◦•●◉✿𝐶𝐴𝑃𝐼́𝑇𝑈𝐿𝑂 ❶❽✿◉●•◦

9 10 13
                                    

𝐿𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙 𝑠𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎𝑛𝑑𝑜,

𝑀𝑎́𝑠 𝑟𝑎́𝑝𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒.

Han pasado varios días desde que volví al juego. Cada vez más hay menos presas. Se volvió difícil conseguirlas. Hace unos pocos días hubo un recuento de presas acumuladas por cada manada.

El grupo que menos había conseguido fue eliminado y ellos se convirtieron en presas. Tres de ese equipo fueron asesinados por el mío. Luka mató a uno, Mive a otro y Hal al último.

Lo mismo pasó con otro grupo cuando todas las presas fueron asesinadas. Mi manada seguía siendo la de mayor cantidad de víctimas acumuladas así que básicamente íbamos a la cabeza, en la cúspide de la pirámide.

Nos volvimos sangrientos. Mive se convirtió en un depredador temible, sin embargo, no puede superar a la reina. O sea, a mí.

Al pasar un mes en esto de los Juegos Rojos decidí comenzar a escribir un diario sobre todo lo que ocurre. El tiempo pasa rápido y las páginas se están acabando para esta etapa.

Ya casi esta terminando todo esto.

—Nanda, ¿estás bien? —la voz de Hal me sacó de mis pensamientos.

—Claro —no sonó muy convincente.

El chico se sentó a mi lado. Nos encontrábamos en una zona donde no habían casi árboles. Las estrellas eran visibles. El asiento era un tronco caído.

En la época de mi tatarabuelo la madera se extraía de esta parte del bosque y por eso no hay muchos árboles aquí.

Miré al cielo. La luna llena estaba presente en lo alto, rodeada por esos puntos de luz. Me permití suspirar y olvidarme de todo. Volteé el rostro al sentir la mirada de Hal sobre mí.

Nos miramos a los ojos durante unos segundos. Aparté la mirada y suspiré de nuevo. Apoyé una mano sobre el tronco. El chico colocó su mano sobre la mía. De forma automática observé nuestras manos.

Dejando de lado lo otro, me sonrojé con ese pequeño detalle.

—Nanda —me llamó él.

—¿Qué?

—Nada, sólo tenía ganas de pronunciar tu nombre —dijo el chico. Sus ojos brillaban bajo la luz de la luna.

Le sonreí. Él se fue acercando a mí sin apartar su mano de la mía. Nos miramos fijamente una vez más. Acortamos la distancia entre nosotros.

Nuestros labios se rozaron. Luego se unieron con ternura y amor. Jugueteamos un rato antes de besarnos como correspondía. Segundos después su lengua se abrió paso en mi boca.

El jugueteo de nuestras lenguas tocándose, rozándose, se volvió intenso. Él con su brazo rodeó mi cintura y me acercó más. Agarró mi mano, entrelazamos nuestros dedos. Nuestras respiraciones agitadas se volvieron una. Rodeé su cuello con mi brazo libre y metí mis dedos dentro de su cabello.

Odiaba la forma en que mi corazón se aceleraba mientras lo besaba.

Es el amor, querida.

Nos separamos. Las respiraciones de ambos eran un desastre. El chico tomó mi cara entre sus manos, me atrajo hacia él y depositó un suave beso en mi frente. Me rodeó con sus brazos y me quedé inmóvil contra su pecho, sintiendo los latidos de su acelerado corazón.

Efecto Cianuro [Parte 1 y 2]Where stories live. Discover now