Pasito 24

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—Toma asiento, cariño —Haerin le dijo y señaló la silla a un costado del sofá.

La castaña se deslizó desde debajo de las mantas de su cama y se puso de pie.

A menudo nos dicen que debemos seguir lo que nos hace felices. Haerin estaba dando pasos hacia su propia felicidad.

Volviendo a tomar las manos de Danielle, que no dejaba de llorar, Haerin habló:
—Hey, bonita, no sigas —le limpió las lágrimas.

—Tú — se levantó y abrazó a la castaña, quien correspondió derramando unas pequeñas lágrimas. —Cariño, puedes caminar. Estoy muy orgullosa de ti.

Un abrazo es un vínculo especial que compartimos con quienes amamos, y Danielle había encontrado su nuevo lugar favorito.

—Danielle, me gustas de verdad —se separó de la pelinegra.
—¿Me permitirías invitarte a cenar?

—Claro que sí, cariño.

Haerin iba a decir algo más, pero el sonido de la puerta las interrumpió, un grito que Danielle podría asegurar que reconocería hasta en el desierto se escuchó.

—¡Danielleeeeeee! —Hanni se abrió paso entre las otras chicas.

—Hanni, shhh —reprendió Gaeul. Estaban en un hospital, y se suponía que no debían hacer demasiado ruido.

—¿Qué sucede? —preguntó Danielle cruzada de brazos.

—Les dije que era mala idea. Deberíamos haber esperado afuera. —dijo Yujin, tomando las manos de sus otras dos amigas mientras salían de la habitación.

Un silencio se instaló. Luego de eso, Haerin abrazó a Danielle, y ella le regaló una brillante y gigantesca sonrisa.

Haerin estaba segura de que quería seguir viendo esa sonrisa durante muchos años más.

El sonido del celular de Danielle las sacó de su bonita burbuja de amor.
—cariño, no me gustaría irme, pero mamá se va ir —se separó del abrazo con tristeza.

—Anda sin cuidado. Mis padres están arreglando los papeles del alta. Ya no tendrás que venir al hospital —anunció emocionada de dejar ese lugar después de dos meses.

—Estoy muy feliz por eso. —se colgó su bolso y dejó un besito en la mejilla de la chica.

Salió de la habitación mientras Haerin se volvía a acostar en la cama. Ciertamente, aún le dolía su parte baja.

Parte de su motivación eran Danielle, sus padres y el hecho de que también quería ver a su mascota.

Minutos después sus padres ingresaron con una carpeta con montones de papeles.
—Por fin, hija, volverás a nuestro hogar.

Se dieron un abrazo familiar, y Haerin se dio cuenta de que necesitaba a su hermana menor para completar ese espacio vacío.

Y nuevamente la castaña se dijo a sí misma que una palabra no se puede odiar, porque por más que lo intentara, ya no podía.

Danielle le mostró un lado de la moneda que no había visualizado.

Cariño.

Danielle era su cariño.

No había mejor definición de esa palabra que describiera a su bonita chica con una sonrisa deslumbrante.

—Mamá, papá ,—ambos adultos soltaron el abrazo y lo miraron atentos
— ¿me ayudarían con algo?

😶‍🌫️





prepárense para llorar de amor 😸

Cariño { daerin } Where stories live. Discover now