CAPÍTULO 18

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Reviví toda la noche lo que sucedió. No pude pegar ojo y, ¿cómo hacerlo tras lo que pasó entre nosotros?

«No sabes cuanto me ha costado resistirme a esto», repetía en mi mente sus palabras mientras recordaba cada caricia, cada beso, cada momento.

Aún acostada en la cama, relamí mis labios intentando saborearle una vez más. Ya había amanecido y yo seguía aquí, viéndole descansar a mi lado plácidamente. Mentiría si no admitiese que esa noche fue una de las mejores en toda mi vida. Porque estar con él había sido...

Aún no encontraba palabras para describirlo.

Me sentía distinta, en muchos aspectos. Era como si hubiese descubierto algo nuevo en mí y Samuel era el responsable de ello; cambiando parte de mi mundo y perspectiva. Un muro que ayer, con un simple beso, derribó para así pisar un lugar en el que nunca había estado. Y me gustaba a pesar de haber mucha incertidumbre.

Decidí levantarme, pero cuando lo intenté, su mano agarró la mía y mi corazón dio un vuelco. Le oí gruñir, intentando despertar del todo.

—¿Es que intentas escapar?

Tuve que morderme la lengua, al mismo tiempo ocultando una absurda sonrisa en mi rostro.

—Sólo iba a desayunar —dije y me quedé sentada en la cama. Nunca me pareció tan hermoso como esa mañana, viéndole despertar.

Logró abrir los ojos y entonces tiró de mí hasta hacer que me acostase de nuevo, mirándonos de frente. Tenía en ese mismo instante tantas cosas en la cabeza, que sentía que iba a estallar. Pero él pareció de nuevo hallar la solución a mi caos mental cuando se acercó a mí y plantó un profundo beso en mis labios. Todo se calmó y perdió importancia.

Sonrió, haciendo aún más difícil resistirme a él. Y a la situación.

—Es domingo, ¿qué prisa tienes? Podemos descansar.

Cerré un ojo, incierta, así como discrepé con su idea y la realidad se interpuso.

—Ojalá fuese así, pero Thompson viene en una hora.

Eso lo puso en alerta, porque abrió los ojos como platos y se medio incorporó en la cama.

—¿Qué?

Me senté.

—Lleva viniendo varios días, a petición mía. Estamos negociando y debatiendo sobre la misión.

—¿Y no me dices nada?

Eso me mosqueó ligeramente y me levanté de la cama.

—Ah, perdona, porque además de ser algo personal y fuera de tu alcance, ¿debí contártelo cuando tu lengua estaba en mi boca o la mía en la tuya?

—Joder, Lipa —se quejó y levantó—. Eres la simpatía personificada.

Rodé los ojos.

—Bueno, aun falta una hora —defendí mientras él aún intentaba terminar de despertarse tras el susto.

—Tengo que irme, no puede verme aquí  —dijo y fue a la silla que había en el cuarto con su ropa—. Se supone que hoy no estoy en la oficina, es mi día libre.

—Es temprano, las seis. Aún no habrá mucha gente del turno de día.

Entonces escuchamos lo que iba a convertirse en nuestra posible pesadilla: Ruido proveniente del elevador. Ambos intercambiamos miradas, perdidos por un instante.

TODO, POR EL PLANNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ