Las locas de la casa

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Las niñas de la casa de las locas
viven gritando.
Extrañas Venus llenitas
con guitarras,
con shorts y remera
corren por el patio descalzas
y hacen cosas raras.
Desayunaron leche y canela
tibia, con espuma y nata,
directo de la ubre de la Orlanda,
y los huevos de la Mimada.

Las locas de la casa, las niñas
viven cantando.
Andan corriendo descalzas,
se desplazan saltando y no se cansan.
Sus pies se broncean de tierra,
sus rodillas están peladas. 
Almorzaron a la hermana
desplumada de la mbatara
con su cosecha de maíz y batatas.

La casa de las niñas locas
siempre está agitada.
Hacen y comen cosas extrañas. 
Se les antoja un postre,
trepan al árbol
y arrancan guayabas,
o mandarinas con un palo,
y llenan una alpillera ancha.
Los perritos tratan
de seguir el ritmo a sus zancadas.

Y griterío y ladridos y risa
se escucha desde la casa.
Tienen sueño, y se acurrucan
en una hamaca paraguaya.
Se aquietan, y reina la paz
en esa hora santa.
Siesta cortita, y la sed
las despierta. Van hacia el agua,
un arroyito sin sombras
rodea la casa de las locas.
Beben y se lavan la cara.

¡Pum!, una cae. No hay problema,
las otras locas se abarran.   
Salpicones de agua limpia
bañan a las Venus llenitas
y se secan el cabello largo
bajo el sol de la tardecita.
Corren y ríen y hacen cosas raras.
Toman sus guitarras y cantan 
locas y cuerdas.
Cuerdas de la casa,
locas de guitarra.
Las niñas viven cantando,
las de la casa de las locas,
las niñas de la casa.

PoesíaWhere stories live. Discover now