Ella era la heredera de una de las compañías más poderosas y millonarias del mundo, pero había un precio que pagar: Debía casarse con un hombre que no conocía ni amaba. Ella no creía en el amor, pues siempre le había traído dolor y decepción. Por es...
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Yeon-seo estaba saboreando una galleta dulce mientras observaba pensativa por el ventanal de su oficina. Las palabras de su empleada tarotista resonaban en su mente, sumergiéndola en sus pensamientos. ¿Realmente significaba algo la carta que había elegido? Bufó, incapaz de encontrar respuestas claras. Fue entonces cuando escuchó un toque en la puerta y vio a Je-ha entrar con un gran ramo de libros. Su sonrisa reflejaba expectación y emoción. La vista de los libros la hizo sonreír automáticamente.
—Je-ha, ¿esto es para mí? —preguntó Yeon-seo, sintiendo una mezcla de sorpresa y gratitud. Je-ha asintió con una expresión animada.
—Sí, son algunos de tus autores favoritos. Pensé que podrías disfrutarlos.
Yeon-seo aceptó el gesto con gratitud, pero la atmósfera estaba tensa, ambos conscientes del incidente de la propuesta de matrimonio de Je-ha.
—Gracias, Je-ha. Eres muy considerado. —dijo Yeon-seo, tratando de romper la incomodidad.
Mientras tanto, Gu-won, desde afuera de la oficina, observaba la escena con una mezcla de curiosidad y molestia. Su mirado se intensificó al ver la interacción entre Yeon-seo y Je-ha. Los celos comenzaban a aflorar, pero decidió quedarse afuera, esperando a ver cómo se desarrollaba la situación. Yeon-seo y Je-ha intentaron mantener una conversación, pero la tensión persistía.
Después de unos momentos incómodos, ambos comenzaron a reírse, rompiendo la tensión acumulada. La risa compartida alivió la incomodidad del momento. Desde el pasillo, Gu-won los observaba reír. Una risa sarcástica escapó de sus labios antes de que pudiera detenerla.
—¿Qué es tan gracioso? ¿Por qué sonríen?
La sombra de los celos se hacía más evidente en su mirada, pero decidió mantenerse en silencio por el momento. Bok-gyu, se acercó a su jefe con una sonrisa pícara, notando la tensión en el ambiente.
—¿Celoso, jefe? —preguntó Bok-gyu, elevando las cejas de manera juguetona. Gu-won lo miró con una expresión imperturbable.
—Jamás me pondría celoso de un humano como Je-ha. Nunca entendí por qué la gente se pone celosa. —respondió Gu-won, intentando mostrar indiferencia.
Bok-gyu soltó una risita. —Quizás no, pero te aseguro que tus acciones dicen lo contrario. Desde ese momento no me entendía ni yo.
Gu-won frunció el ceño, sin comprender a qué se refería.
—Ahí viene Shin.
El secretario salió corriendo. Observó a Je-ha acercándose demasiado a Yeon-seo, y eso fue suficiente para que la irritación creciera en él. Sin pensarlo, Gu-won gritó de repente.
