◦•●◉✿𝐶𝐴𝑃𝐼́𝑇𝑈𝐿𝑂 ❶❻✿◉●•◦

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Cuatro capítulos más para el final. Que triste. En fin, agárrense que esto viene fuerte.

𝐴𝑝𝑜𝑠𝑡𝑎𝑟𝑖́𝑎 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎,

𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎𝑠,

𝑇𝑒 𝑖𝑚𝑎𝑔𝑖𝑛𝑎𝑠𝑡𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟𝑖́𝑎.

𝐴𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠, ¿𝑞𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑓𝑢𝑒?

Mi hermana y yo salimos de su tienda. El sol se estaba alzando por el cielo. La Chica Punk y yo nos estiramos a la misma vez. Definitivamente somos hermanas.

Afuera estaba mi Superman, el Jugador 33 y mi querido cuñado desmontando las otras dos tiendas. Ellos, al ver que Mive ya no tenía esa cosa en su cuello se alegraron y se sorprendieron.

Pero aunque la hubiera liberado del collar seguía siendo una presa con ese uniforme verde y blanco que la delataba así que necesitaba cambiarse el uniforme. ¿Cómo hacerlo sin llamar la atención de cualquier persona o peor aún: del alcalde? No podíamos matar a alguien de otra manada porque la necesito en mi equipo y entonces tendría el logo de otros, además, se crearía una guerra —o algo así— entre mi grupo y el otro. Por obviedad, no queremos eso.

Es algo innecesario.

Exactamente, querida conciencia.

No necesitamos enemigos en esto. Debía pensar en cualquier cosa para ayudar a la Chica Punk en definitiva y alejarla además de este mundo para siempre, no sólo de los Juegos Rojos, sino también de este pueblo. Quizás hasta deberíamos viajar a otro país. Protegerla al precio que sea y cuidarla es mi deber como hermana mayor por eso haría cualquier cosa.

Los novios, Luka y Mive, se besaron. Inesperadamente Hal me agarró del brazo y me llevó hacia otra parte del bosque, alejada de los demás. Protesté, sin embargo, no me soltó. Cuando estuvimos lejos, logré liberarme de su fuerte agarre.

—¿Se puede saber qué carajos pasa? —pregunté agitando los brazos y mostrando una expresión de confusión. Mi tono sonó pasivo-agresivo.

—Si quieres que se quede con nosotros deberá matar también como una más de la manada —murmuró él y sabía a la perfección que se refería a Mive.

Me alejé un poco de él para mirarlo mejor a la cara. Lo miré a los ojos. Necesitaba que me entendiera. No puedo dejarla sin ayuda cuando la necesita.

—Ella no es una asesina, Hal —me excusé.

Detrás de nosotros se escuchó el crujir de las ramas del suelo siendo pisadas por alguien. Me volteé para escuchar a Luka —quien al parecer nos siguió todo el tiempo— hablar:

—Cualquier persona puede matar, sólo debes darle un ligero empujón para que se convierta en el peor asesino que pueda existir.

—Y el instinto por sobrevivir hace maravillas —murmuró mi Superman para completar el planteamiento.

Tragué saliva. No quiero hacerle esto, pero es la única opción de que esté a salvo de algún modo. Si puede protegerse a sí misma es muchísimo mejor.

Efecto Cianuro [Parte 1 y 2]Where stories live. Discover now