Ella era la heredera de una de las compañías más poderosas y millonarias del mundo, pero había un precio que pagar: Debía casarse con un hombre que no conocía ni amaba. Ella no creía en el amor, pues siempre le había traído dolor y decepción. Por es...
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El amor es un sentimiento extraño, que puede surgir en cualquier momento, en cualquier lugar, con cualquier persona. A veces, nos enamoramos de alguien que nos hace sentir bien, que nos hace reír, que nos hace soñar. Otras veces, nos enamoramos de alguien que nos hace sentir mal, que nos hace llorar, que nos hace sufrir. Y a veces, nos enamoramos de alguien que nos hace sentir ambas cosas, que nos hace vivir una montaña rusa de emociones, que nos hace perder la razón. Ese era el caso de Yeon-seo, que se había enamorado de la persona menos esperada, de la persona más peligrosa, de la persona que le había cambiado la vida.
Lentamente, ella abrió los ojos, aún lidiando con la visión borrosa inducida por el sedante. Aunque el letargo persistía, su entorno comenzaba a tomar forma. Yeon-seo parpadeó varias veces, tratando de enfocar su visión. Se encontraba en su apartamento, pero algo estaba terriblemente fuera de lugar: su hermana Do-hee no estaba a la vista. Un pánico sordo se apoderó de ella, mientras buscaba con la mirada algún rastro de su hermana. ¿Dónde estaba? ¿Qué le habían hecho? ¿Estaría bien?
Atada a una silla, Yeon-seo levantó la vista para encontrarse con la figura del hombre que la había sedado, pero esta vez con una expresión psicópata que le heló la sangre. Era la misma persona, pero la cara que veía ahora no coincidía con la que recordaba. ¿Acaso podía cambiar de apariencia, o acaso esta era la verdadera faceta que se ocultaba bajo la máscara anterior? La incertidumbre pesaba sobre Yeon-seo, como una advertencia silenciosa de que lo peor estaba por llegar.
Yeon-seo clavó una mirada furiosa en el hombre que la tenía prisionera. Aunque su miedo era palpable, su determinación para enfrentar la situación era aún más fuerte. No estaba dispuesta a mostrarse vulnerable frente a ese psicópata. No iba a dejar que le arrebatara lo que más quería, lo que más le importaba, lo que más le dolía. Su hermana.
—¿Por qué estoy aquí? —inquirió con valentía, sus ojos destilaban rabia contenida.
El hombre, con una sonrisa retorcida, respondió con cinismo:
—¿Ya olvidaste lo que te dije? Todo esto es por la señora Joo. —su voz era fría, sin rastro de emoción.
Yeon-seo frunció el ceño, tratando de recordar sus palabras, pero la confusión se mezclaba con el miedo en su rostro. ¿Qué tenía que ver la señora Joo con todo esto? La señora Joo era una anciana bondadosa, que había sido como una madre para Yeon-seo, que había sido como una abuela para Do-hee. La señora Joo era una víctima inocente, que había sido asesinada por un desconocido, que había sido asesinada por él.
El psicópata, como un director manipulador, presentó su retorcida propuesta:
—Tengo un trato para ti, niña rica. Te dejaré ir, a salvo y sin un rasguño, a cambio de la vida de tu hermana mayor, Do-hee. —propuso en tono era burlón, sin rastro de compasión.
