◦•●◉✿ 𝐶𝐴𝑃𝐼́𝑇𝑈𝐿𝑂 ❻ ✿◉●•◦

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𝑈𝑛𝑎 𝑚𝑖𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑐𝑜́𝑚𝑝𝑙𝑖𝑐𝑒,

𝑈𝑛 𝑎𝑙𝑙𝑎𝑛𝑎𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑜𝑟𝑎𝑑𝑎

𝑌 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑎𝑠 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠.

Ambas entramos por la fuerza a la casa de Hal. Compartimos nuevamente una mirada cómplice. Espiar de cerca es tan divertido.

Y tan ilegal.

Casi todas las cosas que hago son ilegales, conciencia.

Eso no es cierto.

A ver, dime algo legal que haga.

Pues, dormir, comer, hablar, respirar.

No cuenta. En fin.

La chica y yo nos metimos a la habitación del dueño de la casa cuando este entró al baño. Teníamos un corto tiempo para revisar así que debíamos activar el modo flash.

Abrimos gavetas, miramos debajo de cada mueble y tocamos la superficie de todo. Nada. No había nada sospechoso.

Deducimos que Hal casi terminaba y nos marchamos de su casa lo más rápido posible sin hacer ruido y sin dejar pistas de que estuvimos allí.

Mive me acompañó a mi casa —sí, justo al lado de la del misterioso chico— y la invité a entrar. Ella aceptó al momento.

—¿Quieres agua? ¿Jugo? ¿Una cervecita, tal vez? —indagué, mirándola.

—Gracias, estoy bien —respondió la Chica Punk.

De la nada, ambas nos reímos como dos amigas después de hacer una travesura. Esos segundos de risa se sintieron como si ella fuera mi hermana y siempre estuviéramos juntas. Fue simplemente sanador. Ahora compartíamos un secreto. Nuestro secreto.

—Algún día debes invitarme a tu casa, no creas que se me ha olvidado que jamás he visitado tu casa —le recordé.

Aunque no viene al caso.

No, pero igual lo digo.

—Muero de curiosidad por conocer tu residencia —admití yo. Me lo imagino todo lleno de negro, bien darks.

—¿Te apetece ir ahora? —preguntó la chica.

Me lo pensé un momento.

—¿Tienes alcohol y buena música? —quise saber. Eso es algo muy importante.

—Por supuesto que sí. Tengo música de todo tipo —mencionó.

Salimos de mi domicilio. Cerré bien la puerta y nos marchamos a su hogar. Al menos nadie me vió ya que aún es horario de misa y más de la mitad del pueblo se encuentra en la iglesia. Además, se supone que estoy enferma y por eso no fui a la misa.

ᨏᨐᨓ  ᨓᨐᨏ

Era de noche ya cuando pusimos la música a un volumen moderado. Literalmente esa chica escuchaba de todo. Desde Selena Quintanilla y canciones en inglés hasta Rock y metal. Hoy toca karaoke entre las dos.

Lo que más me sorprendió de todo es que la casa de Mive era bastante acogedora y no parecía el hogar de una punk. En la parte delantera, había un jardín muy bien cuidado y muchos cactus pequeños en macetas. Los muebles eran de color pastel. El color de las cortinas era rosa con flores bordadas. Tenía algunas figuras de porcelana sobre mesitas con la superficie de cristal.

Efecto Cianuro [Parte 1 y 2]Where stories live. Discover now