𝒯𝒽𝑒 𝒰𝓃𝓈𝑒𝑒𝓃 𝒪𝒷𝓈𝑒𝓇𝓋𝑒𝓇

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Mientras Yeon-seo caminaba hacia el altar, donde Gu-won la esperaba, su corazón estaba inundado de emociones contradictorias. A cada paso que daba, pensaba sobre el revoltijo de sus sentimientos. Su padre siempre le había dicho que la vida era como un río, fluyendo constante y sin fin. Ahora, su vida parecía entrelazarse con la de Gu-won, pero no por elección propia, sino por las exigencias del destino.

Los giros inesperados del destino habían moldeado el curso de sus vidas, llevándolas a este punto. Aquel encuentro que en su momento pareció casualidad no era más que el diseño del tiempo y el espacio, conspirando para llevarlos exactamente a donde debían estar. Aunque el vínculo entre ellos parecía intangible, era una atracción clara y definida, desafiando la lógica con una fuerza incalculable que lo arrasaba todo.

Yeon-seo sabía que esta fuerza no descansaría hasta que ambos ríos se fundieran en uno solo, hasta que ella y Gu-won se convirtieran en un único cauce. A esa fuerza, a ese poder que los había unido contra toda razón, ella lo llamaba destino.

Gu-won alzó la vista, y allí estaba Yeon-seo, avanzando hacia él con la gracia de un ser etéreo. A pesar de sus intentos por prepararse, la visión de ella lo dejó sin aliento, su belleza era un golpe directo al corazón. No estaba listo, se dio cuenta, no estaba listo para enfrentar a la mujer cuya sola presencia lo hacía cuestionar todo lo que había conocido, la mujer que pronto sería su esposa, aunque fuera solo por conveniencia.

Su rostro era un lienzo de seriedad, una máscara perfeccionada a lo largo de los años, pero en su interior, Gu-won luchaba con una tormenta de emociones. El nerviosismo, un extraño para él, se había apoderado de su ser. ¿Por qué su corazón latía con tal furia? Se preguntaba, sin encontrar respuestas.

Las manos le sudaban, ocultas tras su espalda en un vano intento por mantener la compostura. Su pulso era un tambor en sus oídos, una melodía que ningún manual de demonios o entrenamiento había previsto. La serenidad que siempre lo había caracterizado se desvanecía ante la figura de Yeon-seo.

Ella se acercaba con una sonrisa, y en lo más profundo de su ser, Gu-won deseaba que este compromiso fuera algo más que una farsa. Anhelaba que fuera real, que las emociones que sentía fueran auténticas y no solo parte de un engaño. Pero sabía que no podía permitirse amar, no podía caer en esa trampa mortal.

A medida que Yeon-seo se acercaba, Gu-won se prometió mantener la fachada. En ese momento, no solo su destino estaba en juego, sino también el de la mujer que caminaba hacia él. Y aunque su corazón se agitaba con fuerza, la máscara de indiferencia debía permanecer.

 Y aunque su corazón se agitaba con fuerza, la máscara de indiferencia debía permanecer

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𝓛𝓪 𝓗𝓮𝓻𝓮𝓭𝓮𝓻𝓪 𝔂 𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓶𝓸𝓷𝓲𝓸 | 마이 데몬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora