VII. Una mañana con sorpresas

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-Qué? -pregunta Ally-. Por qué me miras así?

Steve le señala el torso, aún confundido. El de ojos lilas baja la mirada hacia donde apunta el dedo de su pareja. Dos montes se cruzan en el camino. Levanta las cejas.

-Qué-QUÉ SON ESTOS? -lleva las manos hasta sus pechos. Los aprieta. Se percata que son de verdad. Inmediatamente se pone de pie y camina hasta el espejo. También se toca cabello cuando lo tiene en frente. Está mucho más largo-. ¿Qué le pasó a mi cuerpo? -su voz suena más a confusión que a miedo.

Steve se levanta de la cama. Camina hasta estar detrás de Ally. Posa las manos en sus hombros. Luego le acaricia el cabello, desde las raíces hasta las puntas. El de cabello gris observa sus movimientos en el reflejo del espejo sin decir nada.

El de camisa celeste recorre los brazos de su enamorado con ambas manos, acabando en los dedos. Steve percibe que son igual de delgados que antes. Sube las manos hasta llegar a las axilas. Las pasa por debajo y las lleva hacia adelante. Lentamente lo examina, sobándole los pechos con cuidado. Las manos no le dan abasto para cogerlos completamente. Los aprieta suavemente y Ally emite un quejido.

-Lo siento. Sigues siendo sensible aquí -el de ojos lilas frunce el ceño mientras la cabeza de Steve reposa en su hombro derecho. Este desliza la mano hasta su abdomen-. La tela de mis polos tampoco se estira tanto. Tus senos lo arrastran hacia arriba, haciendo que tu ombligo quede descubierto -dice Steve. Mueve las manos hacia abajo-. Creo que la cintura se ha reducido, aunque la diferencia no es tan perceptible -baja aún más-. Aquí abajo sigue igual -le aprieta el trasero.

-Steve! -se molesta Ally-. No es momento para eso.

-Lo siento. Me dejé llevar. No todos los días tu pareja despierta con el sexo cambiado -retrocede y se sienta en la cama-. Mmm. Lo primero que me viene a la mente es que es obra de una poción. Ayer enfrentaste a alguna bruja por si acaso?

Ally, que seguía examinando su nuevo cuerpo frente al espejo, voltea a verle con los ojos abiertos como platos. Luego de darse cuenta, va a por un vaso de leche. Espera un tiempo prudente luego de beberlo. No surte efecto.

-Nada? -pregunta Steve, sentado al lado del de ojos lilas. Este niega con la cabeza-. No te veo tan preocupado.

-Bueno. Las pociones a lo mucho duran un par de días -explica Ally-. Aunque me llama la atención que la leche no haya ayudado.

-Habrá que encontrar a la bruja que te hizo esto -afirma Steve.

-Sé dónde puede estar. Vayamos en la madrugada. Por mientras -camina hacia el ropero para coger un abrigo y una gorra-. Vayamos donde mamá.

Para su suerte, ningún vecino pareció notar el cambio durante el camino. Lo cual confundió un poco a Ally.

La hermana de este último, Amelia, los recibe en la puerta. Al principio se le hace extraña la postura de su hermano, con el cuerpo muy inclinado hacia adelante. Ante la pregunta de Amelia, el de cabello gris se quita la gorra y también el abrigo, dejando ver su nueva figura.

-AAHHH! -Amelia se apresura a abrazarle y lo zarandea-. ¡Siempre quise una hermana!

Se tranquiliza al cabo de un minuto y les deja pasar. La reacción de la madre es más de preocupación y menos de alegría. Cuando le explican la situación medio que se tranquiliza.

Después de conversarlo un rato más, Steve consigue que no le den más vueltas al asunto y que las dos mujeres salgan a hacer lo que tenían planeado. Amelia les da algunas indicaciones y los deja al cuidado del bebé.

El de ojos pardos convence a Ally para caminar con el bebé por el pueblo en lugar de quedarse en casa, aprovechando el buen tiempo. Bueno dentro de los estándares del pueblo.

El vendedor ambulante (inspirado en el mundo de minecraft)Onde histórias criam vida. Descubra agora