CAPÍTULO VII

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El recuerdo de una sakura etérea

Comienzo a creer que tengo muy mal gusto para los hombres.

Me cuesta aceptar que hay una enseñanza de la abuela que no conseguí asimilar.

«Tu abuelo no fue el hombre más atractivo que me pretendió, pero no cambiaría las margaritas de los domingos, las noches en vela hablando de los temas más extraños e imposibles, los viajes a pueblos pintorescos del país... ¿Prestaste atención a su voz? Siempre la amaré...»

Tampoco cambiaría nada de eso por el rostro de un ángel de líneas crueles. Entonces, ¡¿qué demonios es lo que me está pasando?!

Aarik Dagger es simplemente insufrible, el tipo de hombre que sabe el poder que tiene en los demás y abusa de él hasta lo aborrecible —es posible que esté exagerando un poco, pero no pienso admitirlo en voz alta, jamás—.

Solo por respeto al Sr. Carlos —ha insistido mucho para que lo llame de esta forma, dice que para hacerme sentir más cómoda. Pero la verdad es que le recuerdo a la abuela, un hecho que el idiota de su nieto ha malinterpretado— no he terminado diciéndole todo lo que pienso de su actitud y personalidad.

Y... —otra cosa que no admitiré en voz alta en un futuro cercano— Siempre que está cerca mi cuerpo se transforma. Es difícil saber si lo que siento es ansiedad, miedo, atracción, una combinación de las tres o algo más complicado que todo eso junto.

Sin contar la compulsión irracional de volver a los pinceles solo para poder plasmar la circunferencia de su rostro, la suavidad de su piel —tampoco sé de dónde he sacado eso—, la gracilidad de sus movimientos y la iridiscencia de su cabello; o lo peligrosa que resulta su sonrisa.

Por esto he hecho todo lo posible por estar lejos de él y la contradicción que soy cuando está cerca. Aunque su horrible personalidad tenga una idea distinta.

Suspiro pesadamente. Si sigo tratando a mi cuerpo de esta forma no duraré mucho por acá.

—¿No le gusta, señorita?

Levanto la vista y me encuentro con la mirada terrosa de Gia, justo ahora son tierra bañada por lluvia. Está preocupada y tal vez un poco asustada. Hago mi mejor esfuerzo por sonreírle a través del espejo.

—Cómo podría no gustarme algo tan hermoso.

Y no estoy intentando ser amable. Hace solo una hora que llegó el envío de la Casa Becc con todo lo solicitado por el Sr. Carlos.

Decir que estoy fascinada es poco para todo lo que experimenté mientras revisaba los tres baúles que subieron hasta la habitación desde el carruaje.

Las prendas son lo que Gia prometió. La calidad se percibe en cada roce, sin importar la textura; son mucho más cómodas que el único vestido que tuve la oportunidad de usar en Daft Hall. Y sí, a la vista son un sueño hecho de lino, seda, encaje, terciopelo... pliegues, costura y bordado.

Si tuviera que definirlas, diría que tienen mucho del estilo steampunk, con ciertos guiños al anime y atisbos a la moda de los 70-80. De nuevo la mano de la abuela presente.

Hay tantos detalles en el conjunto que llevo que es difícil describirlo en su totalidad. El pantalón es de algún tipo de cuero negro que se adhiere a la piel, de cintura alta, ésta termina en pliegues superpuestos que asemejan pequeñas plumas. La camisa de lino es de un distintivo tono champan grisáceo, de mangas bombachas, con vuelos en muñecas y escote.

El verdadero protagonista es la parte superior de la camisa, con un elaborado entretejido de encaje, cuero y pedrería de plata. Así como plumas negras me cubren la cintura, también me cubren los hombros y la base del cuello tortuga. Me atrevo a suponer que se inspiraron en un cisne negro o... un cuervo.

La extranjera en el tiempoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang