Capítulo 17

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Los cuatro miraron a Aether, al ver que rostro había cambiado. Este parecía preocupado por algo.

–¿Pasa algo, Aether? –Kazuha fue el primero en preocuparse por ello.

–La verdad es que solo tenemos tres habitaciones, ya que Ayaka es la única chica entre nosotros, pensaba que una de ellas fuese para ella y, para que no esté sola, Paimon puede dormir con ella. Ayato y Thoma, espero que no os moleste dormir juntos, y ya que Kazuha y yo nos conocemos más, puedes dormir conmigo –el viajero lo dijo todo sin respirar siquiera, todos sonrieron tras escucharlo.

–No te preocupes por ello, Aether. Thoma y yo podemos dormir juntos sin problemas –las palabras de Ayato fueron aseguradas por un asentimiento de Thoma.

–Yo tampoco, creo que será un buen momento para ponernos al día –la sonrisa de Kazuha no se hizo esperar.

Al estar todos de acuerdo, se desearon buenas noches y se metieron en las habitaciones. Al entrar en la suya, Thoma y Ayato pudieron ver que solo había una cama de matrimonio y Thoma pareció ponerse nervioso.

–Ayato... si lo deseas, puedo prepararme una cama en el suelo y que te quedes tú con la cama –Ayato miró a su gran amigo con una ceja alzada.

–¿Es en serio, Thoma? No voy a dejar que duermas en el suelo, creo que somos lo suficientemente adultos como para dormir juntos en la misma cama sin problemas –la voz de Ayato sonaba como tendría que sonar, la de un señor como era él.

La risita de Thoma sorprendió al chico que ladeaba la cabeza sin entender ese cambio de actitud.

–Lo siento, Ayato. Te has puesto tan serio que no he podido evitarlo, pero tienes razón. Creo que deberíamos darnos un baño para poder descansar mejor –el asentimiento de su señor fue suficiente.

La noche estaba siendo parecida en las tres habitaciones, aunque las que menos problemas estaban teniendo eran Ayaka y Paimon, ya que se entendían a las mil maravillas. Al ser dos chicas, no tenían tantos problemas.

Después de que Ayato y Thoma se duchasen y arreglasen, se metieron en la cama. Era la primera vez que dormían en el mismo sitio. Sin que los dos siquiera lo pensasen, se giraron el uno hacia el otro, el ambiente entre ambos era tranquilo y relajado.

–Thoma, siempre he pensado la gran suerte que hemos tenido Ayaka y yo de poder conocerte y tenerte a nuestro lado –parecía que la noche y la intimidad de aquel momento lo hacía ponerse más sincero que de costumbre.

–No tienes que darme las gracias por nada, Ayato. Sois mi familia. –El chico se atrevió a alzar una de sus manos y colocarla encima de la de su mejor amigo.

Ese simple toque hizo que la piel de ambos se erizase y sus miradas se clavasen la una en la del otro sin remedio, quedándose en silencio. Sus miradas hablaban más que otra cosa, un silencio muy cómodo donde sobraban las palabras.

–¿Te importa que durmamos así? –la voz de Ayato se escuchaba mucho más tranquila y serena que otras veces. Su mano se había girado hasta agarrar la de Thoma y entrelazar sus dedos.

–Por supuesto que no, si eso te ayuda a dormir, no me importa –el chico sonrió con ternura apretando el agarre.

De nuevo, sus cuerpos se movieron solos, se acercaron más el uno al otro, no se tocaban, pero estaban más cerca y sus cabezas se inclinaron hacia delante hasta que la frente de uno se apoyaba en la del otro. Un tacto más íntimo que cualquier otro, uno que nadie más sabría.

–Buenas noches, Thoma... –no era necesario alzar la voz, tenía la cabeza del chico recostada contra la suya.

–Buenas noches, Ayato... –el agarre de la mano se intensificó un poco, quería darle a entender que no lo iba a soltar en toda la noche.

Y, por fin, esa noche. la primera desde hacía días o incluso meses, Ayato pudo dormir tranquilo. Aquellos pensamientos que no lo dejaban dormir, aquellos sueños que lo atormentaban en aquel mundo donde debería poder descansar... todo estaba siendo aplacado por la simple unión de sus manos.

Aunque... ¿eran solo sus manos?


SoulmateWhere stories live. Discover now