Capítulo 16

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Ninguno se esperaba que Diluc apareciese justo en aquel momento. Todos lo que lo conocían, se quedaron sorprendidos mirándolo.

–¿Cuándo has llegado y cómo te has enterado? –Aether fue el primero en reaccionar.

–Charles me ha avisado en cuanto habéis salido de la taberna a buscar a los demás –dijo alzando el brazo para que su águila se posase en su brazo, tan majestuosamente como siempre, y recibiese las caricias de su dueño.

–Entonces vamos. Como sigamos aquí, Thoma va a llegar antes que nosotros –Aether agradecía que el tabernero fuese tan atento con todo.

Todo el mundo entró en la taberna, todos pidieron bebida y fueron a la parte superior donde podrían esperar pacientemente a aquel a quien querían tener cerca. Kaeya se había encargado de hacerles saber a Jean y Lisa sus planes sin que el chico que estaba con ellas se enterase.

Tuvieron que esperar unos minutos para escuchar la puerta abriéndose, quedándose todos en el silencio más absoluto.

–Qué extraño... Aether, Ayato, Ayaka, Paimon y Kazuha me dijeron que nos esperarían aquí... –la voz de Thoma se notaba dolida, como si pensase que ellos se habían olvidado de él.

–Puede ser que hayan salido por algo, seguro que vuelven rápidamente. Vamos a esperarlos tomando algo, así podemos seguir poniéndonos al día, querido –la dulce voz de la Bruja de la Rosa llegó hasta ellos.

Pudieron escuchar a Jean pedir bebidas para los tres y después a los tres dirigiéndose a las escaleras. Diluc ya se había encargado de que Charles los dirigiese hacia la planta superior, todos estaban escondidos allí.

Thoma fue el primer en subir, pero antes de que pudiese hacerlo, todos gritaron un [i]"¡BIENVENIDO A CASA!"[/i]. Todos eran conscientes de que ahora Thoma vivía en Inazuma y su casa estaba allí, pero Mondstadt era donde había nacido y era también su casa.

–Pero... ¿qué? –el chico se sentía sorprendido, desde luego, no esperaba aquel recibimiento.

–Siempre nos has contado que conoces a todo el mundo de tu ciudad de nacimiento y queríamos reunirlos a todos para ti –Ayato avanzó unos pasos sonriéndole.

–Gracias, gracias, gracias –Thoma no pudo evitar la emoción, se lanzó encima de su mejor amigo y señor abrazándole.

Todos los miraron, todos sonreían en mayor o menor medida hasta que Ayaka también se acercó y se unió al abrazo. Tras separarse, Thoma abrazó, dio la mano o saludó respetuosamente a todos, manteniendo con cada uno el saludo que sabía que les gustaba.

Klee se acordaba de él muy poco porque era muy pequeña cuando lo había conocido, pero desde aquel momento, siempre quería estar cerca del chico, escuchando todo lo que contaban. Pasaron las horas sin que se diesen cuenta, la noche llegó y todos debían empezar a irse.

–Lisa y yo nos marchamos. Debemos acostar a Klee, es tarde –Jean se levantó con la pequeña en brazos, dormida contra su cuerpo.

Todos decidieron seguir su ejemplo, poco a poco, se fueron reuniendo hasta que el mismísimo Diluc dijo que se haría cargo de Venti y que llegase sano y salvo. Como siempre, el chico se había pasado con la bebida y, a pesar de todo, solo Jean y Diluc, además de Paimon y Aether, sabían quién era el bardo en realidad.

Aether llevó a sus invitados hasta los dormitorios de los Caballeros de Favonius. Jean les había cedido algunos, ya que el Gran Hotel Goth seguía ocupado por los Fatui. Al llegar a las tres puertas que los separaban de sus habitaciones, Aether los miró.

–Tenemos un problema... –Aether miraba a sus cuatro acompañantes al darse cuenta que las cosas habían cambiado.



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