Capítulo 1

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La vida de Thoma era siempre la misma, pero no le molestaba. Le gustaba la rutina, siempre y cuando fuese bajo el techo del hogar del Clan Kamisato a los que servía como amo de llaves. Siempre se levantaba antes que los hermanos, listo para hacerles el desayuno y tenerlo listo cuando, o bien despertasen, o se ocupase él de despertarlos. Poco después, el olor inundaba toda la casa y eso hizo despertar a la más joven de sus amos y nada más ver como entraba con su ropa de cama y aún medio adormilada, le hizo sonreír.

-Buenos días, señorita Ayaka -su habitual sonrisa llenó la estancia por completo.

-¿Cuántas veces tenemos que decirte que nos llames por nuestros nombres cuando estamos a solas? -Ayaka le asesinó con la mirada mientras se sentaba. -¿Ayato aún no ha despertado?

-Está bien, está bien. Voy a ir a despertarlo, no tardo -el amo de llaves sonrió y salió del comedor.

Sus pasos lo llevaron hasta delante de la puerta de su amo y respiró hondo, llamando suavemente con los nudillos.

-¿Ayato? ¿Estás despierto? -él intentaba llamarlo con suavidad para no asustarlo.

El chico esperó unos segundos, Ayato nunca tardaría mucho en responderle, por eso, supo que no había despertado aún. Abrió la puerta con cuidado y allí estaba, durmiendo profundamente en su cama. Se acercó con pasos seguros hasta él y lo observó. Ayato lucía tranquilo y relajado, lejos de la imagen que daba cuando estaba despierto, serio y estresado por todo lo que llevaba sobre sus hombros.

Frente a los demás como el viajero y Paimon, se mostraba sonriente y libre de cargas como si nada le preocupase, pero delante de Ayaka y de él mismo... se mostraba incluso desbordado por todos sus deberes. Thoma sufría por él y esperaba algún día poder ayudarlo de algún modo.

Verlo tan tranquilo, lo tentaba a dejarlo dormir y que descansase como se merecía, por otro lado, no podía hacerlo... Ayato tenía obligaciones que llevar a cabo y él debía evitar que se retrasase. Por eso, se acercó a él y se agachó a su lado.

-Ayato... despierta... -su voz sonaba tranquila y dulce, no podía evitar esa voz con los hermanos para los que trabajaba. En los segundos que los ojos del peliazul tardaron en abrirse, Thoma se tomó el tiempo para observarlo sin miedo.

El mayor de los hermanos Kamisato, se encontraba desorientado al abrirlos y tuvo que tomarse unos segundos para poder enfocar el rostro de su amo de llaves.

-¿Thoma? ¿Acaso me he dormido? -se veía tan desvalido recién despierto que Thoma no puedo evitar sonreír con ternura.

-No demasiado, Ayaka ya ha despertado y nos sorprendía que tú no lo hubieses hecho. ¿Te encuentras bien? -a pesar de ser su amo de llaves, tenía una gran relación con sus señores y los veía como sus mejores amigos.

-Lo siento, no he pasado una buena noche, pero estoy bien. -el chico se levantó de la cama mientras Thoma lo miraba con preocupación en sus ojos, por mucho que Ayato estuviese cansado, no podía decir que no a sus deberes.

El amo de llaves ayudó a su señor a cambiarse de ropa y bajar ambos a donde se encontraba Ayaka, a la que Ayato saludó con ternura y los tres empezaron a hablar mientras desayunaban ya que, ellos dos, siempre querían tenerlo de compañía.

-¿Qué vas a hacer hoy, Ayaka? -como buen hermano mayor, Ayato intentaba estar siempre atento a lo que hacía su hermana.

-Aún no tengo nada planeado, pero creo que me iré de compras a la ciudad... quiero ver las nuevas telas en Ogura -la muchacha amaba la moda y ambos lo sabían.

La mente del mayor trabajaba a toda velocidad, sabía que su hermana podía protegerse sola, pero como hermano mayor se preocupaba y la quería protegida ante todo... pensaba que todo era más fácil cuando el viajero estaba en la nación, al menos, salían mucho juntos.

-Quizá Thoma pod... -la voz del mayor fue detenida en un momento.

-No. Ayato no me va a pasar nada, necesitas a Thoma, tienes varias reuniones y él debe quedarse contigo... estaré bien -si había otra persona que se preocupaba más por Ayato, era Ayaka.

La menor de los hermanos sabía el peso enorme que él llevaba sobre los hombros, no podía hacer todo lo que quisiese porque era el cabeza de familia.

-Pero... -solo una mirada fue suficiente para que entendiese que no iba a dar su brazo a torcer. -Está bien, no sé en qué momento has crecido tanto...

Thoma miraba a los dos hermanos, sus dos mejores amigos, y sonreía con ternura. Él era hijo único y jamás había sentido eso, ni siquiera cuando estaba en su nación natal. Al llegar, Ayato y Ayaka lo habían acogido como un Kamisato más, pero con el tiempo, las cosas habían cambiado.



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