Capítulo 17: Tras las Huellas Perdidas

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Tras despertar agitado de ese sueño intenso, Jiang Cheng sintió que las paredes de su habitación se cerraban sobre él. Necesitaba salir, respirar aire fresco, intentar calmar el torbellino emocional que amenazaba con ahogarlo. Aun se sentía un poco débil, pero eso ni siquiera lo iba a detener, no en esos momentos.

Salió al pasillo y le indicó a una sirvienta que le trajera una botella de báijiǔ, el fuerte licor de arroz característico de la región. Normalmente no bebía, pero esta noche sentía que necesitaba algo para apaciguar los nervios destrozados, y el ardor de su pecho.

Cuando tuvo la botella en sus manos, se dirigió a uno de los pabellones exteriores que daban a los jardines. La luz de la luna se filtraba por las ventanas, bañando la estancia en una suave penumbra azulada.

Jiang Cheng se sentó pesadamente, contemplando la botella. En sus sueños, el pasado y el presente se entremezclaban de forma inquietante, confrontándolo con verdades enterradas que aún no estaba listo para enfrentar.

Destapó la botella y se sirvió una copa, sintiendo el aroma fuerte del alcohol. Bebió el primer trago, sintiendo cómo le quemaba la garganta antes de bajar como fuego por su pecho. Cerró los ojos, esperando que el licor amortiguara el caos en su interior.

Pero en la oscuridad de sus párpados cerrados los fantasmas se agolpaban, que, con una mirada brillosa, lo llamaba. Veía el rostro jadeante de Wei Ying, acariciando sus labios.

Jiang Cheng se llevó las manos a la cabeza, apretando los dientes para contener un grito de frustración. ¿Esa había sido su realidad? ¿Una verdad que dejó atrás de esa manera? Sus dedos picaban por el tacto de esa piel, era tan real. Lo deseaba, más que la última vez.

Llenó otra copa y la apuró de un trago, sintiendo cómo el alcohol se abría paso lentamente a través de la bruma de angustia que nublaba su mente. Por esta noche, se entregaría al dulce olvido que la bebida prometía. Mañana pensaría en cómo enfrentar los fantasmas que ahora amenazaban con devorarlo.

Pasaron las horas, y Jiang Cheng continuó bebiendo en la penumbra, la botella vaciándose lentamente. Para cuando se terminó la última gota, su mente estaba agradablemente adormecida. Se puso de pie, tambaleándose levemente, y salió del pabellón para buscar otra botella.

El aire fresco de la noche le aclaró un poco la cabeza, mientras miraba la botella. Mientras caminaba bajo la luz de la luna, la figura solitaria de alguien conocido llamó su atención. Allí, a la orilla del estanque, estaba Wei Ying contemplando el agua con mirada melancólica.

Jiang Cheng sintió que su estómago se retorcía en un nudo. Quería correr a esconderse, evitar el encuentro. Pero sus pies se negaron a obedecer. En lugar de eso, y para su propia sorpresa, se acercó lentamente a Wei Ying, como atraído por una fuerza invisible.

—Wei Ying... —murmuró cuando estuvo a su lado. No estaba seguro de qué más decir, no después de lo que vio.

Wei Ying levantó la vista hacia él. Por un momento pareció igualmente desconcertado, pero luego una sonrisa triste curvó sus labios.

—Cheng, no deberías estar de pie aún, necesitas reponer fuerzas —lo amonestó con suavidad antes de agregar en tono bromista—: Aunque debo admitir que ya extrañaba que me gritaras órdenes a toda hora del día y la noche.

Jiang Cheng sólo pudo asentir en silencio. El dolor en los ojos de Wei Ying parecía resonar con el suyo propio.

Jiang Cheng se sentó junto a Wei Ying en el borde del estanque, sintiendo la brisa nocturna acariciar su piel.

—No podía conciliar el sueño —admitió finalmente—. Hay... demasiadas cosas en mi mente.

Y es tu culpa, quiso decirle, pero se contuvo.

Vinculo Roto, ChengXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora