◦•●◉✿ 𝐶𝐴𝑃𝐼́𝑇𝑈𝐿𝑂 ❷ ✿◉●•◦

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𝑩𝒊𝒆𝒏𝒗𝒆𝒏𝒊𝒅𝒐 𝒂 𝑳𝒆𝒈𝒈𝒆𝒏𝒔𝒃𝒐𝒓𝒏,

𝑬𝒍 𝒑𝒖𝒆𝒃𝒍𝒐 𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 (𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒋𝒂𝒎𝒂́𝒔) 𝒓𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒆𝒍 𝒃𝒊𝒆𝒏.

Me sentí más que aliviada cuando la misa terminó. El nuevo vecino se vió obligado a permanecer a mi lado durante el transcurso de esta. El pastor nos llamó a ambos. Moví mis piernas a paso firme hasta llegar a donde se encontraba ese hombre. Hal Jordeyn o cómo se llame me siguió.

—¿Pasa algo, padre? —pregunté suavemente.

—Oh, sí. Nanda, me gustaría que mostraras el pueblo al Sr. Jordeyn y le enseñaras como se hacen las cosas aquí. Ya va siendo momento de que te incorpores a la causa, ya sabes —el padre ladeó la cabeza.

¿A qué se refería con incorporarme a la causa? Yo no... No pienso hacer eso de los rumores.

—No habrá problema —aseguré.

Hice una señal al vecino nuevo para que me siguiera. Hal lo hizo.

Salimos de la iglesia del pueblo. Suspiré al poner un pie fuera de esta. Hora de comenzar la charla con el extraño.

—Muy bien, Hal Jordeyn —aspiré una pequeña bocanada de aire—. Aquí los nuevos son puestos a prueba. Unos se quedan y otros simplemente desaparecen. En Leggensborn todo es pura hipocresía. Si realmente creíste todo el sermón de ahí dentro, estás acabado. En este pueblo viven muchos criminales e incluso los más fuertes desaparecen sin dejar rastro. ¿Ves ese bosque? —señalé la parte trasera de la iglesia y todos los alrededores del pueblo—. Bueno, claro que lo ves. Si vas al centro del mismo te encontrarás un camino de sangre que te guiará a un búnker.

—Esto será más divertido de lo que pensé —habló casi para sí mismo.

Respiré profundamente una vez más y comencé mi caminata.

—Un consejo: no te metas en problemas y no escarbes en cosas que no te incumben —enuncié yo.

—Lo tendré en cuenta —emitió.

Nos dirigimos a mi casa. Las pruebas del chico recién empezaban. La primera era la charla sobre lo que hay en el pueblo. Si parecía sorprendido era una mala señal. Si ni siquiera se inmutaba era "buena señal" ya que eso quiere decir que no es tan buena persona como podría aparentar ser. Sin embargo, ese chico no tiene nada de bondan en sus ojos o algo así.

Saqué las llaves de mi casa de la bolsa que colgaba de mi hombro. Sin ningún tipo de dificultad abrí la puerta de la residencia.

—Entra —ordené.

Él asintió y atravesó el umbral. Yo lo seguí.

—No es este lugar muy grande para una chica como tú —dijo a mis espaldas.

Cerré la puerta con llave y suspiré.

Vamos a la prueba número dos. ¿Lo aguantará o caerá como los demás?

Ya veremos, conciencia.

Subí un poco el borde de mi vestido, decidida a quitármelo mientras él no miraba. Lo intenté. De verdad lo intenté. Pero no pude. No iba a hacerle al nuevo una estúpida prueba para saber si resiste a una mujer desnuda y no se lanza al juego. No haría eso. No iba a rebajarme tanto.

—Siéntete como en casa —anuncié por fin—. Bienvenido a Leggensborn, el pueblo donde reina el bien. La charla de antes, al frente de la iglesia, era solo para asustarte. Es una broma que se le hace a los nuevos. No lo tomes personal, ¿eh?

—Ya me había asustado —rió él.

—Bueno será mejor que nos pongamos en marcha. Si no te molesta, iré arriba a cambiarme. No soporto esta ropa tan incómoda para mí —comenté yo mientras me dirigía a las escaleras.

Subí escalón por escalón. 

Me cambié y me puse una ropa casual. Bajé las escaleras para encontrarme con el vecino curiosando por toda mi sala. Enarqué una ceja al verlo.

—¿Puedo preguntar algo? —inquirió el chico.

—Claro.

—¿Cómo funcionan las cosas aquí? —quiso saber.

—Bueno, como ya ves, todos van a la iglesia. Digamos que todos los habitantes perdieron algo importante y tratan de llenar ese vacío creyendo en un Dios que se olvidó de ellos.

—¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? —cuestionó él.

—La gente necesita algo en qué creer para sentirse bien consigo misma. Aunque yo prefiero creer en mí —le respondí con simpleza.

—¿Y tú, Nanda Harris, a quién perdiste? —preguntó él dejándome completamente desconcertada.

—Si llegamos al capítulo 20 te lo diré. Si no llegamos pues te quedas en esas —expresé sin más.

Suspiré.

—Una cosa más: por el día es un pueblito estricto pero por la noche ninguna de las reglas vale. Si quieres poner música y emborracharte como si no hubiera un mañana, puedes hacerlo sin ningún tipo de problemas. Nadie te reclama por eso —puntualicé yo.

ᨏᨐᨓ  ᨓᨐᨏ

La noche se alzó sobre los tejados del pueblo y la luna se hizo presente en el cielo nocturno. Hacía frío. Mucho. De cualquier modo asistiría a esa fiesta y ya sé que se están preguntando qué fiesta será. Pues, es la bienvenida oficial de Hal al pueblo y eso hay que celebrarlo. Además, es de noche y por la noche te puedes saltar las reglas sin objeciones.

Al abrir la puerta principal casi me congelo en el acto así que regresé a mi habitación y busqué una chaqueta para abrigarme mejor, también debía encontrar una a juego con el vestido rojo que llevaba puesto. Me miré al espejo del tocador en mi habitación. Mi cabello se ve mucho mejor cuando está planchado. El maquillaje no me quedaba mal. Por fin encontré la ocasión perfecta para utilizar ese pintalabios rojo intenso. Los aretes colgaban y caían, haciendo contacto con mi cuello cuando movía la cabeza.

Localicé una chaqueta plateada con un poco de brillo que hacía juego con los zapatos, un par de tacones plateados y como se me olvidaba el frasco con un poco de cianuro, lo metí en una pequeña bolsa también plateada que me llevé al hombro. Moví mis piernas hasta la salida de mi casa y abrí la puerta con rapidez. Cerré la puerta con llave y coloqué esta en un lugar secreto.

Muy original esconderla debajo de una maceta.

Lo sé, cariño, no te preocupes.

Para ser sincera, me imaginaba algo con música clásica y anticuada pero no fue así, sino todo lo contrario. Sonaba música electrónica a todo volumen. Habían luces al estilo neón. Obviamente la fiesta no fue en la casa del vecino.

Todas las celebraciones se hacían en el antro del pueblo. Raro pero cierto. Entré al local rápidamente. Un mesero pasó a mi lado con tragos de diferentes tipos de alcohol. Agarré un Martini y bebí un poco, lista para integrarme en la fiesta.

༺ღ༒ ܻ⨍ꪱׁׁׁׅׅׅ݊ꪀ ժׁׅ݊ꫀׁׅܻ݊ᥣׁׅ֪ ᝯׁ֒ɑׁ℘ꪱׁׁׁׅׅׅ́tׁׅυׁׅᥣׁׅ֪ᨵׁׅׅ༒ღ༻

Efecto Cianuro [Parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora