CAPÍTULO XVIII

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Una fiesta de imprudencias


No creo haber experimentado el silencio de Aarik Dagger por tanto tiempo, ni siquiera en los días de las lecciones, cuando actuaba profesional y distante.

Se negó a llevarme a una de las reuniones de los Hijos del Mañana. Y me prohibió siquiera pensar en ir por mi cuenta, lo que terminó enfureciéndome. Subí a la montura de Alba sin malgastar otra palabra.

Él no es nadie para prohibirme ir a algún lugar, tampoco entiendo de dónde le salió tanta preocupación —si se trata de eso—. Si no quería que llegara a esa conclusión no debió decirme nada en primer lugar. Sin mencionar que no soy tonta, creí entender que quería usarme para indagar más de este asunto. Y lo entiendo, ya que parecen tener interés por la chica extranjera bajo la tutela de los Dagger. Además, de alguna forma, soy desechable para él.

¿Quién mejor que una joven, con un origen misterioso, para llamar la atención de un grupo que existe por el gusto a estos?

Debe estar afectándome su propia contradicción, porque cuando la fachada trasera de la mansión se hace visible, decido intentarlo de nuevo, como si no pudiera llegar al grupo por mis propios medios.

«¿Y puedes?»

Me gustaría decir que no, pero algo me dice que si voy al Horizonte y pido hablar con Barnett, conseguiré una invitación para una de esas reuniones. Es solo que... la idea de ir sola no es alentadora.

—Si ha estado con ellos por más de un año—. No me molesto en ver en su dirección. Sé que me está escuchando. Después de todo, siguió mis pasos en cuanto me levanté de la manta, en un silencio sepulcralmente terco—, y no ha conseguido más que sospechas, significa que llegó a su límite—. Espero que diga algo, pero está dispuesto a no darme la razón. Suspiro, hasta que el frío aire de Lagos invade mi interior—. Puedo acercarme y descubrir la verdad.

No estoy tan segura de eso último, pero estoy dispuesta a intentarlo, si con eso puedo ayudar a Gia, a Eli; darle paz al Sr. Carlos, y a... a él.

Lo descubro observándome con una mezcla de frustración y fascinación que ni él mismo comprende. Le sostengo la mirada con la misma intensidad que me está dando. Una vez que se me mete una idea a la cabeza no hay forma de hacerme cambiar de opinión, al menos no con tanta facilidad. Alejandra ha sufrido con esto desde que decidí dejar los pinceles, al permitir que los comentarios de Alexander se metieran bajo mi piel.

—Sabe que tengo razón —insisto—. Sé que al confesarse esperaba que diera un paso al frente. ¿Cuál es el problema ahora?

Por una fracción de segundo noto cierto tormento revolviendo la negrura de sus ojos, pero pasa tan rápido que me es difícil estar segura de lo que veo.

—Finalmente han decidido resolver sus diferencias.

De inmediato nuestra atención recae en el dueño de aquellas palabras.

El duque de Lagos espera desde la entrada de la caballeriza. Siempre que vuelvo a verlo me asombra lo resplandeciente que es, resulta un poco abrumador.

Está impresionante en ese traje azul rey, con botones dorados que asemejan el sol. Los patrones intrincados —en el mismo tono de oro de los botones— de la chaqueta y el chaleco no hacen más que resaltar una elegancia inalcanzable y que solo parece pertenecerle a él.

Las comisuras de mis labios cobran vida por sí solas al contemplarlo; me transformo ante su presencia.

Al comienzo creí que era debido al agradecimiento, pero cada vez estoy más convencida que se trata de él, y de lo segura y cómoda que me siento a su lado. No es lógico, claro, pero lo que Aarik me provoca tampoco es muy racional y coherente que digamos, y sin embargo, ahí están esos sentimientos, como sombras que persisten a pesar de la absoluta oscuridad.

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⏰ Last updated: Oct 13, 2023 ⏰

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La extranjera en el tiempoWhere stories live. Discover now