Capítulo 11: La Travesía de la Comprensión

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Wei Ying estaba sentado a solas en su habitación, perdido en sus pensamientos. De repente, un recuerdo cruzó su mente: la última vez que había besado a Jiang Cheng.

Añoraba la calidez de esos labios, la cercanía de sus cuerpos, el sabor dulce y embriagador de ese beso. Extrañaba poder enredar sus dedos en el cabello de Jiang Cheng, sentir los latidos de su corazón contra su pecho.

¡Cómo ansiaba volver a probar esa boca que lo enloquecía! Era una tortura tener a Jiang Cheng tan cerca y sin embargo inalcanzable. Wei Ying sintió frustración ante la indiferencia que ahora teñía la mirada que antes lo contemplaba con pasión ardiente. Quería volver a probar esos labios que alguna vez le pertenecieron. Ansiaba borrar con nuevos besos la amargura del olvido.

Con un suspiro pesaroso, Wei Ying se obligó a levantarse de la cama. Sabía que pensar así no le hacía bien, solo avivaba el anhelo de lo que ahora parecía imposible. Necesitaba distraerse, despejar su mente.

Decidido a despejar su mente, al abrir la puerta, los discípulos que se encargaban de vigilarlo, sonreír al verlo. Sin la indiferencia que presentaban los demás, o la alegría que se presentaban en los antiguos discípulos menores. Había logrado ganarse su favor, incluso después de todo los regaños que habían recibido de Jiang Cheng. 

—¡Wei-xiong, buenas tardes! —dijo a casi gritos el discípulo con el rostro sonrojado, mientras que el otro solo negaba para sí mismo.

—¡El líder dijo que no le habláramos!

—Pero el líder Jiang no está por aquí —continuó a casi un murmullo.

Wei ying solo pudo carcajear, por sus palabras, mientras revolvía sus cabellos y lo regañaba. Después de todo, las ordenes de su esposo eran las que se seguían. Incluso si en esos momentos el resultara beneficiado. 

Continuó su camino, y al doblar una esquina, se encontró con Jiang Yanli, tan bella y gentil como siempre. Al verlo, ella esbozó una cálida sonrisa.

—A-xian...

—Shijie, está tan hermosa como siempre. ¡El pavo real no te merece! Y Jin Ling solo es lindo por ti.

Jiang Yanli sonrió, y solo negó, mientras lo tomaba de las mejillas y las apretujabas.

—A-xian, ¿te gustaría acompañarme al mercado? Necesitamos algunas cosas y sería agradable pasar un tiempo juntos—, dijo con suaves cadencias fraternales.

Wei Ying asintió enérgicamente, una chispa de alegría iluminando sus ojos grises ante la invitación.

—¡Claro, Shijie! Será un placer acompañarte —respondió, sintiendo que un peso se aligeraba de sus hombros. Una salida con Jiang Yanli era justo lo que necesitaba en medio de la tensión constante con Jiang Cheng.

Pero justo cuando se dirigían animadamente hacia la salida, la imponente figura de Jiang Cheng apareció, su mirada ámbar oscurecida por la suspicacia.

—¿A dónde creen que van? —preguntó con voz grave, sus ojos clavados en Wei Ying como dos brasas ardientes.

Jiang Yanli miró a su hermano con sorpresa antes de explicar suavemente: —Pensaba llevar a A-xian de compras al mercado. Hay algunas cosas que necesitamos y su compañía sería agradable. 

Jiang Cheng frunció el ceño, claramente poco convencido—. No. No dejaré que lo acompañes. No confío en él —sentenció tajantemente.

Wei Ying bajó la mirada, el optimismo inicial desinflándose como un globo pinchado. Sabía que la desconfianza de Jiang Cheng era un obstáculo difícil de sortear.

Vinculo Roto, ChengXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora