necesidades que antes no eran.
Moda rota que rota y vuelve,
"No se puede vivir sin esto".
"Acá está la verdad. No, acá, no acá".
Hay que bailar alegres.
Hay que bailar.

¡Viva la libertad! Y también vivan
el árbol, el agua, el sol, el viento,
las piedras de la barranca, aquel mbigua.
Todos tranquilos, nada está muriendo.

O se me filtre una cumbia por las caderas,
y gire, descalza gire, y enloquezca,
y baile porque quiera bailar
con la manta en el hombro hasta que amanezca,
disléxica, agónica, cansada.
O me levante con el color de la Aquarela,
¡pra mim, pra mim!, samba pra lembrar
como peregrina de plumas y lentejuelas
en dirección al Redentor, ¿me abrirá los brazos?,
sambar, sambar, sambar.

Desagradable organización,
quiero lo que no entiendo,

y no sé lo que estoy queriendo.
Quiero todo, y no quiero nada.

Entonces, me quieren convencer

con fórmulas, con técnica,
con rápido ritmo,
con algoritmos,
con sustancias inhaladas,
ingeridas, administradas.
Parece un adormilamiento,
o peor, un soborno legal
con bonos sin respaldo,
y tengo que encajar.
Porque o si no muero un poco
sin ver que estoy muriendo más.
¿No se entiende nada?
Si lo leen bien, es verdad.

O me provoquen los seis octavos de mi polca,
básico, pychechê, sombrero pirî al pecho,
toreo, galanteo, la pollera a flamear,
el torso hasta el piso y las botellas hasta el techo,
pletórica, folclórica, graciosa.
Cueca, ranchera, corrido, perreo,
lo que venga a la columna serpentear,
que lo baile porque quiera bailar.

Elogian, critican,
comentan, cancelan.
¿Por qué no nos decimos la verdad?
Si sabemos creer
y sabemos crear,
pero no sabemos vender,
¿dónde está la libertad?

Sobrevive quien se adapta.
Y yo todavía no sé encajar.
Hace años que me adapto,
al principio, entusiasta,
y al segundo, apóstata,
y terminó siendo verdad
eso que siempre supe:
no soy de ahora, no soy de acá;
acá hay que bailar.

¡Qué alegría! ¡Puro baile!
¡No se quede quieta o le aplastarán!
¡No se quede a hacer poesía, baile!
A veces encuentro libres,
a veces encuentro ventanas a la libertad.

Y sí, todo era cierto:
soy la extraña, la de allá,
nómada, exótica, callada.
Quiero liberarme y repatriarme
¿A dónde?
Sana pero loca,
paradójica, ridícula, difusa.
no sé cómo entallarme,
dominarme, incluirme, adaptarme.
"¿De qué me hablás?".
Hace muchos años que vivo inadaptada.
Vergüenza. Miedo. Duda.
Autonomía. Libertad.
¿Quién cortó el ensamble
entre la orden y el acato?
¿Cuándo dejó mi propio sistema
de funcionar?
"Pobre cobarde, viviendo
para cumplir sueños ajenos".
"¿Artista? ¡Qué poca seriedad!".
¡Ofrézcanmela, y verán que la tomo
a la libertad!

Compañeros de escena,
les digo la verdad:
no somos tan valientes
jugando a ser lo que no somos,
pero aguantemos un poquito más
creyendo en los milagros
de la vida y la verdad.
Mientras tanto, bailemos y bailemos
que tenemos que bailar.

Tenemos cabeza, usamos el corazón.
Ofrezco mi corazón y agradezco,
pero esa no soy yo. Digo la verdad,
inteligente aquí, pero no allá.
No quiero que se me escape la vida,
y es domingo de tarde, la hora de los suicidas.
¿Dónde está mi red de seguridad?
¿Dónde está la libertad?
Me resuena en la razón,
parece una alegre canción.
¡A bailar, bailar!

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