III. Enredaderas

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Los dos jóvenes se quedan en sus mimas posiciones, jadeando.

-Lo siento. Ahh -dice Steve-. Tal vez me dejé llevar un poco -se disculpa con Ally, pero este se encuentra como en un trance.

-Ni lo menciones -responde cuando sale de el-. Fui yo quien lo empezó todo -se limpia con la mano los fluidos de Steve que chorrean por la comisura de sus labios-. Tuve deseos incontrolables de hacer algo así. Debió ser por la fruta.

-Ahora te sientes mejor? -pregunta el de cabello negro mientras le extiende la mano para ayudarle a levantarse.

-Algo mejor, sí -Ally acepta la ayuda y se pone de pie-. Vayamos a buscar esos cristales.

Ambos caminan cerca de la pared de piedra donde está toda la vegetación, pues la luz que emiten las bayas evita la presencia de monstruos. Aunque el camino es igual de accidentado que en el resto de la caverna.

Ally avanza algo por detrás de Steve ya que no se siente bien del todo. El efecto de la baya no ha desaparecido, pero no quiere que el otro joven se preocupe. Las piernas le tiemblan al caminar y en su mente siguen rondando los recuerdos de los días anteriores. Al que se les suma el de hace unos minutos.

Finalmente, encuentran los cristales violetas en una cámara llena de bloques del mismo color. Steve agarra el pico que lleva en la espalda y se pone manos a la obra. Como Ally no puede ayudar, camina hasta la vegetación que está cerca. Se topa con varias enredaderas. El calor sigue aumentando en su cuerpo. Se echa aire con la mano.

-Cómo te fue aquella vez que probaste las bayas? Mmm, haa -pregunta para mantener su mente ocupada.

-Igual que a ti, creo -el joven levanta el pico en el aire y lo descarga contra la base de un cristal grande-. Tenía curiosidad. Solo que aquella vez... -repite el mismo proceso con el pico-. ...tuve la sensatez entre comillas de probarlas en casa.

-Cómo lo solucionaste, Steve? Mmph, haa -intenta tranquilizarse mendiante la respiración.

-Fui a un pueblo cercano si mal no recuerdo -responde mientras sigue picando los cristales-. Le pedí a unas amigas que conocía de allí que me ayuden a bajar...la hinchazón -dice lo último sonriendo.

-Ya veo -una corriente de sensaciones vuelve a recorrer la columna de Ally y se pega a la pared cubierta de enredaderas, luchando contra los efectos de las bayas. Se mueve violentamente contra las plantas sin darse cuenta que se enreda con ellas. Pega un grito de sorpresa cuando se da cuenta que está atrapado. Tropieza con una de las plantas que llega al piso, su cuerpo se abalanza hacia delante, pero se queda suspendido en el aire gracias a las enredaderas.

Steve llega a socorrerlo. Los brazos de Ally están envueltos por detrás de él. Las piernas las tiene separadas del suelo y dobladas. Su trasero se encuentra igual de comprometido, sujetado por enredaderas y apuntando hacia la pared.

-Sigues bajo los efectos de las bayas, no? -ve como Ally asiente. Steve deja su pico a un lado y lleva sus manos hasta la cintura del joven para coger su pantalón y deslizarlo por sus muslos.

-Qué haces? -pregunta con miedo-. Ayúdame a bajar de aquí, Steve.

-Te acuerdas que hace un rato hiciste que el creeper destruyera las menas de oro? -Steve lo toma de la cadera y apoya su ingle contra él.

-No, Steve, ¡espera! Esto no es broma -se desespera mientras el de cabello negro posiciona su miembro por encima de sus nalgas. Ally cierra los ojos, esperando lo inminente, pero no sucede nada aún después de varios segundos. Abre los ojos-. Steve?

-No pienso forzarte a nada que no quieras, Ally -el joven retrocede lentamente-. No haré nada hasta que seas tú quien lo pida.

-Eh? Por su puesto que no te lo voy a pedir -dice el joven aún enredado- Lo que quiero es que me desates.

-Seguro? Qué sucede, Ally? -pregunta en un tono sereno-. Has estado raro desde ayer. Cuando estábamos en el baño, en la habitación y cuando estabas a punto de irte...

-No he estado raro. No sé de qué hablas -miente.

La temperatura en su cuerpo se eleva otra vez. En el interior sabe que lo desea. Por esa misma razón se convenció de partir en la mañana. Tal vez por esa razón fue que lo siguió cuando lo vio entrar a la cueva, pero no piensa admitirlo. Lucha contra sus impulsos lo más que puede. Mientras tanto, el joven de polo celeste se limita a mirar como el cuerpo de Ally se sacude. El joven de cabello gris baja la cabeza, admitiendo su derrota.

-Hazlo -dice el de ojos lila-. Por favor Steve, házmelo.

-Son las bayas las que hablan? -pregunta mientras lo sujeta. Ally niega con la cabeza.

-No -dice con la voz baja-. No son las bayas, soy yo. Es que no he dejado de pensar en ti desde que salí esta mañana. No he dejado de pensar en lo que hicimos -levanta la cabeza y lo mira de reojo-. Cuando me cargaste la otra noche, cuando te tuve dentro de mi boca, en cómo sujetaste mi cabeza y la usaste a tu antojo para satisfacerte. No he dejado de pensar en eso. En realidad no quería irme.

-Y por qué lo hiciste entonces?

-Es que todo esto es nuevo para mí -explica-. Eres extraño Steve, aunque no lo notes. Haces cosas que la gente normal no puede hacer y lo ves como algo simple. Siento curiosidad por ti -cruzan miradas-. Te me haces tan extraño y aún así, pude sentir una conexión cuando estuvimos juntos. No sé si soy el primer chico con el que...

-Sí -le interrumpe Steve-. El primero -Ally se lo queda mirando por varios segundos.

-Me gustas. Quiero conocerte más -esquiva la mirada-. Quiero que me beses mientras siento tus manos recorriendo mi cuerpo y quiero volver a hacerlo contigo -dice con las mejillas al rojo vivo-. No sé que sientes tú. Apenas y nos conocemos, pero eso es lo que quiero.

El joven de ojos pardos escucha con atención sus palabras. Después, contrario a lo que espera el comerciante, se da media vuelta y se dirige hasta su bolsa. De ahí saca unos bloques de hierro y los lleva a unos cuantos metros de donde están.

-Qué haces? -pregunta Ally.

-No pienso dejar que nos interrumpan -responde con serenidad.

Steve coloca uno como base y otros tres encima. Luego, saca una calabaza con un rostro tallado y lo deposita encima de los bloques formando una cruz.

- ¿Qué es eso? ¿Un golém? -el joven saca un pequeño cuchillo y se pincha un dedo. Luego lo presiona contra el bloque de hierro del centro de la cruz, cierra los ojos y murmura algunas palabras en un idioma inteligible para Ally. De repente, los bloques se mueven abruptamente y el golém despierta.

-Que ningún monstruo se acerque a nosotros, por favor -le pide Steve. El golém se da media vuelta y empieza a patrullar. Luego se dirige hasta Ally y con el mismo cuchillo corta las enredaderas. El joven cae al pasto de rodillas.

En eso, el efecto de las bayas se hace insoportable y envía una nueva corriente a todas las partes de Ally, el cual arquea la espalda, preso de la excitación.

-Steve -lo mira-. Por favor...

Continuará dentro de los próximos 3 días.

El vendedor ambulante (inspirado en el mundo de minecraft)Onde histórias criam vida. Descubra agora