Capítulo 2

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La relación con Ayaka siempre había sido muy unida. No es solo que Thoma la cuidaba muchísimo por quién era, también era porque eran como hermanos. Después de todo el tiempo juntos, ellos dos habían acabado por ser más como hermanos, para Ayaka era como tener otro hermano mayor y es que, muchas veces, Thoma se comportaba con ella como lo hacía Ayato, aunque con él podía hablar de algunas cosas que no podía con su hermano biológico para no preocuparlo.

Pero la relación con Ayato era otro tema, uno que había cambiado demasiado en poco tiempo. Debido a ser el cabeza de la familia Kamisato, tenía mucho peso sobre sus hombros y desde que eso había empezado, Thoma estaba siempre a su lado. Queriendo aliviar ese peso y buscando siempre ayudarlo. Lo escuchaba cuando demasiadas cosas le preocupaban y, a menudo, sus consejos ayudaban a que este tomase decisiones importantes. Se había vuelto indispensable para Ayato, pero para Thoma... era mil veces más importante. Ya no se imaginaba una vida sin tener a Ayato cerca.

El desayuno acabó, Thoma lo recogió todo, dejándolo limpio en poco tiempo. Ayaka fue despedida en la puerta por los dos chicos, siendo preguntada mil veces por su hermano si llevaba su espada con la que era más diestra de lo que muchos pensaban, no en vano, habían entrenado desde muy jóvenes y así habían conseguido sus visiones.

–Tranquilo, Ayaka se sabe cuidar sola –Thoma intentaba calmar a Ayato que no apartaba la mirada de la figura de su hermana que ya se veía pequeña en la distancia.

–Lo sé, creo que lo único que estoy haciendo es intentar retrasar mis obligaciones del día –el suspiro no pasó desapercibido para su amo de llaves.

Por mucho que Ayato parecía que tenía todo bajo control, no era así. Con Thoma se mostraba con preocupaciones, y a veces, superado por el peso que llevaba, cosa que su amo de llaves intentaba siempre aliviar con una sonrisa.

–Podemos retrasarlas un poco más y dar un paseo, hace mucho que no damos un paseo juntos, Ayato –la sonrisa del cabeza de familia no se hizo esperar, Thoma siempre sabía qué palabras usar.

–Me encantaría, pero ahora no puedo... ¿está proposición seguirá en pie en unas horas? –amaba pasar tiempo con Thoma, era alguien que le daba paz.

–Para ti siempre, Ayato –Thoma no pensaba demasiado, cuando estaba acompañado de Ayato, su boca iba por libre.

Ambos chicos sonrieron mientras volvían dentro del hogar Kamisato. Al traspasar las puertas, Thoma se quedó tras Ayato y no a su lado como siempre lo hacía. Ante otros debían fingir, muchos veían mal que los hermanos tratasen a Thoma como uno más de la familia cuando en realidad era solo su amo de llaves. Nadie veía la relación que en realidad unía a esas tres personas.

Las horas pasaron, reunión tras reunión, el semblante de Ayato, siempre tranquilo, se iba tornando cada vez más cansado. Aquellas responsabilidades le drenaban la vida, pero era su trabajo, al fin y al cabo.

La mirada de Thoma estaba llena de preocupación desde su posición, agradeció que en una de sus reuniones tuviesen que salir de casa para caminar hasta La Casa de Té Komore donde iba a comer con alguien.

–¿Cuántas reuniones me quedan por hoy? –la voz de Ayato sonaba cansada mientras caminaba al lado de Thoma.

–Después de la comida, tienes dos más y serás libre. Por suerte, estas dos también se hacen en La Casa de Té –Thoma se sabía todas las obligaciones de Ayato y lo ayudaba en todo.

Al llegar a la ciudad, se fueron directamente a aquel sitio y los ladridos de Taroumaru los recibieron. Thoma esperó hasta que Ayato se adentró en uno de los habitáculos para poder abrazar al perro como siempre hacía, no era su mascota, pero se querían demasiado. Tras ello, perro y humano se fueron hacia donde estaba Ayato acompañado para ejercer sus respectivos trabajos.

Las horas pasaron hasta que las reuniones de Ayato terminaron y pudo despedirse de la última persona. Dejó caer su cuerpo de espaldas contra el tatami que conocía bien.

–Por fin... tengo la sensación de que podría volver a casa y dormir hasta mañana –dijo sonriendo, volviendo a aquel rostro que Thoma reconocía entre miles de ellos.

–Entonces dejaremos nuestro paseo para otro momento –canturreó Thoma caminando hacia la salida del habitáculo.

–¡Ni lo sueñes! ¡Me lo has propuesto esta mañana y ahora debes hacerte responsable! –Ayato se levantó rápidamente para ir tras su amo de llaves, la idea de pasear a su lado parecía haberle devuelto la vitalidad.

La risa de Thoma no se hizo esperar y con Ayato asu lado, salieron de La Casa de Té despidiéndose de Taroumaru en el proceso.Empezando a caminar tranquilamente, primero visitando diferentes locales de laciudad para después, tomar el camino a casa y desviándose para poder estarjuntos, hablar como los dos grandes amigos que eran sin que nadie pudiese molestarles,podría decirse que era el mejor momento del día.


SoulmateWhere stories live. Discover now