Capítulo 18

40 4 12
                                    

Los ojos de Thoma se abrieron nada más escuchar a los primeros pájaros cantando. Al principio, no sabía dónde estaba y después recordó que estaban en su nación natal y que había dormido con Ayato en la misma cama con las manos agarradas. ¿Manos? En ese momento, se dio cuenta que tenía una fuente de calor más cercana a su cuerpo de lo que esperaba y se dio cuenta de algo más, su mano no estaba entrelazada con la de Ayato. Su espalda estaba contra aquella fuente de calor y eran los brazos de su señor los que lo envolvían y apretaban contra él. No sabía en qué momento de la noche había pasado, pero Ayato abrazaba a Thoma por la espalda y lo pegaba contra su cuerpo.

¿Cómo habían acabado en esa posición? El chico no lograba comprenderlo, pero lejos de encontrarse incómodo, no quería moverse, estaba bien allí. Sentía la respiración de Ayato justo en su cuello y se le ponían los pelos de punta. Giró un poco la cabeza y pudo ver que este dormía con un rostro lleno de tranquilidad... algo que pocas veces lograba ver cuando estaban en Inazuma, ¿o era porque dormía abrazado a él? Esa idea era la que le convencía. No en vano, Ayato se había dormido rápidamente al cogerse las manos.

El chico tenía tan pocas ocasiones de dormir plácidamente, que Thoma decidió no moverse. Pensó que era mejor esperarse a que fuese el mismo Ayato quien despertase y se moviese. Quería seguir con aquella sensación un poco más, sus mejillas estaban coloreadas de rojo, pero poco le importaba.

Y así fue, el amo de llaves volvió a quedarse en un estado entre despierto y dormido, para tiempo después, notar que los movimientos de Ayato advertían de que se estaba despertando. Los ojos del cabeza de familia de los Kamisato, se medio abrieron haciendo que lo primero que viesen fuese la nuca de Thoma... tardó unos segundos en reaccionar y entender qué estaba pasando.

Sus mejillas se colorearon, pero no se quejaba de cómo estaban en aquel momento. No quería dar pistas de que estaba despierto, estaba abrazando a su amo de llaves, a su mejor amigo por la espalda y no estaba incómodo. Estaba extrañamente cómodo y no le disgustaba, ¿podría hacer algo para alargar ese momento? ¿A Thoma le molestaría tal cercanía?

Sus brazos apretaron un poco más el cuerpo contrario contra el suyo, no quería dañarlo, solo tenerlo cerca. Fue en ese momento, cuando un movimiento involuntario de Thoma, le hizo entender que estaba despierto.

–¿Te molesta estar así? –Ayato se escondió en el cuello contrario porque no soportaría escuchar que sí.

–No... para ser sinceros he despertado hace rato, pero no quería moverme. No me disgusta y tú estabas durmiendo de forma demasiado plácida –las manos de Thoma se movieron hacia las de Ayato y las posó sobre las suyas.

–¿Sinceramente? He dormido mejor que en meses... no sé en qué momento he acabado abrazándote, pero no quiero separarme aún... ¿te importa? –Ayato controlaba sus palabras, como siempre había hecho.

Su compañero de cama se giró con cuidado, no quería que lo soltase, solo quería estar cara a cara. Cuando lo consiguió... el rostro de Ayato estaba más cerca de lo que esperaba y las mejillas de ambos se sonrojaron de forma leve. Se dieron cuenta, pero no le dijeron nada al contrario.

–¿Duermes mal cuando estamos en Inazuma? –Thoma ahora estaba preocupado, sabía que Ayato no era de los que tenía un sueño demasiado bueno, pero no hasta aquel punto.

–Si ahora digo que no, no me vas a creer ¿verdad? –la sonrisa de Ayato evidenciaba que no había pensado demasiado en las palabras que había dicho. –Realmente no, cada vez que me acuesto a dormir siempre tengo problemas para conciliar el sueño... incluso para dormir varias horas seguidas, pero eso no me ha pasado durmiendo a tu lado.

–¿Por qué no me lo dijiste nunca? –Thoma y él hablaban en susurros, no había necesidad de subir la voz estando tan cerca.

–Supongo que nunca quise preocuparte –Ayato sabía lo mucho que el contrario se desvivía por su hermana y él, no quería ponerle más presión.

Los dos chicos se quedaron mirando, tan cerca que podían sentir la respiración del contrario. Una atmosfera diferente los envolvía a ambos, más intima que cualquiera que hubiesen vivido y sus cuerpos empezaban a moverse solos...

–¿Ayato, Thoma, estáis despiertos? –la voz de Kazuha sonó tras la puerta, después de unos pequeños golpes.


SoulmateOnde histórias criam vida. Descubra agora