Capítulo 4

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La idea de un viaje con su amo de llaves y amigo y con su hermana menor, era algo agradable para Ayato, no podía irse sin más. Así como su hermana lo ayudaba con muchas cosas que se le daban a ella mejor a que él, había otras que solo el cabeza de la familia Kamisato podía hacer. Así que había muchas tareas que dejar cerradas antes de emprender un viaje hacia otra nación. En otro término sabía que dejar a Thoma era una buena opción, pero quería dejar de hacer eso y llevarlo a todos los viajes que pudiese hacer fuese o no de placer.

La idea de buscar a alguien que se quedase a cargo de sus obligaciones cuando viajase, le gustaba. No solo él necesitaba descansos, también Thoma y Ayaka. Por eso, aquella mañana cuando sus ojos se abrieron, supo qué iba a hacer aquel nuevo día. Se levantó de la cama, se arregló y salió de su habitación para reunirse con las dos personas que ya lo esperaban en la cocina.

–¡Buenos días, hermano! –Ayaka fue la primera en verle entrar, su amo de llaves estaba acabando de cocinar, dándoles la espalda a ambos.

–Buenos días, Ayaka –sonriente se acercó a su hermana, la besó en la cabeza y se sentó a su lado, viendo como Thoma ya colocaba los tres platos del desayuno y se sentaba frente a ellos.

–Buenos días, Ayato. ¿Habéis descansado bien los dos? ¿Qué deberes debéis hacer hoy? –siempre tan servicial, no podían tener mejor personal que él a su servicio.

–Perfectamente, Thoma. Hoy quiero buscar a alguien que se encargue de mis deberes cuando no estoy presente –pudo ver como los rostros de sus acompañantes cambiaban, estaban asustados como si pensasen que iba a despedir a Thoma. –¿Pero ¿qué es lo que estáis pensando? Quiero buscar a alguien más porque quiero que desde ahora, Thoma nos acompañe en todos los viajes que hagamos, ya sea de trabajo o de placer.

Tanto Thoma como Ayaka sonrieron, pero en los ojos de Thoma se instaló un brillo especial de la emoción que le dijese que lo quería más cerca cuando se iban de viaje.

Terminaron de desayunar y mientras Ayaka se iba a hacer sus deberes, que eran aquellos donde ella podía sacar a relucir todo su poder, prefería ocuparse ella de esos deberes y quitarle un poco de trabajo a su hermano, se le daban mejor a ella que a él. Mientras ella se iba, Ayato y Thoma se reunieron en la sala donde el mayor de los hermanos tenía su despacho.

–¿Tenías a alguien en mente para dejarlo al mando de tus trabajos cuando nos vayamos? –Thoma se colocaba a su lado siempre que estaban solos.

–Aún no... pero hemos trabajado con muchas personas que son realmente trabajadores y de confianza. Siempre buscan las mejores soluciones para Inazuma y creo que serían de las mejores propuestas para que sean elegidos –el chico habló mirando a Thoma.

El amo de llaves, sonrió mientras lo miraba y se irguió.

–Bien, pues yo me ocupo de ello, me acuerdo de casi todos y puedo reunirlos rápidamente –Thoma estaba a punto de irse, pero la mano de Ayato, lo detuvo.

Los ojos de ambos se cruzaron, muchas veces se podían entender con solo una mirada y en aquel momento, la mirada de ambos parecía contar muchas más cosas al contrario.

–¿No quieres que me vaya? –la voz de Thoma había bajado varios tonos sin darse cuenta.

Ayato asintió con la cabeza, se estaba dando cuenta que no quería que el chico se fuese lejos.

–No, manda a alguno de los guardias a buscarlo, pero quédate a mi lado... no quiero que te alejes de mí. Siempre he dicho que quiero tenerte cerca y eso no cambia por mucho tiempo que pase.

–Está bien, vamos a reunir los datos de todos ellos y mandaré a uno de los guardias para buscarlos –el amo de llaves se sentó al lado de su señor mientras sonreía de forma tierna. Las palabras de Ayato le habían llegado realmente al corazón.


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