Pasito 8

1.3K 142 55
                                    

👋

—Piensa en lo que te hemos platicado, tanto tu madre como yo —le recordó su padre mientras estacionaba el coche.

La pelinegra asintió y salió; por fin, después de casi dos semanas, volvía al colegio. Podría parecer exagerado debido a una simple gripe, pero en realidad le afectaba gravemente. Además, ese tiempo le sirvió para reflexionar y darse cuenta de sus verdaderos sentimientos hacia Yuna. No lo amaba como pareja, sino como un buena amiga. Siempre estaría agradecida con la chica por haberla salvado de cometer una tontería.

—¡Danielleeeeeeeeeeeeee! —se escuchó un fuerte grito desde el portón, y la pelinegra supo que no tendría escapatoria.

—Hanni, cálmate —le regañó Gaeul.

—Sí, Hannisita, nos miran más de lo normal —reclamó Yujin.

Danielle se acercó a pasos lentos; diría que no las extrañaba, pero la verdad es que sí lo hacía.

—Hola.

—¡¿Hola?! —preguntó exaltada Gaeul.

—No has contestado nuestros mensajes —reclamó como una niña pequeña Yujin.

—Ya no importa —dio un abrazo a Hanni, que tenía sus brazitos abiertos por uno mimo.

Luego se dieron un abrazo grupal en el que la pelinegra se sentía abrumada por la falta de aire.

—Enfermé, ya saben cómo soy con la gripe —dijo, y las otras asintieron felices al ver a su mejor amiga recuperada.

—Deberías contestar, Dani. Íbamos a tu casa, pero no sabemos dónde es —habló ahora Yujin.

—Ya saben que por el trabajo de papá no puedo dar la dirección, pero puedo llevarlas —les recordó, y las otras asintieron.

El timbre que anunciaba el inicio de clases las hizo separarse, pero las amigas sabían que continuarían su charla después durante el receso. La pelinegra avanzó hasta su salón.

Alzó la mirada tras entrar en el aula, y sus ojos se quedaron fijos en la castaña que la veía de la misma manera. Saludó agitando la mano mientras avanzaba hacia su lugar.

—Viniste —dijo Haerin, utilizando un tono que sorprendió a la pelinegra.

—Buenos días, cariño —la saludó una vez que tomó asiento.

—Buenos días, cariño —respondió Haerin.

Danielle estaba más feliz de lo que podía expresar. Por lo general, Haerin solía responder con un simple "solo días" o "sabes que odio esa palabra."

Esa respuesta nueva le gustaba.

—¡Awww, las tortolitas están juntas de nuevo! —comentó una chica desde el fondo del aula.

A pesar de las miradas y comentarios de sus compañeros, las dos estaban en su propia burbuja de reencuentro.

—¿Estás mejor? —preguntó Haerin.

—Mucho mejor, cariño —se volvió para prestar atención al maestro que entró en el aula y comenzó a escribir en la pizarra.

La clase transcurrió rápidamente, y el sonido de la campana anunciando un breve receso se hizo escuchar. La pelinegra se levantó con la intención de salir, pero la voz de su compañera la detuvo.

—Danielle, ¿podrías darme tu número de celular?

La pregunta la sorprendió nuevamente, pero le agradó. De alguna manera, ese sentimiento en su corazón la hizo sentir bien.

—No me malinterpretes, solo quiero ser tu amiga —se corrigió rápidamente Haerin.

—Claro, cariño.

Porque las amigas a menudo se convierten en compañeras de vida, ¿verdad?

👋

tengo más náuseas qué una embarazada, ayudddda

Cariño { daerin } Donde viven las historias. Descúbrelo ahora