◦•●◉✿ 𝐶𝐴𝑃𝐼́𝑇𝑈𝐿𝑂 ❺ ✿◉●•◦

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𝑃𝑙𝑎𝑛 #1: 𝑓𝑎𝑙𝑙𝑖𝑑𝑜.

𝐼𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑜 #2: 𝑒𝑛 𝑚𝑎𝑟𝑐ℎ𝑎.

Ese tipo es un maldito hijo de puta. De momento sus palabras tuvieron un efecto muy fuerte en mí. Me quedé paralizada en mi lugar. Agité la cabeza para alejar sus palabras de mi mente. No iba a dejar que me afectara tanto.

Hoy mismo lo mataría sin importar lo que deba hacer para lograrlo. Pienso destruirlo. Y lo haré.

Terminé de hacer las compras y me largué a mi casa. Ahora esto se ha vuelto personal y no me detendré hasta verlo muerto.

Te lo estás tomando muy personal.

Un par de horas después, el almuerzo ya estaba listo. Luego de almorzar bajé al sótano. Me encaminé hacia el interruptor y encendí las luces. Todo se iluminó. Me desplacé hasta el final y agarré otro frasco lleno cianuro que ya tenía una víctima con nombres y apellidos. Hal Jordeyn.

Con una mirada venenosa agarré el frasco y lo metí dentro del bolsillo de mi abrigo. Tenía tiempo para escabullirme y entrar a la casa del nuevo en el tiempo en que se desarrolla la misa del domingo que de hecho, se realizaría pronto.

Si no te presentas sospecharán y vendrán a preguntar.

Buen punto. Por eso fingiré estar gravemente enferma con fiebre. Así que tengo un pequeño período para preparar todo y hacer creíble mi enfermedad.

Un rato después ya tenía un plan bien encabezado. No habían fallas.

Me encontraba en mi cama, con un termómetro que indicaba 42° de fiebre. Dios mío, se me pone la piel de gallina con mi astucia. Pero bueno, proseguiré. Estaba debajo de un edredón —que me daba mucho calor— y a mi lado, en la mesita de noche se hallaba una caja de pañuelos desechables y unos cuantos de estos en forma de bola.

Según mis cálculos, la misa ya había comenzado. Escuché la puerta principal abrirse y sonreí maliciosamente.

—¿Nanda?

Esa dulce voz solo puede pertenecer a la pobre viuda de Leggensborn: la señora Saloirnep —sí, tiene un apellido raro—. Voy a ser sincera.

Eso, diosa de la sinceridad.

Me da un poco de lástima la pobre. Es viuda por mi culpa porque yo maté a su esposo. Aunque tenía un marido sin moral ni escrúpulos, él era bueno con ella. Igual no merecía vivir. Peter Saloirnep era un pedófilo asesino y violador. En este pueblo solo tuvo una víctima: la pequeña Rudy que solo tenía ocho años cuando fue brutalmente violada y asesinada por Peter.

Yo como toda una curiosa que se mete donde no debe meterse, robé el archivo del caso de la comisaría. Después de todo no hay tantos homicidios y cosas así, ya que incluso yo me he relajado un poco en cuanto a esos temas.

El archivo decía que Rudy recién salía de la escuela cuando Peter apareció ofreciéndole unos dulces y se la llevó sin problemas al búnker existente en alguna parte del bosque. Allí fue donde el criminal violó a una niña inocente. Luego Peter —después de que la pequeña estaba casi muerta—, tomó su propio cinturón y con este estranguló a Rudy, el alma del pueblo y los dolidos padres de la pequeña se marcharon a otro lugar. Jamás se supo algo de ellos.

Ahora me vinieron a la mente las palabras exactas del pedófilo en su declaración cuando lo agarraron: "Al principio se resistió, claro. Cuando comienza todas se resisten, y luchó. Luchó para que me detuviera. Fue valiente, pero aún siendo valiente, no se puede escapar de la realidad". Después de todo será un hijo de perra pero tiene razón en sus últimas palabras.

Que profunda frase la del pedófilo.

ᨏᨐᨓ  ᨓᨐᨏ

Después de mentirle a la cara a la pobre viuda en definitiva me escabullí e irrumpí en propiedad privada; la casa del maldito Hal. Abrí su refrigerador y tomé una botella de cerveza que él había guardado en el refri.

Tenía su refrigerador bastante lleno. Había mucha comida ahí dentro. Dejé de distraerme registrando lo que poseía y abrí la botella de cerveza. Saqué el frasco de cianuro y lo abrí. Justo cuando iba a echar unas gotas dentro de la botella, escucho el ruido de una puerta abriéndose.

Me lleva la que me trajo.

Pensé a toda velocidad y obviamente debía escapar. Tapé la cerveza a la velocidad de un rayo y la coloqué devuelta en su sitio. Miré hacia los lados y vi una ventana. Silenciosamente me moví hasta allá. No estaba lejos del suelo. Ni siquiera era un segundo piso. Sin pensarlo me lancé fuera y caí sobre un montón de hojas secas.

Salí corriendo de allí lo más pronto posible y me escondí entre el lateral que queda entre mi casa y la de él.

Escuché unos aplausos pausados detrás de mí mientras espiaba para saber si alguien me vió. Me di un susto de muerte y rápidamente volteé a ver quién estaba detrás de mí.

Pillada.

—¿Ahora te metes a las casas de otros? ¡Impresionante! —manifestó Mive, riéndose de mí.

—¡Por el amor de Dios! Yo no he hecho nada —mentí claramente.

—Te he visto, no intentes mentirme.

Ella entrecerró los ojos en mi dirección y me señaló con el dedo índice.

—Está bien, si lo hice —rodé los ojos, irritada al verme descubierta—. Te mataré si hablas.

—¿No se supone que deberías estar en la misa? —añadió ella con un tono pensativo, ignorándome completamente.

Adoro a esta chica.

Yo no.

—Sí, pero no pasa nada si me la salto un día —argumenté yo con un tono de niña buena e inocente.

—¿No se supone que estabas enferma, muriéndote en casa? —inquirió la Chica Punk.

Ella traía hoy un maquillaje para nada exagerado, solo un delineado simple y sus labios pintados de negro. Llevaba un abrigo de esos como de nailon color negro también y una blusa de malla que dejaba ver perfectamente una pieza que hace función de sujetador sencillo y también de color negro. Además tenía puesto un pantalón del mismo material del abrigo y unas botas negras bien chulas.

—Se supone, pero este tipo no me da buena espina y... Espera, él también debería estar en la misa —mencioné cayendo en cuenta ese pequeño detalle.

—¿Y qué tal si...?

Ella no necesitó terminar la pregunta. Nos miramos cómo cómplices después de cometer un delito.

༺ღ༒ ܻ⨍ꪱׁׁׁׅׅׅ݊ꪀ ժׁׅ݊ꫀׁׅܻ݊ᥣׁׅ֪ ᝯׁ֒ɑׁׅ℘ꪱׁׁׁׅׅׅ́tׁׅυׁׅᥣׁׅ֪ᨵׁׅׅ ༒ღ༻

Efecto Cianuro [Parte 1 y 2]Where stories live. Discover now