Cariño { daerin }

Pasito 15

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Las primeras clases pasaron demasiado lentas para el gusto de Danielle; se quería dormir, y la voz de su maestro de matemáticas le perforaba el oído.

Por otro lado, Haerin estaba concentrada copiando los ejercicios, dio una mirada hacia su izquierda y vio a una pelinegra durmiendo sobre el mesabanco.

Se veía bonita.

Tan absorta estaba mirando a Danielle que no se percató de que el profesor le hablaba.

—Joven Kang, ¿no sabe la respuesta? —preguntó extrañado, girando a verla y notando lo mismo de siempre.

—Señorita Marsh, no duerma en mi clase —alzó un poco la voz, despertando a la pelinegra.

—¿Qué le sucede? —contestó la castaña al maestro, molesta por haber espantado a Danielle.

—Respeto, Señorita Kang —exigió.

—Ya, tranquila cariño. —Palmeó la espalda de Danielle, quien miraba tratando de entender qué sucedía.

El timbre sonó para su buena suerte, el profesor salió, y sus compañeros le siguieron.

—¿Qué sucedió? —Danielle se tocó sus cachetitos, terminando de despertar.

—Te dormiste casi toda la clase —informó la castaña.

La pelinegra se puso de pie, agarró su bolso y salió del salón, no sin antes despedirse de Haerin.

—Nos vemos después, cariño. Tengo un compromiso con Hanni.

Haerin sonrió, buscó el sándwich que su mamá había guardado y comenzó a desayunar mientras terminaba de resolver unos ejercicios.

—Sí, es muy bonita —sonrió de lado, contenta.

Mientras tanto, en la cafetería, Hanni lloraba, y las otras dos trataban de tranquilizarla.

—¿Qué sucede? —preguntó al llegar Danielle .

—Mi Jiji —sollozó más.

—Me estás asustando —se acercó a abrazar a la menor.

—No es nada grave, Dani. Solo la invitó al baile —soltó Yujin.

—Sigo diciendo que es una tontería —habló ahora Gaeul .

—Ya, Hanni. Si es lo que querías, ¿por qué lloras? —limpió las lágrimas de la rubia.

—Es que es tan linda, mira. —Extendió su muñeca, donde había una pulsera, y las tres aplaudieron felices.

—Así que eso era —chasqueó la lengua.

—Dejando eso de lado, Gaeul, necesitamos ir a comprar nuestros vestidos —interrumpió Yujin.

—Sí —habló ahora feliz Hanni.

Danielle solo sonrió. Una de las cosas que más la hacían feliz es ver a sus amigas contentas.

Esperen, el baile....

¿Haerin irá al baile? ¿A quién llevará?

Su rostro cambió a uno pensante. ¿Había una posibilidad de que la invitara a ella?

—Dani, ¿irás con nosotras?

—Sí, también quiero ver uno.

Y tal vez la pelinegra había caído en una peligrosa ilusión que tal vez no se cumpliría.

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