Ella era la heredera de una de las compañías más poderosas y millonarias del mundo, pero había un precio que pagar: Debía casarse con un hombre que no conocía ni amaba. Ella no creía en el amor, pues siempre le había traído dolor y decepción. Por es...
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Yeon-seo se vistió con un vestido negro de corte recto, que le llegaba hasta la rodilla. El vestido era de un tejido fino y suave, que se ajustaba a su cuerpo y le daba un aspecto elegante y sensual. El vestido tenía un escote discreto y unas mangas cortas, que dejaban ver sus brazos tonificados.
Para abrigarse, se puso un abrigo negro de piel sintética, que le cubría hasta la cintura. El abrigo era de un estilo clásico y lujoso, que le daba un aire de poder y riqueza. El abrigo lo llevaba solo encima de los hombros, sin abrocharlo, para mostrar su vestido y su confianza.
Para completar su atuendo, se calzó unos zapatos de tacón alto negros, que le hacían ganar unos centímetros de altura y le estilizaban las piernas. Los zapatos eran de punta redonda y tenían un pequeño lazo en el empeine, que le daban un aire femenino y coqueto.
Se peinó con un moño bajo, que le recogía el cabello negro y le dejaba el rostro despejado. El moño era sencillo pero elegante, y le daba un aspecto de seriedad y confianza. Algunos mechones sueltos le enmarcaban el rostro, suavizando sus rasgos.
Para el maquillaje, optó por algo discreto pero favorecedor. Se aplicó una base de maquillaje que le unificaba el tono de la piel y le ocultaba las imperfecciones. Se puso un poco de rubor en las mejillas, para darle un toque de color y salud. Se delineó los ojos con un lápiz negro, para resaltar su mirada intensa y expresiva. Se puso una sombra de ojos gris, que le daba profundidad y luminosidad a sus ojos. Se rizó las pestañas y se puso una capa de máscara de pestañas negra, para alargarlas y darles volumen. Se pintó los labios con un labial rojo, que le daba un toque de sensualidad y glamour.
Las puertas del restaurante se abrieron con elegancia, dejando pasar a una invitada especial. Todos los presentes se giraron para ver quién era, y quedaron impresionados al reconocerla. Su sonrisa era radiante y sincera, que hacía sentir bien a los que la miraban. Las mujeres la veían como un ejemplo a seguir, mientras que los hombres la respetaban y apreciaban.
Yeon-seo caminó con paso seguro hacia el fondo del restaurante, donde la esperaba un reservado. No le importaba la atención que atraía, solo tenía un objetivo en mente: negociar con la compañía rival, Blossom, que le había hecho una oferta que le interesaba. Al llegar al reservado, vio a un joven sentado en una mesa, con un portafolio y una revista en sus manos. Era el hijo del dueño de Blossom, que se había atrevido a contactarla. Yeon-seo lo miró con curiosidad, pensando que sería una oportunidad de conocerlo mejor.
—Bien. Tienes solo cinco minutos para convencerme de tu negocio que me propones —dijo Yeon-seo, dejando su bolso en una silla y sentándose frente al joven—. Empieza...
